sábado, 29 de noviembre de 2008

Piel de lobos

El hecho es siniestro y el escenario tenebroso. Un grupo de jóvenes se han accidentado en algún punto de la Vía Expresa, Lima, altas horas de la noche. El auto se ha retorcido en sus fierros contra sus abdómenes y gimen ayuda mientras algunos autos salpicados pasan raudo. Hay una luz de esperanza, o eso creen; ven entre sus visiones cortadas por las presiones del accidente otro grupo de jóvenes que se acercan a ayudarlos. Son jóvenes como ellos sí, pero llegan a robarles billeteras, relojes, aretes según sea el caso.
De uno de los capítulos de esa serie de triller policial que fue la historia del asesino serial Hannibal Lecter recuerdo esta frase: “el lobo acude cuando oye los gritos del cordero. Pero no llega a ayudar”. No sé si los gritos de los jóvenes accidentados o un raro olfato en ese otro grupo de delincuentes juveniles les ha permitido hacerse en el lugar fatal de los hechos. El asunto es que están, pero para solo para aletear como buitres sobre carroña.
Hay dos conceptos que ese grupo de sangres frías no procesa. La empatía, entendida como la identificación mental de un sujeto con el estado anímico del otro. Y la solidaridad, la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros, entendido esta última como un valor y un derecho además.
El dolor o el goce de los otros es entendido, pues desde la empatía entonces. Derivado de pathos (sentimiento) y un prefijo, in (dentro), empatía es estar en el lugar de los otros para entenderlos, sentir lo que ellos, ya en dolor ya en gozo. Esa es una capacidad humana que a veces olvidamos o dejamos superponer por debilidades, también humanas, pasiones bajas, como la envidia, la indiferencia.
La solidaridad, de acuerdo al Cardenal Raúl Silva Enríquez, es “una dependencia mutua entre los seres humanos… que hace que unos no puedan ser felices si no lo son los demás”. El ser solidario se indigna primero ante la desgracia ajena, se conduele; y luego actúa en la medida de sus posibilidades e incluso sobre lo posible y ha allí la figura de mártires, santos y otros seres excepcionales.
Pero en realidad solidaridad, como empatía, no tienen que ser vista como ejercicios de acercamiento hacia la divinidad. Bien pueden constituirse en modos de garantizar la unificación de una especie que sólo puede perpetuarse como tal en grupo. En ese sentido, el intelecto humano ha vestido de sentimiento lo que sería un mecanismo natural de defensa contra las adversidades que en cadena pueden llevarnos a la muerte. Por eso la solidaridad actúa no pocas veces como respuesta al absurdo del crimen, de las guerras, de los abusos. Esa lección habría que hacérsela entender a los jóvenes que en el fatal accidente de sus congéneres llegaron como el lobo hacia el cordero.

Poderes sobre la prensa

Si es cierto que tras la separación de Augusto Alvarez Rodrich del diario Perú 21, mismo que encumbró en escasos cinco años a un sitial referencial en defensa de derechos humanos periodismo de investigación y lucha por la democracia, ha habido un poder político presionando para desbancarlo la tarde del viernes 14 de noviembre, si fuera cierto decimos, no sería la primera vez que en el país, vuelan cabeza por órdenes de este tipo.
En la prensa como los círculos de poder todavía se especulan sobre lo que pudo ser más que un rumor, el que un entonces entrante Presidente García haya pedido a inicio de su gobierno de 1985 la salida de Panamerica TV del joven Jaime Bayly –iniciado en las irreverencias que serían su sello en adelante- por haber sugerido que el electo mandatario tomaba cierto medicamento para esquizofrenia. Uno de los vladivideos que explotaron en la cara del pueblo peruano para la abrupta defenestración del régimen fujimontesinista muestra a un Genaro Delgado Parker ofreciendo la salida de su canal, también Pantel, del periodista top del momento, César Hildebrandt.
O sea, precedentes hay. Pero no siempre las formas son así de directas, contundentes. En “El Precio del Silencio, Abuso de publicidad oficial y otras formas de censura indirecta en América Latina”, Informe conjunto del Open Society Justice Iniative y Asociación de los Derechos Civiles, presentado este año, se da cuenta –como el titulo lo adelanta- de una serie de prácticas en las que el poder política mete sus narices para que el periodismo le sea favorable con comentarios auspiciosos o se calle la boca en siete idiomas.
La investigación, cualitativa, fue aplicada por equipos multidisciplinarios en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, Perú y Uruguay. De nuestro país resalta cómo entre 2006 y 2007, el ministro de Vivienda utilizó contratos publicitarios gubernamentales para “comprar” una cobertura favorable a su ministerio y a su persona en tres periódicos y el presidente se negó a condenar tal abuso. Pero el informe es más rico en casos similares, en los que gobiernos locales y regionales del Perú dispusieron de fondos de publicidad oficial para obtener el favor periodístico. Sabido es, por ejemplo, como sobre todo en radio provinciana se factura a favor de periodistas que luego son blandos con quienes les otorgan esos contratos.
“Tales abusos, que hemos conceptualizado como `censura indirecta´ o ´sutil´, no son totalmente nuevos. Aquello que los diferencia de otras violaciones más obvias y frecuentemente documentadas –tales como acoso judicial o actos de violencia e intimidación contra periodistas– es que en gran parte permanecen invisibles para el público en general, mientras proyectan una amplia e insidiosa sombra sobre la libertad de expresión.”, reza el resumen ejecutivo.
Lord Acton resumía por qué hay que tener cuidado con esas relaciones peligrosas: “El poder tiende a corromper”.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Falsas buenas noticias

Un viejo cliché, usado en los predios del periodismo reza que para que un hecho sea noticia debe de tener un coctel de, más o menos, estos ingredientes: sexo, dinero, mentiras. No en vano, García Márquez ha dicho que “El periodismo es el deslumbramiento de la noticia.”
El miércoles 12 de noviembre pasado circuló en los EE.UU. una edición única del celebérrimo New York Times íntegro de buenas nuevas. Por el ciberespacio su versión digital podía verse desde cualquier computador del planeta. La noticia estrella, abridora de página, era “Termina la guerra de Irak”.
Los contenidos eran, obviamente, falsos, mismos que de por sí, por su abrumadora bondad son impensables al menos juntos en el mundo de ahora, ayer y siempre (recuerde usted la letra de esa salsa que importalizó Lavoe, “el mundo reza que reza/ pa´que se acabe la guerra/eso no se va a acabar/eso será una rareza”). Pero además por una pista escrita en cada página en letra de ocho puntos, la fecha de edición: 4 de julio de 2009.
Se trató de una travesura bien montada por un grupo de activistas, que justificaron la edición hechiza en que en los últimos ocho años se la pasaron soñando con un mundo mejor. Y que era una suerte de llamado de atención tanto a los ciudadanos como a los políticos –llamado directo al nuevo mandatario de los EE.UU. Barack Obama- para que tomen las riendas de un verdadero cambio.
En “Periodismo, noticia y noticiabilidad”, la profesora Stella Martini, recuerda que el periodista no sólo “escribe” sino que construye la información, entendida esta construcción como una tarea valorativa, interpretativa. Pero como en todo proceso humano, los mandatos, axiomas para llegar a ellos, se vuelven un corsé que puede inclinar la balanza de las cosas hacia un lado. Eso puede estar pasando con las noticias, al dejar porcentualmente de lado aquellas que precisamente son o pueden ser buenas noticias.
En esa vorágine que encierra a los procesos de la información periodística, potenciada además ahora por el boom de nuevas tecnologías, la mirada hacia lo positivo suele ser menor, ínfima, incluso, no pocas veces, inexistente. Algunos medios que reparan en ello se ponen cuotas de “buenas noticias”, para oxigenar la idea ante los lectores de que el mundo es enteramente malo.
Hago este ejercicio de reflexión como un compromiso de parte. Ante los alumnos de un curso taller de producción y redacción periodística, les he venido alentando -sin querer justifico- que el país es un todo maravilloso para el periodismo porque nunca faltan accidentes, funcionarios corruptos, obras mal hechas que caen por su propio peso, alza de precios y una serie de negativas que sólo retratan un lado de la situación. ¿Y si vemos el mundo con mayor optimismo? Seguro, confío, que del mismo cuero sacamos más correas.

lunes, 10 de noviembre de 2008

En Defensa de la prueba prohibida

Luego de agitar el avispero y desembocar en el caso más sonado de corrupción de funcionarios de los últimos años -mismo que expuso ante el colectivo nacional la calaña de Rómulo León, Alberto Quimper y Ernesto Arias Schreiber- los audios obtenidos por interceptación telefónica que posibilitaron la denuncia han comenzado a ser analizados polarizadamente y ser vistos, por un lado, como necesarios pero también, del otro, como delictivos.
En estricto, el derecho penal tiene a material procedente de actos ilícitos (y la interceptación telefónica lo es porque viola el secreto de las comunicaciones) como inviable en su calidad de prueba ante una denuncia. Se le llama la prueba prohibida. De acuerdo a lo que su concepto encierra, la prueba prohibida no sólo es inservible en un proceso judicial como tal para validar nada; sino que puede funcionar en un contrasentido para el que la usa. Para la Ley, el contenido de la prueba prohibida no vale aunque sí las consecuencias fácticas de lo que de ella se desprendan; ejemplo: una carta íntima en el que alguien se delata como narcotraficante no sirve, pero sí la evidencia de tenencia de drogas a los que la carta condujo.
Por esos vericuetos de la Ley, hoy se baraja denunciar a quienes se vincularon a la difusión de los audios por su obtención ilícita y su pública exposición. En esa lista están desde al ex ministro del interior y periodista Fernando Rospigliosi, hasta varios colegas suyos de diarios y magazines televisivos.
Un experto desde la rigurosidad del derecho intenta hacerme entender: Dentro del estado constitucional de derecho se reconocen una serie de mecanismos de control constitucional. Uno de esos mecanismos es el de control social, y uno de esos actores es precisamente el periodismo. “Pero tampoco pueden los periodistas escapar al mandato legal, de ningún modo”, enfatiza.
El periodismo sobre todo el de investigación tiene una importante tradición en usar medios y procedimientos que la ley lapida. Y no los usa en un ánimo trasgresor sino en pro de su practicidad, su eficiencia. ¿Pudo revelarse la corrupción fujimontesinista usando, por ejemplo, la ley de acceso a la información, esa misma que quieren sortear hasta los propios padres de la patria?, ¿habría sido posible llegar a saber que la congresista Margarita Sucari le recortaba abusivamente el sueldo a su trabajadora para favorecer a otros asesores por una entrevista formal de grabadora y libreta de apuntes o pidiéndole una declaración jurada?
La ley debe respetarse incluso y sobre todo en los países en vías de desarrollo, pero el periodismo para el que el interés nacional es mandato debe usar otras vías. Lo sabemos bien los periodistas tanto que más de uno está dispuesto a correr el riesgo de que le griten “al lobo, al lobo”, comerse un proceso que puede terminar en condena, antes de dejar lo que es claramente evidencia importante para desenmascarar sin miramientos a quien se lo merece.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Simon y el futuro diferente

Ésta que acaba no ha sido una semana buena para el ya no tan flamante Presidente del Consejo de Ministros Yehude Simon Munaro. Levantamientos en Sicuani, Moquegua, San Martín, Cajamarca e incluso Lima (Polvos Azules) han hecho que el conocido Presidente Regional de Lambayeque, ahora con licencia para servir al Ejecutivo, termine antes de lo previsto su luna de miel con varios gremios que si bien acudieron a su llamado para dialogar una tregua, luego y muy pronto además, hayan preferido otras vías menos pacíficas.
Cuando hace casi tres semanas Simon Munaro aceptara el premierato para un gobierno que es aprista, los analistas se preguntaron qué ecuación proyectaba el hoy socialista progresista para su mismo futuro como político y qué otra, o la misma, para el tratamiento de un descontento en unos sectores que como Salud e Interior, clamaban por algo mucho más contundente que esas estrategias apaga incendios de su predecesor Jorge del Castillo.
Simon empezó bien. Capeó a quienes hurgaron en su pasado rojo. En la prensa, que le fue auspiciosa en general, no dejó pasar la oportunidad para resolverse como un conciliador dispuesto a dialogar hasta con el diablo por el bien del Perú. Se reunió ipso facto con líderes políticos opositores y representantes sindicales y colegiados hartos de promesas. Luego Simon tuvo una ida de boca en el caso del hoy ex Jefe de Policía vs Ministro del Interior, pero pocos repararon en este desacierto de iniciado.
Sin embargo, y al margen de ese pequeño detalle, hoy de Simon los políticos, gremios y la población en suma parecen esperar más. Varios caos salpicados a lo largo del territorio, esta semana, lo apuran a respuestas que el Premier se tarda en dar. Algunos políticos y sindicalistas con los que se ha reunido, como Ollanta Humala y Mario Huamán, por ejemplo, ya comienzan a distanciársele.
Simon Munaro y gabinete deberán presentarse ante el Congreso en unos días. El artículo 130 de la Constitución, manda que al mes de haber asumido sus funciones, premier y ministros deben exponer y debatir la política general del gobierno y las medidas que requiera su gestión, para que el Parlamento les de voto de confianza. Pero las cosas, como se ve, no son auspiciosas al Premier.
Es muy pronto para bajarle los pulgares a Simon Munaro. También es prematuro para aplaudirle. Pero ese momento de calificarle puede que le llegue antes de lo que él se imagine, y si se da la primera de las dos opciones, sólo lo va hacer regresar a Lambayeque con el rabo entre las piernas. Al menos que los vientos soplen esta vez a su favor y que de verdad tenga un plan urgente para contrarrestar todo lo que ahora le es adverso.

Lecciones sueltas del caso Medina

Magaly Medina fue a parar a prisión. Desde la semana pasada, su caso, vuelto rapidito comentario común y masivo, agenda nacional, cuestión de estado, deja hasta el momento unas lecciones que este servidor recopila luego de tantas idas y venidas oídas, comentadas -algunas compartidas otras contrastadas- y que expongo ante el colectivo para que el debate prosiga o cese:
Uno. El país ante el fenómeno de la urraca se denuncia como una nación sui géneris. Somos quizá la única nación del mundo en la que el comunicador más influyente es un periodista de espectáculos, de periodismo ramplón además, ese que escarba en la basura del ojo ajeno (lo marcan los estudios de opinión serios y las manifestaciones populares que pidieron su libertad inmediata). La misma periodista es además la más pagada en el medio, por encima de otros periodistas de líneas más blancas, más progresistas, más serias.
Dos. La justicia en el país tarda. A veces mucho. A veces siempre. Unas veces llega. Medina suma en su haber 11 años en TV, 13 demandas y cinco sanciones. Sus expedientes en el poder judicial repiten un lugar común: la dama se excede, salta la valla de la libertad de expresión, confunde opinión con afirmación de hechos que no puede probar del todo (como esta última vez). La pena para el expediente Medina-Guerrero resume, así, un recorrido con ánimo de reincidencia en la polémica conductora. Los jueces revisan contextos, las sentencias nunca son en ese sentido subjetivas (¿debieran serlo?). Una justicia objetiva solo podría ser administrada por robots.
Tres. Los veredictos judiciales en el Perú no se aceptan fácilmente. Ante toda resolución de litigio, las opiniones se marcarán dos posturas: a) la resolución es justa y b) la resolución es injusta. Coincidentemente, los promotores de “A” son desde el condenado, la familia, allegados y similares (un periodista se sentirá en el pellejo de otro periodista, por ejemplo). Los del grupo “B” siempre serán el demandante, también su familia, allegados y similares. Alguien menciona el caso Paris Hilton en EE.UU. Su pena de cárcel efectiva, cortita pero pena al fin y al cabo, le dolió, le arrancó llanto, pero la cumplió sin más.
Cuatro. La libre expresión tiene que gozar en el Perú como en el mundo del más amplio respeto y promoción… pero el apego a la verdad y a la reserva de la intimidad también. Una sentencia del Tribunal Constitucional precisamente para un caso previo de la Medina, nos recuerda, que ambos derechos, el de expresión e intimidad, deben de estar en un mismo nivel jerárquico: el primero no puede superponérsele, atropellarlo.
Corolario. El país debe de agradecer, finalmente, el fenómeno Medina que con su caso resuelto -qué se va a hacer, en su contra- sienta un importante precedente para marcar límites y sentar caminos en una sociedad que se desvía por naturaleza (concupiscencia, le llamaban los filósofos religiosos). Gracias, urraca.

jueves, 23 de octubre de 2008

De ratas y otras alimañas

Cuando en el pico de su enojo el Presidente García llamó con el nombre del roedor más famoso del mundo animal a los protagonistas del petroescándalo que le estalló en la cara a los apristas y a todo el país, hace un par de semanas, el mismo mandatario seguramente no imaginó las posiciones que llovieron luego sobre el uso del referente, al margen de las indignaciones lógicas sobre el propio episodio de corrupción.
“Bieto” Quimper ha rechazado el comparativo; pero no vale, no puede ser juez y parte (aunque ya quisiera ser juez del ilícito del que fue parte). Jaime Bayly le ha restado autoridad a García Pérez para usar la analogía y ha extendido una propia: frente a las ratas, el presidente sería una muca o un ronsoco, roedores de mayor tamaño que una rata. Exceso del escritor, uno más, pero también una falta de reparo en el sentido transliteral que el vocablo “rata” busca.
Aludir a un roedor más grande no representa una relación proporcional a las adjetivaciones que supone usar “rata”. Para la Academia de la Lengua, sólo ella, ningún pariente cercano o lejano alude lo que le reserva la cuarta de siete acepciones del diccionario: “Persona despreciable” (salvo pericote que, sinónimo de ratón, no aparece en el diccionario aún con el figurativo de ladronzuelo que le damos en el Perú). El sexto significado va por “ratero”, es decir un derivado, “ladrón que hurta cosas de poco valor”.
Con la acepción autorizada, “ser rata” en Hispanoamérica -en algunos países más que en otros- pasa desde ser un sinvergüenza a la mala, un delincuente de mayores, a un traidor de amplio espectro. ¿Usó mal el término el Presidente?
En occidente, como animal símbolo, la rata tiene mala reputación a diferencia de oriente donde llega a formar parte de tradiciones de culto. En India se le venera y los hindúes se permiten en ciertas fechas comer con ellas -perdón, después de ellas- en ceremonias abiertas. Los chinos han hecho de la rata una de sus doce deidades de su zodiaco, en alusión a su agilidad e inteligencia.
Pero para Europa la rata ha sido trasmisora de la peste negra en el siglo XIV y el principal devastador de sus despensas primero en los feudos, luego en las ciudades y más tarde en los barcos con los que se cruzó a América. Si sólo la peste mató en un momento dado de la historia a las tres cuartas partes de Europa, es casi comprensible que la rata goce de tanta mala imagen.
Ni Mickey Mouse ni Ratatouille, pasando por Ignacio, ratones, en todo caso, han podido contravenir con unas relaciones públicas más bien recientes (Miguelito tiene poco más de 60 años, apenas) lo que más de siete siglos han hecho en contra de la rata.

martes, 14 de octubre de 2008

Seis años de acceso a la Información en Perú

I

En agosto, recién no más, la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública cumplió seis cortos años. Pero su celebración, en un contexto muy “peculiar”, ha tomado formalmente los dos últimos días de septiembre. Para esta fiesta de lo que es un derecho fundamental en todas las sociedades que aspiran a una democracia real, los convocantes han sido el Instituto Prensa y Sociedad y la Defensoría del Pueblo, primero propulsores sostenidos de la legislación, y luego celosos guardianes de su implementación y defensa.
La reunión para celebrar la Ley se ha hecho llamar sobriamente Primera Conferencia Nacional sobre Acceso a la Información. Y sus objetivos han sido: 1) evaluar el estado del tema en todos los niveles del Estado, 2) discutir y proponer los criterios y metodologías más adecuados para monitorear la vigencia de la transparencia y el acceso a la información pública. Y 3) concertar una agenda de trabajo en la materia que pueda ser asumida por representantes del sector público, con especial incidencia en los gobiernos regionales y la sociedad civil.
Por la sola aspiración de sus metas y la convocatoria a los máximos exponentes que tratan, vigilan, o monitorean la Ley el evento ha sido ya un referente. Los dos días que ha durado la celebración-encuentro-discusión se han reunido desde el Secretario General de la Presidencia del Consejo de Ministros y una alta representante de la Alianza Regional para la Libertad de Expresión e Información al Presidente Regional de Lambayeque -cuya oficina lidera en el país las mejores prácticas de transparencia- y la propia Defensora del Pueblo, pasando por los directores ejecutivos de las ONGS que tienen uno los dos pies puestos en el asunto en cuestión.
Sin embargo, el plus de la celebración lo ha puesto, sin proponérselo, y como ha enfatizado Gustavo Gorriti, Presidente del IPYS, el espacio-tiempo en que se daba el evento: el comportamiento de la mayoría de parlamentarios en las últimas semanas y el cómo se han desvelado sin vergüenza alguna actitudes opuestas transgresoramente a la Ley, al negarse a mostrar sus rendiciones de cuentas, cuando una periodista de TV, el director de un diario y cientos de ciudadanos en esa campaña que ya reseñáramos (Adopta a un congresista), se las solicitaran al amparo de un derecho constitucional.

¿Qué se puede suponer si el colectivo que debiera ser el que dé el ejemplo a la ciudadanía, el cuerpo que sanciona las leyes en el país, se niega a cumplir una de las más importantes normas erigidas para el sostén del sistema democrático? La doctora Catalina Botero, Relatora electa para la Libertad de Expresión de la OEA, se excusaba por conocer poco del caso peruano en general, pero al sellar su intervención sobre lo que llama los 10 estándares que las leyes de acceso de información deben de conseguir en el mundo, redondeó lo que le cae en la cara de estos padres y madres de la Patria: “En la mayoría de los casos lo que no se quiere mostrar es porque no se puede justificar”.

II

El cumpleaños de la ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública no puede tener un mejor contexto para festejarse como necesaria, en un país que destapa con relativa frecuencia casos de corrupción cuyo clímax se bautizan como vladivideos o petrogates. Los audios León-Quimper, León – Canáan y Quimper – Arias Schreiber dan suficiente respaldo como para que la ciudadanía pueda disponer a su alcance más prácticas maneras –ya no sólo periodísticas- de destapar podredumbres como las expuestas esta semana.
Es claro que el concepto de información, por demás vasto, extiende para los ciudadanos lo que modestamente dice de él el diccionario: “Información: Comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada”. Sus alcances se amplían cuando se formula sobre lo público; “información pública es todo aquel mensaje cuyo contenido es de incumbencia de todos los ciudadanos, y por ello, en principio, debe ser conocida por todos. El derecho protege aquí la publicidad y la libre circulación de la información, a fin de que sea accesible a todos en forma efectiva”, sentará Dolores Lavalle.
Los especialistas han insistido en que la transparencia y el derecho al acceso a la información están lejos de entenderse como una dádiva de los gobernantes. Lo público no sólo es, per se, de todos sino que el funcionario debe, también per se, entender que su función merece y debe ser auscultada por la ciudadanía. En la reunión que festejó la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública en Lima, alguien sentenció sin más “los funcionarios y los políticos tienen que asumir que su función va a estar expuesta al escrutinio de los pobladores”. O sea, quien no acepte esa premisa no debe de pretender un puesto público.
¿Merecemos necesariamente un clima de enfrentamientos entre ciudadanos y funcionarios? No, no necesariamente. Simplemente, como marcan Pérez y Makowiak, el derecho al acceso a la información, será el ejercicio de participación democrática en la complejidad de un estado “que sucumbe a su propia dinámica burocrática”. Subirats reflexiona si es necesaria la participación ciudadana si ya tenemos democracia. Y concluye que “las críticas a cómo funciona realmente, país a país, la democracia son consustanciales con el propio mecanismo de perfeccionamiento continuo que consagra”.
La fragilidad democrática de nuestros países, las herencias de prácticas oscuras, la subsistencia de vacíos legales o dobles lecturas a leyes que pretenden desde el papel ser claras, le insuflan oxígeno a una corriente que en el mundo toma más cuerpo, la de la transparencia de los gobiernos y el acceso a información para sus ciudadanos. Pero incluso eso no es acaso suficiente y se necesite intensidad en que los propios ciudadanos reconozcan su derecho a saber de sus gobernantes, sus acciones, sus olvidos, su eficiencia, y se animen a ejercer lo que es suyo por principio.

Clases de cívica con la urraca

Magali Medina le ha vuelto a sacar la vuelta a todos los peruanos de buena fe y ha convertido lo que pudo ser una sanción ejemplar a sus idas de boca, en un reality donde ella misma es la protagonista central: el miércoles 26 empezó la primera de 17 jornadas de servicio comunitaria hablando sobre el riesgo personal y social que supone el consumo de drogas con un grupo de 200 escolares limeños y acompañada por un “panel” de jóvenes promesas del canto.
La urraca más odiada (pero también más vista por TV) del Perú ha dejado sentada una habilidad para sortear los vientos en contra, y volar a sus anchas. Asesorada por Nakazaki, abogado experimentado en encontrarle recovecos positivos a la cualquier ley por encima que dispare en la propia cara (he allí el juicio “dorado” a Fujimori), la condena que dictara un juez sobre el caso de presunta difamación contra el productor Efraín Aguilar ha sido cumplida a pie juntillas pero con los agregados de las luminarias, el making off, el show televisivo en suma.
La diva peruana -lo es a su modo, un modo chicha además, pese a quien le pese- engrosa la larga lista de condenados no a cárcel sino servicios forzados, que sólo en los últimos años ha conocido de nombres de cantantes, modelos, magnates y más gente bien, farandulera ella.
Los jueces usan la figura de las penas a servicios comunitarios en casos a famosos, por algunas razones que no escapan al sentido común, trata de explicarme un especialista. Imponer reparaciones civiles cuantiosas no afecta la susceptibilidad de quien tiene dinero de sobra y se baña bien en miles dólares. Castigar con pena privativa es un camino, pero hacerlo a un periodista por asuntos tan en la delgada línea roja que separa los derechos del honor y la intimidad con los de la expresión, pueden tomarse como un atropello a estos últimos.
La salida es, pues, los servicios forzados. Pero nadie fuerza a la urraca. O sí: sólo el rating. Que a mi parecer, es más que su oficio, dinero o pasión. Lo que Medina hace metiendo las narices en los “pecados” públicos de vedettes y peloteros, de comediantes y actores, es su droga. Lo que gana comentando con malicia de fulano y perencejo es su oxígeno. De eso, modulada o recargada ya nadie la saca. “La urraca no se regenera ya”, me advierte un psicólogo clínico.
Por eso yo he “celebrado” el modo en que la conductora del chismógrafo ha salido de ésta. Su contundencia de diablilla para retorcer el espíritu inocente de un juez que cree en la ley. Su argucia para voltear la pena y la condena. Y reirse –finalmente- de todo eso, otra vez de todo lo que hace.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Cómo cazar un otorongo

Rosa María Palacios ha comenzado cruzada a partir una columna en Perú 21 hace dos sábados. Amparada en la Ley de Acceso a la Información Pública, pidió con candidez –como reconoce- el registro y documentación de los gastos de cuatro congresistas. Por supuesto no hubo respuesta, o sí la hubo pero negando el pedido por “una supuesta auditoría”.
A partir de su desazón, la archiconocida abogada, ha insistido de viva voz durante la semana pasada en su programa televisivo que los ciudadanos interesados en ejercer su ciudadanía envíen una solicitud al Congreso pidiendo cuentas a algún congresista, mejor si es el que uno votó.
William Vásquez, blogger de "El Paki", ha aprovechado las posibilidades de interacción de la blogósfera y ha echado a correr una iniciativa en cuatro pasos sencillos: 1) Escoger un congresista, 2) Envíale la carta (mejor dejarla en Mesa de Partes del Congreso pero no se descartan otras vías), 3) Poner en el propio blog un banner para lo que Paki facilita una plantilla. 4) Publicar cada semana un post de seguimiento en el blog.
Se ha sumado otra parte del periodismo. Y la respuesta ha sido un cierrapuertas. Perú 21 ha pedido información de cinco parlamentarios. Le han respondido cumplido el plazo de Ley alegando “reserva”, a todas luces una violación, pues no se basa en ninguna excepción establecida en la Ley.
Con eso, ahora hay más sobradas razones para dudar de los parlamentarios (52% tiene denuncias por ilícitos, de acuerdo a la Comisión de Ética del mismo Congreso). Pero aunque incluso sobre las dudas, los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de fiscalizar a nuestras autoridades, de ejercer el control, de pedirles cuenta de sus actos.
Un documento de la defensoría del Pueblo nos recuerda: ”la vigilancia ciudadana es una forma de ejercicio de la ciudadanía, de llevar a la práctica un derecho y una responsabilidad de las personas que pertenecemos a una sociedad y un estado.” Como recuerdo haber leído en otro texto, a la ciudadanía y la democracia hay que conquistarlas, hacerlas nuestras día a día.
Yo, confieso, me he subido al carro de la periodista y el blogger. Y he subido conmigo a una mancha de inquietos alumnos de la universidad. Hemos apuntado a los cinco congresistas de Lambayeque pero tenemos fuerzas y frente en alto para apuntar a algunos otros de regiones próximas.
No vamos a tener que viajar a dejar solicitudes de información, sobre todo de los gastos operativos. Usaremos el fax nomás y esperaremos respuesta. El tiempo que establece la Ley. Luego veremos. A lo mejor –tenemos esperanza- el otorongo al final no es tan fiero como lo pintan.

¿Te atrasa la tecnología?

No sé si a la mayoría pero a mí la tecnología todavía me deja con la boca abierta. Más que por lo que logra, por la velocidad con que se superpone. Anécdota: hace un mes me compre un mp3 para escuchar música mientras hago footing por las mañanas. Un alumno me lo ve mientras cargo su batería en la lab top en horas de oficina. Se burla de mí, me dice que ya salió el mp4 y que también el ipod. Moraleja: en la escala alimenticia de la tecnología estoy tres escalones abajo.
Los jóvenes viven la tecnología y no se sorprenden con ella ni con sus cambios. Se los he dicho en un discurso. La generación de los 20 años y los 25 han nacido en plena época de la PC y sus hermanos menores han hecho sus tareas escolares con la ayuda de la Internet. Para ellos la TV siempre ha sido a colores, ver cine se ve mejor en casa en DVD (y acaso les suene a algo remoto Betamax o Betascam). Pero esa vorágine alcanza conceptos: para ellos la guerra entre los países de la Europa Oriental es un exabrupto, un rezago de violencia aislada como les parece la de Medio Oriente, porque no recuerdan que hace poquito nomás Montenegro, un país pequeño al lado de Serbia y Yugoslavia, hace poquito era Serbia y Montenegro (todo junto) y antes ambas hoy naciones separadas eran parte de Yugoslavia.
Para los jóvenes el mundo es hoy. Y este hoy nunca fue distinto que un ayer que no percibieron en su transición hacia ser otro tiempo. Pero lo fue. Y lo fue con una línea divisoria que 25 años antes de que nacieran se podía palpar casi con las manos. La TV emergió hace 50 años en el Perú y reubicó a la radio y a la prensa, y 20 años después llegó la computadora, unos años antes de que mis alumnos nacieran. Los mayores decimos esto con apasionamiento, porque en tanto mayor eres tienes mejor sentido de la nostalgia… y además mejor capacidad para mirar incluso mucho más atrás de tu tiempo.
La renovación de la tecnología y sus procesos nos dejan perplejos porque se superponen de un modo que ha superado cualquier velocidad de adaptación antes conocida (y les hablo de velocidades físicas como los 5km/h que el hombre caminando a superado con los 20km/h de la bicicleta y así llegar a los 400km/h de un súper tren japonés a los 2000 km/h de los aviones de combate).
A los jóvenes les insto a que reparen en los cambios y que lean más allá de lo tecnológico: en las conceptualizaciones del mundo. Hoy el derecho no sólo es comercial o tributario; es también indígena y de grupos minoritarios; la administración de empresas y los negocios evalúan los recursos ambientales como factor generador de divisas sostenibles; las comunicaciones no son sólo periodismo, sino ahora periodismo participativo; el cine se vuelve cine social… Mirar con o sin nostalgia y entender que la ruedita del Ipod se mueve mientras todo el mundo se mueve.

Mujeres batalla

Un libro que se titula Historia de la Mujeres. Una historia propia es desde hace unos días casi toda mi compañía de lecturas. Es en realidad más que el compendio de 10 años de estudio específico pero con mirada multiangular, una joya de información, reflexión y crítica que aunque centra su atención en Europa puede ser el filtro para leer el fenómeno de la segregación por género que ha sufrido la especie humana desde sus albores en disfavor de la mitad de sus integrantes, las mujeres.
El texto es escrito por dos eminencias de la academia norteamericana en asuntos feministas y culturales, Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Aquélla profesora del Broklyn College y ésta, de la Internacional School de las Naciones Unidas, las dos empataron en un trabajo que parte de la premisa de una evidente disparidad entre lo que se sabe de las mujeres, ahora y antaño, y su porcentual inexistencia en la historia.
Escrita por hombres, la historia en realidad ha resultado borrando la presencia femenina en sus páginas y ha justificado en algunas taras como el machismo heredado de culturas importantes (la hebrea, la romana y la griega), los “pocos méritos de las mujeres” para incluirlas en sus páginas. S. Anderson y P. Zinsser sostienen que, por ejemplo, la guerra es una construcción y oficio no solo masculino sino también aplastante para las mujeres pues suponía que ante una guerra una mujer necesitaba la protección del varón.
Con todo y su literalidad y su espacio-tiempo específico, el texto puede interpretarse en la misma línea para sociedades más inmaduras en ese momento que la europea, por ejemplo la oriental o la Latinoamericana. Las mujeres de estas partes suelen tener mayores problemas para con su sexualidad juzgada en balanzas desequilibradas respecto a los varones (sólo en Lima Reniec acaba de detectar 911 casos de bigamia masculinas), perciben menos sueldos por trabajos por los que un hombre percibe más (véanse todos los reportes de OIT) y se confinan aún a su rol de madres aunque ahora deban de trabajar en otros oficios fuera de casa más que antes (la tasa de crecimiento promedio anual de la PEA femenina, creció por encima de su equivalente masculino en todos los departamentos, marca el censo 2007).
Las mujeres en la historia se han llamado Eva, Agripina y Juana de Arco. Y la misma historia ha dejado otros nombres, la gran mayoría, porque no ha encontrado como engarzarlas en su domesticidad o sus valores fuera del seno del hogar como hijas virginales, esposas fieles o madres abnegadas. Hoy, aun hoy, se sigue relegando sus nombres si cumplen estos papeles y apenas destacándolos cuando evidencian encarar las fuerzas masculinas de dominio casi en los mismos términos. Y eso no es simplemente justo.

Cinco y medio y nada

La noticia ha aparecido como una curiosidad hace unos días y acaso alguien haya reparado seriamente en ella. El celebérrimo motel Cinco y medio, ubicado en el kilómetro homónimo de la carretera central, en Ate, Lima, cede sus instalaciones definitivamente a lo que en breve será un aséptico laboratorio. La Corporación Medifarma ha comprado sus 7,000 m2, esos que alguna vez (muchas veces) fueron marcos del amor carnal de miles de amantes.
Motel escondido, lejano en su época, presto para las escondidas que demandaba el querer de las parejas, el Cinco y medio pasó con los años a ser una suerte de burdel, pues acaso no hacía falta ir sin mujer porque las prostitutas hicieron del lugar su plaza.
Pero en abril, y sin tanto aspaviento, su dueño cerró sus puertas sin avisar ni a parroquianos ni a meretrices. Y sólo el boca en boca, el comentario común, el chisme suelto, fue poniendo en alerta su cese definitivo de más de cuatro décadas, hasta que alguna prensa bohemia se dio por enterada y algunos inversionistas le pusieron el ojo no necesariamente para ahondar en el mismo rubro.
Y es porque ese rubro ya no es el mismo rubro. O sea, el amor ha cambiado. Y el negocio del amor también. La sexualidad masculina ha superado bastante el rito de la iniciación con prostitutas. Las mujeres pueden evidenciar y demostrar sus afectos físicos con más apertura. Las parejas ya no necesitan del secreto para sus encuentros.
Los moteles caleta pueden ir cerrando sus puertas de a pocos como ha ocurrido con el cine porno. Como a éstos los desplaza el video en casa, a aquéllos los reacomoda la emergencia de hoteles de dos estrellas y otras subespecies. Una fuente de la Dirección de Comercio Exterior, Turismo y Artesanía Lambayeque me adelanta al teléfono que en sus predios hay unos 200 alojamientos o más de los cuales apenas 40 están oficialmente registrados. De hecho, me aclara, los últimos cinco años su crecimiento experimentó un boom sobre todo en los de tamaño pequeño.
El folklore urbano –machista además– celebra la existencia de sus espacios para el goce de los cuerpos. De siempre. Unos frisos en Pompeya hallados hace unos años, ya daban cuenta de eso. Como hoteles o burdeles (cada ciudad tiene los suyos: Tamarindo en Chiclayo, El Milagro en Trujillo), pasan a ser parte de su patrimonio oculto, de ése que se comenta a media voz, en broma, en conversaciones cerradas. Pocos, la verdad, se animan a retratarlos en una dimensión más objetiva. Acaso haría falta, antes de que los nuevos tiempos los sepulten del todo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¿Te atrasa la tecnología?

No sé si a la mayoría pero a mí la tecnología todavía me deja con la boca abierta. Más que por lo que logra, por la velocidad con que se superpone. Anécdota: hace un mes me compre un mp3 para escuchar música mientras hago footing por las mañanas. Un alumno me lo ve mientras cargo su batería en la lab top en horas de oficina. Se burla de mí, me dice que ya salió el mp4 y que también el ipod. Moraleja: en la escala alimenticia de la tecnología estoy tres escalones abajo.
Los jóvenes viven la tecnología y no se sorprenden con ella ni con sus cambios. Se los he dicho en un discurso. La generación de los 20 años y los 25 han nacido en plena época de la PC y sus hermanos menores han hecho sus tareas escolares con la ayuda de la Internet. Para ellos la TV siempre ha sido a colores, ver cine se ve mejor en casa en DVD (y acaso les suene a algo remoto Betamax o Betascam). Pero esa vorágine alcanza conceptos: para ellos la guerra entre los países de la Europa Oriental es un exabrupto, un rezago de violencia aislada como les parece la de Medio Oriente, porque no recuerdan que hace poquito nomás Montenegro, un país pequeño al lado de Serbia y Yugoslavia, hace poquito era Serbia y Montenegro (todo junto) y antes ambas hoy naciones separadas eran parte de Yugoslavia.
Para los jóvenes el mundo es hoy. Y este hoy nunca fue distinto que un ayer que no percibieron en su transición hacia ser otro tiempo. Pero lo fue. Y lo fue con una línea divisoria que 25 años antes de que nacieran se podía palpar casi con las manos. La TV emergió hace 50 años en el Perú y reubicó a la radio y a la prensa, y 20 años después llegó la computadora, unos años antes de que mis alumnos nacieran. Los mayores decimos esto con apasionamiento, porque en tanto mayor eres tienes mejor sentido de la nostalgia… y además mejor capacidad para mirar incluso mucho más atrás de tu tiempo.
La renovación de la tecnología y sus procesos nos dejan perplejos porque se superponen de un modo que ha superado cualquier velocidad de adaptación antes conocida (y les hablo de velocidades físicas como los 5km/h que el hombre caminando a superado con los 20km/h de la bicicleta y así llegar a los 400km/h de un súper tren japonés a los 2000 km/h de los aviones de combate).
A los jóvenes les insto a que reparen en los cambios y que lean más allá de lo tecnológico: en las conceptualizaciones del mundo. Hoy el derecho no sólo es comercial o tributario; es también indígena y de grupos minoritarios; la administración de empresas y los negocios evalúan los recursos ambientales como factor generador de divisas sostenibles; las comunicaciones no son sólo periodismo, sino ahora periodismo participativo; el cine se vuelve cine social… Mirar con o sin nostalgia y entender que la ruedita del Ipod se mueve mientras todo el mundo se mueve.

Sexo, pudor y lágrimas

No hay ninguna ninguna presión de última hora para la reunión sosegada que el miércoles sostuviéramos un grupo de directivos de la casa superior de estudios en que trabajo y la coordinadora regional del Programa nacional contra la violencia familiar y sexual. Pero la cita no era menos urgente: hay una cotidianidad tan “familiar” en el maltrato hacia la mujer (y con ello sus alcances a todo el hogar y la sociedad) que se debe de veras tomarse acciones.
El programa en cuestión es uno de los brazos operativos del MINDES, con una preocupación y unas metas específicas como el diseño de un Plan nacional contra la violencia hacia la mujer 2008-2011. Para el emponderamiento del tema y desarrollar actividades específicas como una campaña de sensibilización masiva y la ejecución de investigaciones que expongan esta realidad en sus múltiples aristas, Angélica Musayón, coordinadora en Lambayeque, no duda en tocar puertas como las de la academia.
De hecho, no somos la primera universidad que la recibe. La UDCH ya tiene algún trabajo sostenido y trasversal en sus planes de trabajo por facultades con resultados diversos. Y en la UNPRG una primera investigación de post grado asumida tras un taller de sensibilización, da sus primeros frutos expositivos.
La preocupación de Musayón sobre entender la violencia familiar con un enfoque de género busca además integrar a profesionales de la salud, de la policía por su contacto directo con esta realidad. Y es compartida con la mesa que reúne a expertos docentes, psicólogos, comunicadores y abogados. Los reportes nacionales sobre violencia hacia la mujer denuncian un in crescendo del 30% sostenido anualmente, pero –alguien hace ver en la reunión- puede ser que ahora sólo se esté visibilizando más realmente. Pero de hecho ya es bastante que de cada 10 mujeres ocho experimenten algún tipo de violencia.
Guillermo Segura, coordinador de investigaciones de derecho de la USS, nos da una clase de historia: en alguna época, la iglesia pactó con el estado para que éste lo reglamentara todo excepto el hogar, que quedaba en manos de aquélla. Eso ha arrastrado históricamente la ausencia de lo que podría ser un código familiar que faculte a la ley entrar a cada casa y cada familia; legalmente el robo no existe al interior de los integrantes de una familia viviendo bajo un mismo techo.
El tema, marca nuestra invitada, no puede ser solo importante para el colectivo femenino. Las consecuencias de los problemas basados en género afectan también a los hombres. Por ejemplo, en una relación básica simple, si un hombre impide que la mujer trabaje fuera de casa por cuestiones machistas, acarrea que él deba laborar más, lo que afectará por ende su salud y su esperanza de vida; otra vez las estadísticas son objetivas: hay más viudas que viudos en la tercera edad. Todos sufriendo por aquello que sí se puede evitar.

jueves, 21 de agosto de 2008

Política y distancias de discurso (II)

Los políticos del Legislativo son también propensos a alejarse de sus palabras, comprometidas en campaña a favor del pueblo -al que se suponen representarán y defenderán en sus intereses más elevados- y pasarse sueltos de huesos muy rápido al otro lado de la orilla.
En sus apremios personalísimos, no pocas veces, rayan lo ilegal: un informe de la propia comisión de ética del Congreso de la República del Perú hecho público hace una semana anunció que el 52% de los parlamentarios cargaba sobre sus espaldas denuncias por ilícitos.
En total 63 padres y madres de la patria con estos procesos, engrosan 105 expedientes, para 111 denuncias, indeterminadas horas de trabajo en sus investigaciones, harta plata en tramitación que también sale de nuestros bolsillos y mucha indignación nacional que luego se traduce a desconfianzas alarmantes ante el congreso de acuerdo a todos los reportes de opinión de los últimos cinco años sobre le tema.
Los congresistas peruanos han hecho célebres desde frases como “por los viejitos” que sirve de caballito de batalla pero luego olvidan con sutileza, a esa traición verbal del subconsciente que fue el “por Dios y por la plata”. Pero las más de las veces ni esos folclorismos los delata como las contundencias de sus ilícitos de estos últimos meses.
De más reciente a más antiguo, todo el país ha acudido al desparpajo con el que Carlos Torres Caro le recomienda a Gustavo Espinoza que "antes que el país tiene que estar el bienestar tuyo" a sazón de una componenda para apoyar una mesa directiva; la evidencia también en audio de Margarita Sucari, recortándole el sueldo a una trabajadora para supuestamente favorecer a otros asesores; los papeles de contratación para la pareja sentimental de Yaneth Cajahuanca; y etecéteras que suman otros parlamentarios que todo el país reconoce al menos como sinónimos de viveza en Tula Benites, Elsa Canchaya…
Defensoría del Pueblo iniciará en breve una campaña ciudadana que reforzará la lucha anticorrupción y que operará en cinco regiones del país. Hay herramientas –tecnológicas, documentales- para denunciar no sólo a políticos y funcionarios ahora más que nunca, pero hace falta que se señale a los que se aprovechan desde cualquier espectro del Estado para ellos y no para el común. De eso se trata. No de dar la espalda. Porque, “Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”, de acuerdo a Joan Baez.

martes, 12 de agosto de 2008

RITOS A RATOS

La historia no define cuándo y en qué lugar el ser humano se entregó a su primer rito desde su nueva condición de especie superior. Como fuere, desde ese momento lo hemos llevado a instancias mayores… y menores.

Debió ser hace unos 15,000 o 12,000 años y quizás en algún lugar de África. Pudo ser una adoración a las aguas, o una plegaria a los cielos, antes que el asombro que debió provocar la hechura del fuego. Cualquier aproximación será sólo eso, pura especulación. Los ritos nacieron. Eso es lo importante. Pero más, que se apoderaron de nosotros.

Los ritos no pertenecen en exclusiva al sapiens sapiens. La fauna –y alguien señala la flora- es prolífica en rituales. Los animales no importa la clase, familia, especie, se manejan en ritos a veces muy elementales, otras exquisitamente ampulosos. Los ritos enmarcan los tránsitos a la adultez, la asunción al poder, el apareamiento… Las águilas y demás aves rapaces empujan con sus picos a sus otrora polluelos desde cimas vecinas a los cielos para que se batan su vuelo de estreno, los bonobos hinchan sus narices rojas para enfrentar al rival(es) con el (los) que disputará el liderazgo del grupo, desde las delicadas mariposas a los toscos rinocerontes se procuran exhibiciones para que una congénere los elija a ellos y no a otro para efectos de la reproducción…

Es curioso cómo en esos tres aspectos de la vida (tránsito a la adultez, asunción al poder, apareamiento) los humanos hemos heredado de nuestros hermanos animales –uso un concepto de Francisco de Asís- el apego a los ritos. Pero los humanos hemos potenciado y al mismo tiempo reducido su concepto: hemos respetado la colectivización del ritual aunque también individualizado su espectro: hay ritos por sujeto en lo que conocemos como manías, algunas coincidentes en la especie (Maitena, la caricaturista argentina graficó seis vicios menores de mujeres como el de reventar los globitos de esas fundas que protegen artefactos domésticos); pero también hay manías específicas, difícilmente compartidas, esas del sujeto oscuro que Patrick Suskind, autor de “El Perfume”, retrata para su novela corta La paloma, un tipo que trabaja de conserje en un banco y que es incapaz de comenzar un día sino sigue una hojas de ruta “improbables” sólo para cruzar su habitación.

Los ritos humanos están enmarcados en contextos diversos y los valida la cultura. Hay en ellos fuerzas diversas que los empujan a ser como son y no de otra manera. Razones que tienen que ver con la religión, las creencias, la cosmovisión, la tradición, etc. Los ritos son, en ese sentido, amorales, están libre de todo juicio, de polvo y paja. Por eso es que a civilizaciones sangrientas como la Azteca y la Moche, que de hecho lo fueron (sacrificaban humanos) no se les puede juzgar a la luz de la actualidad, solo describir en lo que hoy llamaríamos excesos. Es así, a los ritos se les sigue o se les mira de lejos, no se reta al rito.

Política y distancias de discurso (I)

Aunque sí debiera indignarnos, en el Perú no debe sorprender tanto que los políticos en funciones se muestren precisamente en la práctica, distantes de sus discursos de campaña y promesas, a veces incluso en contraposición absoluta de lo que como conducta honesta se espere de ellos.
Por eso que Lourdes Flores, candidata del capitalismo progresista, haya llamado en rebote al ahora mandatario “Presidente de los ricos”, es comprensible para entender a quien ya una vez, entre 1985 y 1990, se metiera sus palabras de candidato al bolsillo para pedir estatizar la banca entre otras perlas. Hoy, un APRA bien capitalista parece la sombra de lo que Haya delineara como ideología marco hace más de 50 años.
Antes y después de García otros gobernantes se habían alejado de sus discursos previos al sillón presidencial. Recordemos solamente estos electos por voto popular: cuatro veces mandatario, Ramón Castilla y Marquesaza, tuvo que tragarse los sapos y culebras que supuso la sorpresa de una nueva Constitución (1956) y que desató tremenda guerra civil de dos años.
En su gobierno de 1868 a 1872, José Balta permitió que su ministro de hacienda, Nicolás de Piérola, entregara la explotación del guano de las islas a la casa judio-británica Dreyfus, y despertó con ello las iras de los oligarcas limeños. Balta fue populista, con la plata levantó obras de grata recordación, pero dejó un forado de reendeudamientos con sus concesionarios que la historia no sabe perdonar.
Manuel Prado y Lavalle hereda en 1872 una economía endeble que, una vez más en la historia de los mandatarios elegidos, le hace ir contra sus el rigor de la palabra empeñada y establece estancos al salitre que termina tiempo después estatizando porque de todas maneras la plata aún no alcanza a la hacienda pública.
La historia se divide para certificar si Mariano Ignacio Prado Ochoa para su tercer gobierno que iniciara en 1876 se fuera a Europa con un botín dizque a comprar armas en 1879 para la Guerra del Pacífico, avivada y asumida por él, dejando presidente interino y regresando sólo cuando los fuegos de la confrontación habían cesado.
Y ya conocemos el caso de Fujimori porque es historia reciente; de entrada en su primera elección, en 1990, no demoró nada en desdecirse de sus promesas electorales para embestir con su famoso y malhadado Fujishock, un remezón a la economía cuya fórmula había “tomado prestado” de su rival de justas, Mario Vargas Llosa, a quien fustigó con un catastrofismo que hizo cambiar nada menos que el curso de una historia que parecía cantada…

Flor que abre, flor que cierra

Con el nombre de Proyecto Cucarda, la docente y los alumnos de un curso de comunicación para el desarrollo entregaron a la Escuela que dirijo hace sólo una semana su proyecto acreditable, una suerte de evidencia traducida en hechos mismo de su experiencia de cuatro meses académicos. No fue ni una entrega simbólica ni cerrada; más bien todo lo contrario, en público y a viva voz aunque sus ecos, por lo menos ahora, hayan sido no tan sonoros.
Cucarda basa su esquema en varios componentes interesantes. Por ejemplo, un cortometraje ficción que grafica la historia de un niño que debe debatirse entre ir la escuela o trabajar en una combi. Se llama El Gol de Tomás y sus lecturas son semánticamente ambiciosas, no solo se alude a un gol futbolístico, que se da en el vídeo, sino también a una meta, un propósito mayor. Este producto se proyecta en parques de sectores en los que justamente el trabajo infantil es parte de su realidad. A esto se llama video plaza, pero también se hará lo mismo en varias escuelas.
El proyecto Cucarda, que sigue con una agenda para medio año más, focaliza su atención pues en diseñar una hoja de ruta orientada a promover acciones de sensibilización dirigidas a esa población vulnerable que es la infancia y adolescencia que trabaja así como a varios otros actores involucrados en la problemática (padres y madres de familia, empleadores, autoridades, etc).
El grupo que lidera Ana Calderón, conocida promotora de derechos en sectores menos favorecidos, ha querido centrar la atención en esta realidad toda vez que el trabajo infantil y adolescente, contrario a ser una salida a ser pobres, aleja a los niños(as) y jovencitos(as) de sus intereses etáreos y, porcentualmente, les cercena el futuro, en lo que los especialistas llaman la espiral de la pobreza, con esta lógica: el niño es pobre - el niño trabaja – el niño no aprovecha la escuela - el niño se vuelve adulto – el adulto sigue pobre…
La infancia y adolescencia suman el 37% de los peruanos. Unos dos millones de niños y niñas trabajan en el país. Según el INEI, sólo en Lambayeque, departamento con mayores índices en ese problema, la cifra llega a 70 mil.
El bautizo de cucarda a esta experiencia, que sólo por sus motivaciones merece ya sus aplausos, nació de una analogía. Ana me cuenta que se eligió porque la cucarda es una flor que en condiciones favorables se abre al mundo, y florece en su esplendor; pero puede replegarse y no crecer si su ambiente no es el más propicio. En efecto, a los niños y adolescentes les puede pasar lo mismo.

sábado, 26 de julio de 2008

CALATA SOBRE CABALLO Y CORCEL

Sobran los delitos de mayor tamaño como para que desde el Ministerio de Justicia, el Ministerio Público, varios abogados independientes y un sinnúmero de moralistas advenedizos como respetables, se ocupen de la calatería de Leysi Suárez.
Bailarina, cantante, modelo, nudista, ojo de la tormenta por haberse metido a una travesura irreverente, en un cóctel que combina a mujer-patria-moral-derecho-ley-espectáculo, la Suárez, sin nada más puesto que unas gotas de perfume, ha conseguido tras su eventual sesión de fotos para una revista novísima, voltear a todo el Perú patas arriba a escasos días del 28 julio. Nadie por ejemplo mira el negocio que se quiso con el desnudo (gráfica explotación sexual) , me advierte una consultora en términos de feminismo.
Sentada sobre el pabellón nacional encima del lomo de un caballo de pelaje almibarado, la Suárez, 20 añitos, flor abierta al mundo, habría ido más lejos de lo pensado. Ministra de la Mujer y varios fiscales le ven la interpretación auténtica a un código penal ambiguo, impreciso, para castigar su “irrespeto” a los símbolos patrios. Cuatro años podrían encerrarla, alegan, y que todo se difunda en los medios porque es eso, show, y el show debe continuar.
Pero va a ser difícil, han analizado cuando les he consultado, varios expertos en constitucionalismo y derecho penal. El código penal habla de “ofensa, ultraje, vilipendio y menosprecio”, y esos términos pueden ser, para calificar actitudes o conductas, bien subjetivos. “Primero habrá que probar cual fue la intención del desnudo; y ver si hubo dolo”, me advierte un abogado. Visto así, la Alma Bella podría argumentar “otras intenciones”: pasión por el arte, por ejemplo o sentar que ésa es su forma creativa de “ofrecer sus votos” a la Patria
El desnudo tiene con el “irrespeto” a los símbolos patrios relaciones esporádicas y difíciles. Pero las tiene. El poster de la cinta Larry Fint (1996) muestra al actor de la cinta de frente y manos abiertas, envuelto a manera de calzoncillo con la bandera de los EE.UU. Madonna, en un concierto en Panamá a fines de los 90, se pasó la bandera de ese país entre las piernas. Paulina Rubio en año pasado apareció en la versión española de Cosmopolitan desnuda también cubierta sólo con la bandera mexicana.
Debe Leysi Suárez -y es un consejo no moralista- desnudarse menos y leer más. No sólo el código penal. Por ejemplo tratar con el dramaturgo español Enrique Jardiel Poncela. Le hubiera caído a pelo su cita “¿Quién dijo que cuesta más vestir a una mujer que desnudarla?”. En todo caso, la cuenta podría pagarla esta vez la misma calata.

REGRESO AL PASADO

Hay motivos recientes para volver a sentirnos orgullosos de nuestros ancestros. Sólo hace 15 días las noticias nacionales –y el rebote de los cables-abrían con el hallazgo de una nueva tumba moche, correspondiente nada menos que a un personaje de similar jerarquía de mando que el famoso Señor de Sipán, y por ende importancia histórica.
Cuando a mayo de 2006, la arqueología mundial pensaba que el descubrimiento de la Dama de Cao, en La Libertad, era el más importante en los últimos diez años, la puesta a la luz de este nuevo jerarca mochica, vuelve a sorprender gratamente y puede incluso delinear una nueva tabla estadística: si contamos con que el Señor de Sipán fue descubierto en 1987 y que éste último ya se encontró en 2008, se está descubriendo a razón de cada 10 años en el norte del Perú a algún dignatario precolombino y con él (ella) su equipaje de riquezas en oro y plata, amén de toda la información que ésta significa sobre su momento histórico.
Christopher Donnan, uno de los más reconocidos investigadores de la cultura moche, estuvo de paso por Chiclayo la semana pasada. En una conferencia concurridísima nos ha pedido estar orgullosos con nuestro pasado por razones obvias. Pero nosotros ya le hemos hecho caso antes de que en su español con dejo gringo estallara su consejo. Sólo que el orgullo por el pasado debería siempre señalar al futuro. Ahí está el punto.
Volver al pasado es en estricto leer hacia delante y no hacia atrás. Lo demás son saludos a la bandera. Y eso sirve tanto para aquellas civilizaciones que no tienen de qué enorgullecerse: como la alemana post hitleriana. Miró hacia atrás, le hizo ascos al loco de Hitler y construyó una sociedad digna, en lo económico, en lo social de allí para adelante. Vale.
Milan Kundera, el escritor checo, ha escrito que de aquello de lo que uno no es culpable no tiene porqué enorgullecerse ni avergonzarse. Yo, modestamente, añadiría que si hay algo de que enorgullecerse eso debe ser motor, no simples paradigmas para alegrarnos el presente. En este caso estamos acá los lambayecanos, los liberteños, los peruanos, como para que el ensueño del pasado nos haga olvidar hacia donde vamos, o queremos ir, y nos provoque de pronto dormirnos en nuestros laureles.

NO PLAGIARÁS

Es grande el desplegable que viste la pared de uno de los edificios principales de la Universidad Privada del Norte, Trujillo. Más que su tamaño, me sorprende el coraje de la campaña que enarbola, tratando de poner parches en heridas que ya existen (y no sólo en ella) respecto al plagio que de común cometen algunos o muchos alumnos… uno apenas sabe.
Esa misma casa de estudios abrió el número inaugural de este año de una de sus mejores revistas con una disculpa valiente sobre el mismo tema; un alumno colaborador del magacine, Carlos Hernández, había camuflado como suyo un texto íntegro tomado del blog busconovia de El Comercio.com, y que correspondía al periodista Renato Cisneros. La sanción para el universitario fue ejemplar: fue expulsado de la plana de colaboradores y suspendido de clases.
Los casos de plagio son bien comunes en el trabajo de universitarios y sé de buena fuente que en escolares también. Aun cuando los docentes –no todos tampoco- se esfuerzan en desarrollar en sus alumnos habilidades de análisis, interpretación y síntesis de textos, la seducción facilista hacia el plagio es tentadorísima ahora avivada por recursos más a mano como la Internet, no culpable pero sí potenciadora de lo que llaman la cultura del copy & paste.
La propiedad intelectual es supuestamente protegida por la Ley sobre Derecho de Autor, aprobada por Decreto Legislativo 822, en concordancia con la Decisión número 351 de la Comunidad Andina de Naciones, y una retahíla de convenios internacionales. Pero como en el caso de otros derechos, es ley en letra muerta porque vigilarla supondría una implementación milimétrica que nadie, ni el INDECOPI, puede hacer al dedillo y que de darse convertiría a la mayoría de transcriptores de textos en brujas perseguidas por una nueva Inquisición.
Esta semana me choqué con un plagio. Los autores, alumnos míos, insisten que fue un error; les he dicho que hay faltas culposas y dolosas y he mencionado el caso patético de Bryce Echenique y sus veintitantos plagios puestos en evidencia por bloggers y una denuncia sostenida de Perú 21 (plagio al extremo: el intelectual plagiando a intelectuales). Quiero creer la inocencia de mis alumnos pero me consume la duda, como a la esposa la figura de la amante que no ve pero que sabe ronda al marido. Lamento que aunque rectifiquen quizás no procesen una actitud sensata y sostenida de respeto hacia algo intangible pero real que no es suyo, es ajeno, y que merece la consideración al menos del entrecomillado y la referencia (así de fácil). Y un amigo me desalienta al teléfono en línea desde Trujillo: “El plagio es sólo un síntoma, denuncia el irrespeto a la intelectualidad ajena, lo poco que la gente en países como el nuestro consideran como importante”. Puro mundo material.

LADY, LADY, LADY

Con el título de “Amada amante” publiqué hace ya varios años en Día 30, la revista mensual que dirige casi artesanal pero maravillosamente Luis Eduardo García, en Trujillo, una suerte de reflexiones en torno a la entonces comidilla de la prensa Jackeline Beltrán, a sazón de su desgracia por haber sido el delirio de ese personaje oscuro, el doc Vladimiro Montesinos, y desde esa incomoda posición, receptáculo de sus atenciones en contante y sonante, lo cual la llevó a cárcel y otros pesares.
Salvando distancias, ninguna otra dama peruana, ha conmocionado tanto desde el escándalo de la Beltrán como la chiclayana Lady Bardales. Desde el miércoles último ya en manos de las autoridades, rea contumaz, la pasa en prisión hasta que aclare un supuesto enriquecimiento ilícito que ha negado ante el Congreso pero a lo que en algún momento y ya ante los jueces, furibunda en desacato, también se mostró elusiva.
La teniente Bardales, con su historia entre rosa y roja, ha robado esta semana espacios a noticias más importantes, como la del testimonio sesgado del ex asesor Montesinos en el los juicios a Fujimori, y el rescate a la ex candidata a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt.
Es que al margen de su posible delito, Bardales reúne mejor los ingredientes para ser el blanco de la prensa y la comidilla general. Habría sido la amante de un mandatario y no de ningún asesor, además en circunstancias de relaciones labores, pues fue la escolta de Toledo. Bardales suma, o sumó, unos aires contestatarios a su imagen, no quiso declarar para el caso de por qué manejó sin licencia su auto rojo pasión y luego dejó a la justicia esperando su versión por los dineros dudosos. Antes, se había renovado en aires de frivolidad cuando le entró al modelaje al paso casi inmediatamente después de colgar el uniforme verde olivo que vistió de policía. Añádase que dos muertes elevaron su mito: la de su perito contable y la de un novio previo a aquel con quien se paseó clandestina en las arenas de un balneario norteño.
Cada uno de esos detalles contribuye a la leyenda Bardales. Mas, como en el caso anterior, el de Beltrán, pesa más su condición de amante para una sociedad que las celebra en privado pero las castiga en público. Me sorprende una amiga feminista que, a propósito su caso, se escandaliza con el solo hecho de convertirse en “la otra”. “Tengo mis límites”, se excusa aunque sin argumentos sólidos. Pero su respuesta nos resume una porción de un aun pacato imaginario colectivo.

DILEMAS DE MOCEDAD

De las treinta y tantas preguntas que un grupo de alumnos de la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza de Chachapoyas han planteado a dos direcciones y la sede central del Gobierno Regional de Amazonas, para un trabajo sobre la atención que se brindan a solicitudes de información, tres que apuntan sobre la Dirección de Salud llaman mi atención.
No piden nada del otro mundo. Pero delata sus inquietos intereses generacionales. Curiosidad de jóvenes. Sin ponerse de acuerdo, Víctor Trauco, Jorge Tafur y Luis Yóplac han solicitado respectivamente, las estadísticas de afectados con depresión durante los últimos tres años, las estadísticas de suicidio en los últimos cinco años y los números generales de salud mental en la región Amazonas también para el reciente quinquenio.
A otro grupo de jóvenes, ya no partícipes en ninguna investigación, pero sí en un festival de cortometrajes les llama la atención en general temas que no distan mucho de los de sus pares de Amazonas. De los 35 cortos participantes elaborados todos por universitarios en un buen promedio delatan su inquietud hacia aspectos mentales, emotivos, de mucho conflicto interno propio y en varios casos con tendencias violentistas, tanáticas.
Uno de los cortos se titula “Entre sábanas y muñecas”. Es un relato de menos de 10 minutos que entreteje dos historias de incesto. Es chocante, fuerte y puede herir susceptibilidades. De hecho, eso ha pasado en la casa de estudios de donde proceden sus jóvenes autores, una universidad católica. Allí se le ha censurado, pero los chicos han sorteado la barrera de la censura y no sólo han participado sino que se han llevado un primer premio.
Un psicólogo defiende la propuesta temática. Me dice que en su consultorio esas historias se escuchan a menudo y que los internos de su programa de psicología del que él es autoridad reportan casos de incesto, violencia sexual, intentos suicidas muy de común.
Veo cifras de Instituto Guestalt de Lima y no le dejan mentir (unas 200 personas se han suicidado en el país sólo en lo que va de 2008 y se estima que se dan casi veinte intentos fallidos por cada suicidio efectivo). Las cifras de violencia sexual en el seno del hogar tampoco son como para no hacerles caso.
A los muchachos y chicas el tema les preocupa. Así lo evidencian en investigaciones y creaciones. A espaldas, muchas veces de lo que creemos les interesa quienes nos ocupamos de su educación. Será que es necesario orientar nuestras brújulas en dirección de las suyas.

lunes, 7 de julio de 2008

Welcome, TLC

A espera de la sola firma de George W. Bush, el TLC está ya tan, tan cerca que de pronto comienza a insuflarnos miedo. Las reacciones en el Perú, luego de que el senado de los EE.UU. aprobara el Tratado por amplísima mayoría, han tenido ese tono, un tufillo de temor en el sentido de que si podremos con los estándares de calidad que se exigen internacionalmente, si lograremos los volúmenes de cantidad necesarios para satisfacer demandas de tamaño grande, o si seremos capaces de cumplir con las normas contextuales –sólo en lo laboral- sin las cuales al tratado simplemente se le daría marcha atrás desde el Norte… en suma si estaremos listos para competir como se debe.

Las preocupaciones tienen sentido. El país tiene potencial pero también malos manejos cuando se quiere. Nuestra imagen mejora a nivel internacional pero aun aparecemos (último reporte de hace un par de días nomás) en los rankings de corrupción. Se está solventando cuantitativamente un comercio formal, pero porcentualmente el comercio informal sigue en ascenso (y con él todas sus lacras, como la piratería). Hay más poder adquisitivo en sectores como el B, pero en el C siguen tocando fondo.

Como ya se han adelantado a decir varios especialistas, el TLC no es una realidad sino una coyuntura. Es decir, el resultado puesto en blanco negro entre dos países que mantienen un concubinato económico interesante: las inversiones de los EE.UU. en el país han aumentado de 1,486 millones de dólares a 2,677 en diez años; hemos aumentado nuestras ventas a la tierra del tío Sam de 1,980 millones de verdes a 3,173, si comparamos 2002 y lo que va de 2007, y las cifras siguen en una lectura que en realidad nos ponen al Perú como el más beneficiado de la relación de ida y vuelta.

La pelota, entonces, rueda en la cancha hace rato. Pero ahora que está más pareja, con el césped cortadito y los arcos pintados, también hay réferi y algunas reglas que cumplir; tanto acá como allá. Claro, para un país formal, como lo es más EE.UU. esperar que se cumplan resulta más realista que eso mismo ocurra en el Perú. Pero debemos hacerlo.

Una más: si salimos airosos de ésta, “nadie nos para”, como reza el eslogan de una nueva cerveza. De hecho, la puerta se abrirá de par en par, merced a que no sólo con el comercio con los EE.UU. es que se ha construido esta nueva imagen para el país, en la que. Lo repito siempre Perú ya está en la mira hace años: La Copa América, El Mundial de Fútbol sub 17, la elección de Maju Mantilla como Miss Mundo y ser sede para la APEC el año próximo están poniéndonos una y otra vez, en el centro de la atención. Son buenas condiciones, ahora con este primer tratado de libre comercio que firma los EE.UU. con otro país. No sería sensato no hacer todo lo necesario para aprovecharlo al máximo.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Viva la reina Reyes

Las feministas deben andar de pláceme. Mario Leguizamón, jugadorazo uruguayo, se fue de boca contra una mujer. Unos días después, sancionado en one, tuvo que irse del club Universidad San Martín que lo albergaba. Su exabrupto verbal contra la árbitra Silvia Reyes, en el fragor de una contienda futbolística, le ha costado que la opinión pública le baje el pulgar a él y se lo eleve a la dama de pantalones cortos y personalidad grande.

Presionado o no, el jugador pidió disculpas,. La jueza no las aceptó (dijo “no” antes de que un periodista terminara de preguntar si las aceptaba). La comisión de árbitros pidió seis meses de sanción para el agresor (un insulto es una agresión, porsiaca). Los directivos del club evaluaron rapidito y dieron a Reyes, al colectivo feminista y al respetable público en general más de lo que se pidió.

El hecho ya marcó precedentes en una sociedad que, aunque menos que antaño, aun rezaga a la mujer en diferentes áreas. Ya es un hito histórico en el fútbol donde la mujer se cuela por espacios apenas entreabiertos (se vocea a Reyes para dirigir el clásico en purito gesto de desagravio). Ha despertado que desde la ministra de la mujer hasta el panadero hablen del caso y se solidaricen con ella. Y va a traer colas insospechadas, como el que Ana Paula, árbitra brasileña, polémica además por caletearse para Play boy, se ocupe de su colega peruana con singular empeño.

A diferencia de la violencia sexual y la violencia física contra la mujer en la que hay datos puntuales y cifras (los expertos creen que siempre en subregistro), la violencia verbal de un hombre hacia una mujer, por el solo hecho de su condición femenina, es menos susceptible de ser registrada.

Ana Calderón M., especialista en problemas de género y docente universitaria, estima que la violencia contra la mujer no se ha visibilizado aún en varios de sus aspectos más domésticos pese a su frecuencia, que se da además en espacios muy elementales como la escuela y la calle, donde es común oír insultos de un varón contra una mujer. “Pero las noticias ya están señalando casos de atropellos verbales a policías femeninas, a estudiantes mujeres de instituciones policiales o fuerzas armadas”, se contenta en parte.

El maltrato verbal a Reyes no es un caso aislado. Hay que felicitar su firme reacción (“La mujer que duda está perdida”, escribió Joseph Addison). Y celebrar la posibilidad de haber traído el tema a la esfera pública. Aunque, claro, mejor hubiera sido que los maltratos no ocurriesen, pero ya que ocurren, lo segundo mejor sería que se pueda tener registro, denuncia de ellos. Es que, como reconoce un documento de la cumbre de Beijing, “[...] la falta de estadísticas sobre la incidencia de violencia [a la mujer] hace difícil la elaboración de programas y el seguimiento de los cambios”.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Una TV apta para menores

Viendo a María Fernanda (cuatro años, niña casi hiperactiva, sobrina mía) no me es imposible creer que en realidad haya una buena TV para niños. Una hora al día, de tarde y sólo luego de las tareas, se sienta frente al televisor grande de su sala para ver, en el Discovery Kids, Lazytown, Blackyardigans, Barney o algún otro programa que combina -en dosis sensatas- diversión y valores, cultura y buenos modales, reflexión crítica y carcajadas inocentes.

Del proyecto de tesis de unos alumnos, a quienes asesoro, y que estudian los efectos de la TV en el rendimiento académico en escolares, resalto unos datos que no me sorprenden: La Sociedad Canadiense de Pediatría concluyó en 1999: “Así como existen buenos programas, la cantidad de violencia en la TV se esta incrementando. El niño promedio verá 12.000 actos violentos en la TV anualmente (incluyendo asesinatos y violaciones). Más de mil estudios confirman que la exposición a esta dosis de violencia televisiva incrementa las conductas agresivas, especialmente en varones”.

Los españoles Altamirano, Barbancho y Santos refirieron hace tres años, tras un sesudo análisis descriptivo y transversal sobre hábitos televisivos de los escolares de Plascencia, que estos le dedicaban más tiempo a la TV que a cualquier otra actividad no escolar. En el Perú, un estudio realizado por el Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV) en 2006 se lamenta que nuestros niños aparezcan entre los principales consumidores de TV abierta con un promedio de dos horas 20 minutos diarios de visionado, el 29.3% sin ninguna compañía. También resaltaba que el 71% de programas contenía violencia; el 48%, situaciones y/o referencias sexuales; y más de dos de cada 10 se floreaba en lenguajes impropios para su edad.

Las generaciones mayores crecimos con Félix el Gato tratando se sortear vicisitudes de donde salía airoso, la Gata loca recibiendo ladrillazos de un ratón elusivo a sus amores, con Don Gato pasándola piola con su pandilla casi gansteril, con Silvestre acosando a un Piolín de menú, con Tom persiguiendo a Jerry, con Popeye rompiéndole la mandíbula a Brutus…

Bastante violencia de manera juguetona. Pero violencia al fin y al cabo para una generación que hoy se lamenta de ella. Si se pasa la página, la TV que ven los niños hoy debe ser otra. Como la que pasa el canal que ve María Fernanda y otros que entienden asumir roles menos desentendidos. O sea, no como en lo que persiste en promedio la TV de señal abierta.

Se puede. Y se debe. No son gritos desesperados ni cantos al vacío. Justamente, el CONCORTV reunirá en Lima, en tres semanas, posturas y experiencias en un evento abierto sobre la TV y Radio que los niños peruanos, de acuerdo a marcos internacionales y a una flamante nueva legislación establece con legitimidad. Habrá que ver y oír. Habrá que sintonizar bien.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Tres Marías

Si alguna fecha propia se quisiera instituir para un homenaje pro respeto a la mujer, esa debería buscarse en el Perú entre la primera quincena de junio. En solo estos 15 días de este mes aciago de 2008, tres casos retratan con diferente matiz y distintas resultantes el espectro de discriminaciones que todavía –ahora y siempre- se ciernen sobre las mujeres.

Fiesta de Reyes: Al final celebró el castigo al uruguayo Mario Leguizamón, que se pasó en un exabrupto cuando le levantó la roja. Pero Silvia Reyes la vio negras, como árbitra de un campeonato superior. El luego separado del club de la Universidad San Martín, mentó el oficio más antiguo del mundo para 1) atribuírselo a la jueza o 2) como “ingenua” interjección. Igual, cuando debía estar más calmo, fuera de la cancha, le increpó calenturas a la dama en lo que consideró una injusticia de sanción. Ya nos hemos referido al tema (Viva la reina Reyes, la República 12/04/08). Pero cuesta trabajo que tres prestigiados comentaristas deportivos, dos varones y una mujer, amparen el maltrato, ante una poco hábil (para este caso específico) Rosa María Palacios, en el hecho de que la árbitra no domina los códigos verbales del deporte...

El Libro de Esther: Escribe su historia en el periodismo desde antes de los 18, y así como 18 años también que decidió aceptar ante los otros que en preferencias de alcobas lo suyo no son los hombres. Con la frente en alto y entregándose al oficio en crónicas, reportajes y opinión creativa, Vargas es un nombre que se ha podido ver en RTP, leer en La República y ahora en Perú 21. Tan buena que la llaman un día a que dicte en su alma mater, la San Martín. Pero la semana pasada destapó a los cuatro vientos un intento de discriminación laboral en razón de su opción sexual confesa. La universidad retrocedió en su intento pero ella no ha callado porque cree que ha subestimado una realidad que ahora ha sentido en carne propia.

Despertar de la reina: Johana Nakano recibió la corona del señorita Chiclayo el sábado; y el domingo el alcalde de la ciudad pedía su cabeza, perdón, su corona. Unos vídeos íntimos colgados en You Tube, una moral de muchas aristas, una legislación con vacíos, el morbo público nacional, y el aleteo de algunos gavilanes a su lado, entre otros ingredientes se han constituido en el cóctel perfecto que ha emborrachado su piel morena y ojos almendrados. Los concursos de belleza piden, al menos para la exhibición, cualidades que no cumpliría ni la virgen María. Tras el reinado, las misses suelen y no en pocos casos, protagonizar desnudos para Play boy (la última fue la venezolana Alicia Machado). Cualquier previo al certamen invalida su presente de reina como le ha pasado a Vanesa Williams en el Miss América de hace más de dos décadas. Nakano no puede contar un final feliz aún. Pero si la vida la ha golpeado tanto antes de los 20 y la ha castigado feo por el libre ejercicio de su sexualidad y la indiscreción de un facineroso, como dice la canción “después de cada noche nace el sol”. Lamento que sea tan poco premio consuelo.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Transparentes e invisibles

Hace ya muchos años, décadas la verdad, una maestra de primaria me enseñó la diferencia sutil y radical a la vez entre ser físicamente invisible y ser transparente. En lo uno, no te pueden ver, pero estás, me dijo. En lo otro, estás, te pueden ver, tanto que se puede ver a través tuyo, continuó. ¿Qué es mejor, ser transparente o invisible?, le pregunté. Eso lo sabrás con el tiempo, contestó.

No recuerdo el nombre de la maestra pero sí la lección y sobre todo haber aprendido que mejor es la transparencia. Pero no soy el único que debe saberlo y actuar en concordancia a ella. Para un estado democrático, es importante que sus funcionarios lo entiendan y asuman. Algo que pese a un cuerpo legal consistente (La Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública 27806 y su reglamento, ambos en vigencia desde 2003), ocurre apenas en el Perú.

Al 30 de octubre de este año, vencía el plazo para que las entidades públicas actualizaran sus portales webs con información administrativa y financiera referente al tercer trimestre de 2007. Menos del 40%, Sólo 16 de las 41 que monitorea el Consejo de la Prensa Peruana han cumplido con la norma. Además 10 no han actualizado información sobre la ejecución de su presupuesto, remuneraciones y gastos generales.

Hay detrás de cada norma un sostén filosófico-práctico, a veces más de allá que de acá, pero base siempre para que aquella se erija. Se le llama espíritu de ley. Tras la Ley de Transparencia existen una serie de razones que la fundamentan, por ejemplo la de la presunción que una instancia que se dejar ver al trasluz nada tiene que esconder; sólo eso es radicalmente trascendente en sociedades como la nuestra, con larga tradición de corrupción y sitial preferente en los rankings del mismo tema. Pero también está la lógica directamente proporcional centrada en un derecho individual (el de la información) según la cual un ciudadano informado ejerce mejor esa abstracción precisamente llamada ciudadanía: participa, reclama, controla, elige mejor a sus autoridades…

Ser transparente es mejor, claro que lo es. Mi maestra bien podría haber capacitado a quienes, en el sector público, aun prefieren la invisibilidad.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Temores de Carretera

El fax que me envían de la II DIRTEPOL- PNP Chiclayo sobre un comparativo de accidentes de tránsito fatales, léase que acabaron en muerte, sólo confirma lo que en realidad vivo a diario cada vez que tomo un tramo de avenida y una carretera mayor rumbo a mi empleo. Este parque automotor, digo el regional o más en específico el local, es terrible en imprudencias, basto en maniobras evasivas –hay que reconocer- pero, a la larga, con importantes saldos que lamentar. (en Lima, los comparativos muestran más bien disminuciones en accidentes fatales)
En el primer cuatrimestre del año, los 47 accidentes de tránsito con muerte incluida equivalen al 42% de todos los que ocurrieron el 2006. Ese año fueron 112, seis más que en 2005. Sorprende gratamente que cada vez sea menos la ebriedad la razón mayoritaria. De hecho sólo cinco se han dado por este motivo. Ahora, y hace ya algún tiempo, ser imprudente –conductor o peatón- se vuelve la causa más recurrente, 53 y 36% respectivamente.
La seguridad vial atraviesa una transversalidad que recién se aborda oficialmente. Involucra la conducta de conductor y caminante. Y pasa por una educación que en el colegio, es apenas impartida como teoría: Veo cada día en el Puente peatonal que une al colegio Magdalena Sofía y el Parque Infantil a cientos de niños jugándole chibiría a la muerte al cruzar la Salaverry en uno de sus puntos más caóticos precisamente a algunas horas más caóticas.
La Oficina General de Defensa Nacional del Ministerio de Salud es la oficina responsable de la coordinación y ejecución de una urgente Estrategia Sanitaria Nacional de Accidentes de Tránsito. De acuerdo a sus propios objetivos, su desafío es no sólo lograr la baja de muertes y lesiones post accidentes sino sobre todo, modificar las conductas de riesgo entre los de arriba y los de abajo (léase quienes conducen y quienes caminan). Se han establecido para ello cuatro roles: rol científico, rol educativo, rol informativo y rol asistencial.
Lograr que el peruano y el chiclayano cambien debiera ser una cruzada nacional para abordar la prevención y el buen accionar. No pierdo la fe pero la veo difícil, porque aun con el parque en caos resultamos, cuando somos prudentes, a bordo del vehículo o a pie, resultamos indulgentes con el que te pasa en curva, el que no usó direccionales para dar vuelta, el que paró al taxi en medio de la acera y esa larga lista de etcéteras que se sabrá usted de sobra.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sipán
luisalarconll@gmail.com

Sueños de Niña

Faltaba sólo un pedazo de tierra emergiendo de en medio y hubiera sido la isla de la fantasía. Le llamaron La Niña, no más nació como nueva para febrero de 1998 en medio de una aridez fatal a medio camino entre Sechura y Mórrope. Sus aguas se formaron de otras aguas desbordadas de cinco ríos y los aportes de dos lagunas. Hija de El Niño de hace 10 años, La Niña –excusen el juego de palabras- le perteneció como creación festiva a un régimen del que hoy quisiéramos olvidarnos y que la vendió como el hábitat maravilloso de la tilapia y la liza, el refugio acuoso para turistas trasnochados, el paraíso para dos…

Recuerdo que se organizaron caravanas para conocerla en su azul interminable. El aparato estatal movilizó a periodistas de Piura y Lambayeque (en cuyos predios emergió mágica) y también de Lima (de donde se digitan las noticias grandes de carácter nacional). Se instalaron cerca descansos rupestres, refugios al paso, fondas para que coma el viajante; se alquilaba botes y motos acuáticas para surcarla en paseo; se tomaba uno las fotos que quisiera con su paisaje de fondo.

Se vendió así maná en desierto peruano, el cebo de culebra más barato que haya comprado quien quiso. En tanto, los embates del fenómeno fluvial más dramático y repetitivo en la historia del Perú hacían de las suyas con las casas de barro que se desasían a su paso, al ritmo que el gobierno central –Fujimori a la cabeza- rubricaba la promesa del eterno esplendor de una Niña… que finalmente, se disolvió en las arenas que la cobijaron, entrado abril, más bien apenitas.

No fue poca cosa. Las aguas de la Niña llegaron a juntarse hasta unos 8,000 millones de metros cúbicos y tener una profundidad promedio de 3.5 metros. Pero igual se trató, en términos prácticos, de la fachada de un psicosocial. En la misma línea de las vírgenes que lloraban. Con el sol reflejando sobre el cristal de sus aguas, se pudo obnubilar la vista –no de todos, por cierto- del país que se levantaban en peso unos corruptos que además ordenaban matanzas a discreción.

Miguel Angel Mejía, comunicador egresado de la Católica, gráfico de La República en Chiclayo, nos ha recordado a esa Niña traviesa, mentirosa, en dos páginas de una crónica que publicó Domingo, hace seis días. Más de dos kilómetros cuadrados entonces; apenas una fracción ahora, pero llena de vida loca para peces que son la cuarta parte de lo que median en el 98. La laguna interrumpe el tránsito a Bayóvar pero son la oportunidad de su vida para pescadores artesanales que le sacan lo que pueden antes de que vuelva a su ciclo de secado rápido. Todavía sirve de fondo para las fotos pero no se tarde tanto en decidir si quiere verla o tendrá que esperar al menos otra larga década.


*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Silencio otorga

Sobre la base filosófica popular del viejo adagio “el silencio otorga”, desde hace poco más de una semana rige en el Perú la Ley 29060 o Ley del Silencio Administrativo Positivo. La verdad, es que la ley se asienta sobre la base de erigir con más fuerza una sociedad democrática, eficiente y de buenas maneras en un país donde las formalidades son, en general, poco aprehendidas; y los excesos y desplantes ,una práctica común, sobre todo en el sector público, sobre todo en provincias, si la percepción no me engaña.

De acuerdo a la “Ley del silencio”, como se le conoce ya abreviadamente, si una entidad pública no responde en 30 días una solicitud a una persona, ésta dará su trámite como aprobado automáticamente. Por lo menos en teoría, la Ley pone al ciudadano nuevamente en la cúspide del Estado, que es como debe entenderse la configuración de una sociedad moderna.

Para efectos de la Ley del silencio, valen los pedidos de registro, revalidación, autorización y demás; y se excluyen, naturalmente, trámites que atenten contra la salud, el medio ambiente y el interés público en general. Para acogerse a ella, o sea a la Ley, se debe llenar el Formato de Declaración Jurada del Silencio Positivo que ya se halla en la web de la Presidencia del Consejo de Ministros.

Por lo pronto, ante esta misma entidad, el PCM, las entidades públicas tienen desde la vigencia de la Ley 29060 dos semanas para acogerse a ella y modificar lo que tengan que hacer en sus TUPA. Es decir adaptar sus procesos, lo cual ya cuesta trabajo y voluntad porque según se sabe sólo el 40% de municipios la acogió en su seno. Pero ya 13 ministerios y 15 organismos públicos descentralizados se adaptan a lo ineludible.

Adecuar una Ley en sus mecanismos prácticos es algo que a un aparato estatal desgastado y con poca actitud puede traerle dolores de cabeza. Por ejemplo, para la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública 27806 y su reglamento, vigentes desde 2003, las entidades públicas acaso han preparado oficinas adecuadas y mecanismos eficientes para su dinámica, pese a que se sienta sobre bases auténticamente democráticas y ciudadanas, como ya escribí hace algún tiempo.

Con la Ley del silencio va a pasar distinto, presumo, porque la ciudadanía la va a valorar más y la va a usar en esa misma medida, por sus repercusiones directas, prácticas e individuales, a diferencia de aquélla. Las entidades públicas van a necesitar tenerlo todo bien dispuesto ahora que el ciudadano tiene un gran as y no bajo la manga.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Señoras del Destino

En la historia que me cuenta Rosa María Alfaro, cabeza de Calandria y líder de un pensamiento progresista de diversas aristas con una repercusión que del Perú salpicó a Latinoamérica y ahora se empondera de EE.UU. y Europa, hay sin duda un apego a lo suyo (es feminista hasta el tuétano) pero también más para una lectura que nos animamos a esbozar en una conversación informal reciente que tuvimos juntos.

Se trata de una mujer que Alfaro ha conocido en Lima. No me detalló las circunstancias. Pero es una emigrante de ida y vuelta a los EE.UU con más de 25 años en ese trance. Me sugiere que es lo bastante mayor para estar ajada de pieles pero también fuerte física y actitudinalmente. Trabaja de doméstica allá (en tareas específicas: si de babysitter, si de limpia cocinas…) pero acá funge de emergente empresaria: con el dinero verde, ahorrado por décadas, ha levantado un edificio que ha dividido lo más que le permite la ley –y seguramente la informalidad también-, lo ha rentado en sus divisiones y le ha cedido la administración a sus hijos que son muchos y todos varones.

Primera lectura: Doña NN debe ser uno de los tantos casos de mujeres que forman parte de una PEA acaso invisible pero contundente, que envían remesas del exterior a un país donde sus familiares las necesitan. Las mujeres, con un perfil de gastos menor al de los varones, manejan mejor los US$ 1,825 millones de dineros del exterior (cifras a 2006 que se proyecta en 11% más para este año) y seguramente hacen de sus envíos un ejercicio más sostenido.

Segunda lectura: La señora que nos ocupa retrata, de taquito nomás, un fenómeno muy latinoamericano (aunque también algo mediterráneo): el de la sobrematernidad, o sea el amparo dimensionado más allá de ciertos periodos naturales de protección de una madre (rara vez es el padre) para con sus hijos. Por este sentir y actuar los hijos en Latinoamérica dejan la casa de la madre muy tarde si comparamos con una cultura anglosajona y europea, apoyan económicamente poco y otras perlas.

Tercera –y más sabrosa- lectura: se trata de un caso de doble vida. No en un sentido negativo, si se trata de valorar. Todo lo contrario. Pero de una curiosidad que nos sorprende por unos instantes pero para lo que después encontramos un sentido. ¿Cómo una misma persona puede estar en la cola de un sistema económico en un lugar y a la cabeza de otro a miles de kilómetros?, se pregunta Rosa María Alfaro. Le sugiero que es posible en economías distintas y distantes, pero no la convenzo del todo. Se debe también a que nuestras sociedades incluso sobre sus leyes ahora son más permeables al movimiento a aceptar a sus nuevos ricos. Por ahí vas, parece decirme con su mirada. No lo sabemos a ciencia cierta, porque no son fáciles las respuestas, así en prima. Algo está ocurriendo, sin embargo, con estas mujeres de acero que se tomaron en serio las riendas de su destino.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Se necesita practicantes

Si las cifras que maneja el Consejo Nacional de la Juventud (Conaju), sobre la base que proyectó hace unos años INEI, son confiables, en el país debe haber a este 2008 poco más de ocho millones cien mil jóvenes, el 27.8% de la población. Si esas mismas proyecciones son certeras, una cuarta parte de los peruanos(as) a nivel citadino concluye estudios universitarios; por extensión, 25 de cada cien de connacionales pasamos por la llamada práctica preprofesional, en razón que es prerrequisito para trámites de egreso e incluso bachillerato.
Es sensata, en ese sentido, la preocupación del Presidente Alan García, sobre el tema, respecto al que alzó la voz hace unos días. No sólo por su impacto cuantitativo, sino por sus implicancias en la manutención de derechos a un grupo etáreo importante, defensa fundamentada en documentos universales, la Carta Magna (que ciertamente no especifica distinciones en cuanto a juventud) y políticas específicas al sector (como el Plan nacional de la Juventud 2006-2011).
La norma prometida por el mandatario se publicó a mitad de semana y ajusta, entre otros temas, lapsos en la jornada laboral, así como lo referente a las sanciones, entre sus más vistosas novedades para con el sector, los jóvenes practicantes. Y pronto se han encontrado las posiciones. A una radio capitalina, el abogado laboralista Ricardo Herrera advirtió que la norma debe hacerse acompañar de acciones específicas como las inspecciones laborales pero que considerar al practicante trabajador en planilla como sanción por el incumplimiento de la norma ya le resultaba excesiva.
El día a día que viven miles de practicantes, no sólo los de leyes o medicina (los citados por García Pérez) en sus centros laborales, y ante un Ministerio de Trabajo que apenas logra efectivizar control al azar, incluso ante normatividad precedente, pueden hacer contrapeso a la opinión del laboralista. Las empresas, y no pocas; incluso algunas entidades estatales, son ciertamente duras con los practicantes, y hábiles para torcer lo que pudo nacer derecho: se crean figuras como el voluntariado, se paga por honorarios por servicios no exactos, etc.
En su Historia de los Jóvenes, Levi y Schmitt -creo haberlos citado antes- detallan cómo entre otros espacios en los que ha tenido que moverse la juventud, el laboral ha sido uno de los más adustos. Para lograr ser maestros, en plena Edad Media, había una serie de fases que sortear y unos requisitos que cumplir como por ejemplo el pago de su “aprendizaje”, en el sentido inverso a cómo ahora se asumen las prácticas pre profesionales, amén de la tutoría que suponía el maestro con derechos, entre otros, de castigo físico al aprendiz. Y claro, es preocupante que parte del sistema, en algunos de sus puntos, no haya salido de ese oscurantismo ahora mismo, en pleno siglo XXI.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Saciedad de consumo

Que el Perú consume y que ese consumo crece de un modo vertiginoso en provincias es algo más que evidente (y de lo que ya nos hemos ocupado). Pero un estudio de la empresa investigadora de mercados CCR hecho público el lunes pasado pone cifras en blanco y negro como seguro antes nadie las había ordenado. He aquí algunas:

Las cadenas de supermercados suman 91 en Lima y 64 en provincias (aunque aquí suman también los minimarkets). Se proyecta que todos crezcan en un 20% para este año lo que se traduciría en ventas de 1,700 millones. Los expendios tradicionales cubren el 70% del consumidor nacional, pero los supermercados estiraran su 30% de cuota aceleradamente. En el interior, el récord de supermarkets lo tiene Piura con 10; Cuzco con y Trujillo, con nueve cada ciudad, seguidos por Chiclayo, con ocho. Más allá quedan Arequipa, Huancayo y Cajamarca, con cinco, cuatro y tres, respectivamente.
Las proyecciones de supermercados atiborran las perspectivas para 2008: Arequipa, abrirá tres, Huancayo abrirá dos; Chiclayo, uno y así no paramos de contar.

El promedio de expendios en el Perú profundo aún pertenece a grupos regionales (83%) pero los grandes, como Wong y Metro, compra a los locales, en la figura del pez grande devorando al pequeño. Ha pasado así con los ex Merpisa en Trujillo y los pronto ex Centro en Chiclayo. O sea, las ciudades del interior se cosmopolitizan desde sus supermercados –o se limeñizan- al menos.

Los precios varían hacia arriba en estos nuevos modos de compra que los supermercados imponen y que los “nuevos provincianos” asumimos con la naturalidad de la bolsa pintona, con logo y asita, repleta de enlatados, ropas, regalos. En el mes de diciembre de 2007, el índice de precios al consumidor a nivel nacional supo de un aumento de 0,60% respecto a noviembre. La inflación anual correspondiente al periodo enero - diciembre 2007 fue 4,94%, con una tasa de crecimiento promedio mensual para este período de 0,40%, rezan las cifras de INEI. Y el índice de precios al por mayor para todo el país, que muestra las variaciones de los precios de las transacciones entre empresas mayoristas y comerciantes minoristas, en el mes de enero subió en 0,28%, y en el período comprendido entre febrero 2007 y enero 2008, registra una variación anualizada de 5,89%.

Los supermercados dinamizan nuestra economía de una manera peculiar y con las cifras, arrastran -también y sobre todo- ritmos y estilos de vida. Aun es muy pronto aun para determinar si lo que proyectan los especialistas será lo que ya delinean como un nuevo consumidor, ese que se dice para sí como pregona el slogan de un gran almacén: “yo lo quiere todo”.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán