sábado, 26 de julio de 2008

CALATA SOBRE CABALLO Y CORCEL

Sobran los delitos de mayor tamaño como para que desde el Ministerio de Justicia, el Ministerio Público, varios abogados independientes y un sinnúmero de moralistas advenedizos como respetables, se ocupen de la calatería de Leysi Suárez.
Bailarina, cantante, modelo, nudista, ojo de la tormenta por haberse metido a una travesura irreverente, en un cóctel que combina a mujer-patria-moral-derecho-ley-espectáculo, la Suárez, sin nada más puesto que unas gotas de perfume, ha conseguido tras su eventual sesión de fotos para una revista novísima, voltear a todo el Perú patas arriba a escasos días del 28 julio. Nadie por ejemplo mira el negocio que se quiso con el desnudo (gráfica explotación sexual) , me advierte una consultora en términos de feminismo.
Sentada sobre el pabellón nacional encima del lomo de un caballo de pelaje almibarado, la Suárez, 20 añitos, flor abierta al mundo, habría ido más lejos de lo pensado. Ministra de la Mujer y varios fiscales le ven la interpretación auténtica a un código penal ambiguo, impreciso, para castigar su “irrespeto” a los símbolos patrios. Cuatro años podrían encerrarla, alegan, y que todo se difunda en los medios porque es eso, show, y el show debe continuar.
Pero va a ser difícil, han analizado cuando les he consultado, varios expertos en constitucionalismo y derecho penal. El código penal habla de “ofensa, ultraje, vilipendio y menosprecio”, y esos términos pueden ser, para calificar actitudes o conductas, bien subjetivos. “Primero habrá que probar cual fue la intención del desnudo; y ver si hubo dolo”, me advierte un abogado. Visto así, la Alma Bella podría argumentar “otras intenciones”: pasión por el arte, por ejemplo o sentar que ésa es su forma creativa de “ofrecer sus votos” a la Patria
El desnudo tiene con el “irrespeto” a los símbolos patrios relaciones esporádicas y difíciles. Pero las tiene. El poster de la cinta Larry Fint (1996) muestra al actor de la cinta de frente y manos abiertas, envuelto a manera de calzoncillo con la bandera de los EE.UU. Madonna, en un concierto en Panamá a fines de los 90, se pasó la bandera de ese país entre las piernas. Paulina Rubio en año pasado apareció en la versión española de Cosmopolitan desnuda también cubierta sólo con la bandera mexicana.
Debe Leysi Suárez -y es un consejo no moralista- desnudarse menos y leer más. No sólo el código penal. Por ejemplo tratar con el dramaturgo español Enrique Jardiel Poncela. Le hubiera caído a pelo su cita “¿Quién dijo que cuesta más vestir a una mujer que desnudarla?”. En todo caso, la cuenta podría pagarla esta vez la misma calata.

REGRESO AL PASADO

Hay motivos recientes para volver a sentirnos orgullosos de nuestros ancestros. Sólo hace 15 días las noticias nacionales –y el rebote de los cables-abrían con el hallazgo de una nueva tumba moche, correspondiente nada menos que a un personaje de similar jerarquía de mando que el famoso Señor de Sipán, y por ende importancia histórica.
Cuando a mayo de 2006, la arqueología mundial pensaba que el descubrimiento de la Dama de Cao, en La Libertad, era el más importante en los últimos diez años, la puesta a la luz de este nuevo jerarca mochica, vuelve a sorprender gratamente y puede incluso delinear una nueva tabla estadística: si contamos con que el Señor de Sipán fue descubierto en 1987 y que éste último ya se encontró en 2008, se está descubriendo a razón de cada 10 años en el norte del Perú a algún dignatario precolombino y con él (ella) su equipaje de riquezas en oro y plata, amén de toda la información que ésta significa sobre su momento histórico.
Christopher Donnan, uno de los más reconocidos investigadores de la cultura moche, estuvo de paso por Chiclayo la semana pasada. En una conferencia concurridísima nos ha pedido estar orgullosos con nuestro pasado por razones obvias. Pero nosotros ya le hemos hecho caso antes de que en su español con dejo gringo estallara su consejo. Sólo que el orgullo por el pasado debería siempre señalar al futuro. Ahí está el punto.
Volver al pasado es en estricto leer hacia delante y no hacia atrás. Lo demás son saludos a la bandera. Y eso sirve tanto para aquellas civilizaciones que no tienen de qué enorgullecerse: como la alemana post hitleriana. Miró hacia atrás, le hizo ascos al loco de Hitler y construyó una sociedad digna, en lo económico, en lo social de allí para adelante. Vale.
Milan Kundera, el escritor checo, ha escrito que de aquello de lo que uno no es culpable no tiene porqué enorgullecerse ni avergonzarse. Yo, modestamente, añadiría que si hay algo de que enorgullecerse eso debe ser motor, no simples paradigmas para alegrarnos el presente. En este caso estamos acá los lambayecanos, los liberteños, los peruanos, como para que el ensueño del pasado nos haga olvidar hacia donde vamos, o queremos ir, y nos provoque de pronto dormirnos en nuestros laureles.

NO PLAGIARÁS

Es grande el desplegable que viste la pared de uno de los edificios principales de la Universidad Privada del Norte, Trujillo. Más que su tamaño, me sorprende el coraje de la campaña que enarbola, tratando de poner parches en heridas que ya existen (y no sólo en ella) respecto al plagio que de común cometen algunos o muchos alumnos… uno apenas sabe.
Esa misma casa de estudios abrió el número inaugural de este año de una de sus mejores revistas con una disculpa valiente sobre el mismo tema; un alumno colaborador del magacine, Carlos Hernández, había camuflado como suyo un texto íntegro tomado del blog busconovia de El Comercio.com, y que correspondía al periodista Renato Cisneros. La sanción para el universitario fue ejemplar: fue expulsado de la plana de colaboradores y suspendido de clases.
Los casos de plagio son bien comunes en el trabajo de universitarios y sé de buena fuente que en escolares también. Aun cuando los docentes –no todos tampoco- se esfuerzan en desarrollar en sus alumnos habilidades de análisis, interpretación y síntesis de textos, la seducción facilista hacia el plagio es tentadorísima ahora avivada por recursos más a mano como la Internet, no culpable pero sí potenciadora de lo que llaman la cultura del copy & paste.
La propiedad intelectual es supuestamente protegida por la Ley sobre Derecho de Autor, aprobada por Decreto Legislativo 822, en concordancia con la Decisión número 351 de la Comunidad Andina de Naciones, y una retahíla de convenios internacionales. Pero como en el caso de otros derechos, es ley en letra muerta porque vigilarla supondría una implementación milimétrica que nadie, ni el INDECOPI, puede hacer al dedillo y que de darse convertiría a la mayoría de transcriptores de textos en brujas perseguidas por una nueva Inquisición.
Esta semana me choqué con un plagio. Los autores, alumnos míos, insisten que fue un error; les he dicho que hay faltas culposas y dolosas y he mencionado el caso patético de Bryce Echenique y sus veintitantos plagios puestos en evidencia por bloggers y una denuncia sostenida de Perú 21 (plagio al extremo: el intelectual plagiando a intelectuales). Quiero creer la inocencia de mis alumnos pero me consume la duda, como a la esposa la figura de la amante que no ve pero que sabe ronda al marido. Lamento que aunque rectifiquen quizás no procesen una actitud sensata y sostenida de respeto hacia algo intangible pero real que no es suyo, es ajeno, y que merece la consideración al menos del entrecomillado y la referencia (así de fácil). Y un amigo me desalienta al teléfono en línea desde Trujillo: “El plagio es sólo un síntoma, denuncia el irrespeto a la intelectualidad ajena, lo poco que la gente en países como el nuestro consideran como importante”. Puro mundo material.

LADY, LADY, LADY

Con el título de “Amada amante” publiqué hace ya varios años en Día 30, la revista mensual que dirige casi artesanal pero maravillosamente Luis Eduardo García, en Trujillo, una suerte de reflexiones en torno a la entonces comidilla de la prensa Jackeline Beltrán, a sazón de su desgracia por haber sido el delirio de ese personaje oscuro, el doc Vladimiro Montesinos, y desde esa incomoda posición, receptáculo de sus atenciones en contante y sonante, lo cual la llevó a cárcel y otros pesares.
Salvando distancias, ninguna otra dama peruana, ha conmocionado tanto desde el escándalo de la Beltrán como la chiclayana Lady Bardales. Desde el miércoles último ya en manos de las autoridades, rea contumaz, la pasa en prisión hasta que aclare un supuesto enriquecimiento ilícito que ha negado ante el Congreso pero a lo que en algún momento y ya ante los jueces, furibunda en desacato, también se mostró elusiva.
La teniente Bardales, con su historia entre rosa y roja, ha robado esta semana espacios a noticias más importantes, como la del testimonio sesgado del ex asesor Montesinos en el los juicios a Fujimori, y el rescate a la ex candidata a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt.
Es que al margen de su posible delito, Bardales reúne mejor los ingredientes para ser el blanco de la prensa y la comidilla general. Habría sido la amante de un mandatario y no de ningún asesor, además en circunstancias de relaciones labores, pues fue la escolta de Toledo. Bardales suma, o sumó, unos aires contestatarios a su imagen, no quiso declarar para el caso de por qué manejó sin licencia su auto rojo pasión y luego dejó a la justicia esperando su versión por los dineros dudosos. Antes, se había renovado en aires de frivolidad cuando le entró al modelaje al paso casi inmediatamente después de colgar el uniforme verde olivo que vistió de policía. Añádase que dos muertes elevaron su mito: la de su perito contable y la de un novio previo a aquel con quien se paseó clandestina en las arenas de un balneario norteño.
Cada uno de esos detalles contribuye a la leyenda Bardales. Mas, como en el caso anterior, el de Beltrán, pesa más su condición de amante para una sociedad que las celebra en privado pero las castiga en público. Me sorprende una amiga feminista que, a propósito su caso, se escandaliza con el solo hecho de convertirse en “la otra”. “Tengo mis límites”, se excusa aunque sin argumentos sólidos. Pero su respuesta nos resume una porción de un aun pacato imaginario colectivo.

DILEMAS DE MOCEDAD

De las treinta y tantas preguntas que un grupo de alumnos de la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza de Chachapoyas han planteado a dos direcciones y la sede central del Gobierno Regional de Amazonas, para un trabajo sobre la atención que se brindan a solicitudes de información, tres que apuntan sobre la Dirección de Salud llaman mi atención.
No piden nada del otro mundo. Pero delata sus inquietos intereses generacionales. Curiosidad de jóvenes. Sin ponerse de acuerdo, Víctor Trauco, Jorge Tafur y Luis Yóplac han solicitado respectivamente, las estadísticas de afectados con depresión durante los últimos tres años, las estadísticas de suicidio en los últimos cinco años y los números generales de salud mental en la región Amazonas también para el reciente quinquenio.
A otro grupo de jóvenes, ya no partícipes en ninguna investigación, pero sí en un festival de cortometrajes les llama la atención en general temas que no distan mucho de los de sus pares de Amazonas. De los 35 cortos participantes elaborados todos por universitarios en un buen promedio delatan su inquietud hacia aspectos mentales, emotivos, de mucho conflicto interno propio y en varios casos con tendencias violentistas, tanáticas.
Uno de los cortos se titula “Entre sábanas y muñecas”. Es un relato de menos de 10 minutos que entreteje dos historias de incesto. Es chocante, fuerte y puede herir susceptibilidades. De hecho, eso ha pasado en la casa de estudios de donde proceden sus jóvenes autores, una universidad católica. Allí se le ha censurado, pero los chicos han sorteado la barrera de la censura y no sólo han participado sino que se han llevado un primer premio.
Un psicólogo defiende la propuesta temática. Me dice que en su consultorio esas historias se escuchan a menudo y que los internos de su programa de psicología del que él es autoridad reportan casos de incesto, violencia sexual, intentos suicidas muy de común.
Veo cifras de Instituto Guestalt de Lima y no le dejan mentir (unas 200 personas se han suicidado en el país sólo en lo que va de 2008 y se estima que se dan casi veinte intentos fallidos por cada suicidio efectivo). Las cifras de violencia sexual en el seno del hogar tampoco son como para no hacerles caso.
A los muchachos y chicas el tema les preocupa. Así lo evidencian en investigaciones y creaciones. A espaldas, muchas veces de lo que creemos les interesa quienes nos ocupamos de su educación. Será que es necesario orientar nuestras brújulas en dirección de las suyas.

lunes, 7 de julio de 2008

Welcome, TLC

A espera de la sola firma de George W. Bush, el TLC está ya tan, tan cerca que de pronto comienza a insuflarnos miedo. Las reacciones en el Perú, luego de que el senado de los EE.UU. aprobara el Tratado por amplísima mayoría, han tenido ese tono, un tufillo de temor en el sentido de que si podremos con los estándares de calidad que se exigen internacionalmente, si lograremos los volúmenes de cantidad necesarios para satisfacer demandas de tamaño grande, o si seremos capaces de cumplir con las normas contextuales –sólo en lo laboral- sin las cuales al tratado simplemente se le daría marcha atrás desde el Norte… en suma si estaremos listos para competir como se debe.

Las preocupaciones tienen sentido. El país tiene potencial pero también malos manejos cuando se quiere. Nuestra imagen mejora a nivel internacional pero aun aparecemos (último reporte de hace un par de días nomás) en los rankings de corrupción. Se está solventando cuantitativamente un comercio formal, pero porcentualmente el comercio informal sigue en ascenso (y con él todas sus lacras, como la piratería). Hay más poder adquisitivo en sectores como el B, pero en el C siguen tocando fondo.

Como ya se han adelantado a decir varios especialistas, el TLC no es una realidad sino una coyuntura. Es decir, el resultado puesto en blanco negro entre dos países que mantienen un concubinato económico interesante: las inversiones de los EE.UU. en el país han aumentado de 1,486 millones de dólares a 2,677 en diez años; hemos aumentado nuestras ventas a la tierra del tío Sam de 1,980 millones de verdes a 3,173, si comparamos 2002 y lo que va de 2007, y las cifras siguen en una lectura que en realidad nos ponen al Perú como el más beneficiado de la relación de ida y vuelta.

La pelota, entonces, rueda en la cancha hace rato. Pero ahora que está más pareja, con el césped cortadito y los arcos pintados, también hay réferi y algunas reglas que cumplir; tanto acá como allá. Claro, para un país formal, como lo es más EE.UU. esperar que se cumplan resulta más realista que eso mismo ocurra en el Perú. Pero debemos hacerlo.

Una más: si salimos airosos de ésta, “nadie nos para”, como reza el eslogan de una nueva cerveza. De hecho, la puerta se abrirá de par en par, merced a que no sólo con el comercio con los EE.UU. es que se ha construido esta nueva imagen para el país, en la que. Lo repito siempre Perú ya está en la mira hace años: La Copa América, El Mundial de Fútbol sub 17, la elección de Maju Mantilla como Miss Mundo y ser sede para la APEC el año próximo están poniéndonos una y otra vez, en el centro de la atención. Son buenas condiciones, ahora con este primer tratado de libre comercio que firma los EE.UU. con otro país. No sería sensato no hacer todo lo necesario para aprovecharlo al máximo.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Viva la reina Reyes

Las feministas deben andar de pláceme. Mario Leguizamón, jugadorazo uruguayo, se fue de boca contra una mujer. Unos días después, sancionado en one, tuvo que irse del club Universidad San Martín que lo albergaba. Su exabrupto verbal contra la árbitra Silvia Reyes, en el fragor de una contienda futbolística, le ha costado que la opinión pública le baje el pulgar a él y se lo eleve a la dama de pantalones cortos y personalidad grande.

Presionado o no, el jugador pidió disculpas,. La jueza no las aceptó (dijo “no” antes de que un periodista terminara de preguntar si las aceptaba). La comisión de árbitros pidió seis meses de sanción para el agresor (un insulto es una agresión, porsiaca). Los directivos del club evaluaron rapidito y dieron a Reyes, al colectivo feminista y al respetable público en general más de lo que se pidió.

El hecho ya marcó precedentes en una sociedad que, aunque menos que antaño, aun rezaga a la mujer en diferentes áreas. Ya es un hito histórico en el fútbol donde la mujer se cuela por espacios apenas entreabiertos (se vocea a Reyes para dirigir el clásico en purito gesto de desagravio). Ha despertado que desde la ministra de la mujer hasta el panadero hablen del caso y se solidaricen con ella. Y va a traer colas insospechadas, como el que Ana Paula, árbitra brasileña, polémica además por caletearse para Play boy, se ocupe de su colega peruana con singular empeño.

A diferencia de la violencia sexual y la violencia física contra la mujer en la que hay datos puntuales y cifras (los expertos creen que siempre en subregistro), la violencia verbal de un hombre hacia una mujer, por el solo hecho de su condición femenina, es menos susceptible de ser registrada.

Ana Calderón M., especialista en problemas de género y docente universitaria, estima que la violencia contra la mujer no se ha visibilizado aún en varios de sus aspectos más domésticos pese a su frecuencia, que se da además en espacios muy elementales como la escuela y la calle, donde es común oír insultos de un varón contra una mujer. “Pero las noticias ya están señalando casos de atropellos verbales a policías femeninas, a estudiantes mujeres de instituciones policiales o fuerzas armadas”, se contenta en parte.

El maltrato verbal a Reyes no es un caso aislado. Hay que felicitar su firme reacción (“La mujer que duda está perdida”, escribió Joseph Addison). Y celebrar la posibilidad de haber traído el tema a la esfera pública. Aunque, claro, mejor hubiera sido que los maltratos no ocurriesen, pero ya que ocurren, lo segundo mejor sería que se pueda tener registro, denuncia de ellos. Es que, como reconoce un documento de la cumbre de Beijing, “[...] la falta de estadísticas sobre la incidencia de violencia [a la mujer] hace difícil la elaboración de programas y el seguimiento de los cambios”.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Una TV apta para menores

Viendo a María Fernanda (cuatro años, niña casi hiperactiva, sobrina mía) no me es imposible creer que en realidad haya una buena TV para niños. Una hora al día, de tarde y sólo luego de las tareas, se sienta frente al televisor grande de su sala para ver, en el Discovery Kids, Lazytown, Blackyardigans, Barney o algún otro programa que combina -en dosis sensatas- diversión y valores, cultura y buenos modales, reflexión crítica y carcajadas inocentes.

Del proyecto de tesis de unos alumnos, a quienes asesoro, y que estudian los efectos de la TV en el rendimiento académico en escolares, resalto unos datos que no me sorprenden: La Sociedad Canadiense de Pediatría concluyó en 1999: “Así como existen buenos programas, la cantidad de violencia en la TV se esta incrementando. El niño promedio verá 12.000 actos violentos en la TV anualmente (incluyendo asesinatos y violaciones). Más de mil estudios confirman que la exposición a esta dosis de violencia televisiva incrementa las conductas agresivas, especialmente en varones”.

Los españoles Altamirano, Barbancho y Santos refirieron hace tres años, tras un sesudo análisis descriptivo y transversal sobre hábitos televisivos de los escolares de Plascencia, que estos le dedicaban más tiempo a la TV que a cualquier otra actividad no escolar. En el Perú, un estudio realizado por el Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV) en 2006 se lamenta que nuestros niños aparezcan entre los principales consumidores de TV abierta con un promedio de dos horas 20 minutos diarios de visionado, el 29.3% sin ninguna compañía. También resaltaba que el 71% de programas contenía violencia; el 48%, situaciones y/o referencias sexuales; y más de dos de cada 10 se floreaba en lenguajes impropios para su edad.

Las generaciones mayores crecimos con Félix el Gato tratando se sortear vicisitudes de donde salía airoso, la Gata loca recibiendo ladrillazos de un ratón elusivo a sus amores, con Don Gato pasándola piola con su pandilla casi gansteril, con Silvestre acosando a un Piolín de menú, con Tom persiguiendo a Jerry, con Popeye rompiéndole la mandíbula a Brutus…

Bastante violencia de manera juguetona. Pero violencia al fin y al cabo para una generación que hoy se lamenta de ella. Si se pasa la página, la TV que ven los niños hoy debe ser otra. Como la que pasa el canal que ve María Fernanda y otros que entienden asumir roles menos desentendidos. O sea, no como en lo que persiste en promedio la TV de señal abierta.

Se puede. Y se debe. No son gritos desesperados ni cantos al vacío. Justamente, el CONCORTV reunirá en Lima, en tres semanas, posturas y experiencias en un evento abierto sobre la TV y Radio que los niños peruanos, de acuerdo a marcos internacionales y a una flamante nueva legislación establece con legitimidad. Habrá que ver y oír. Habrá que sintonizar bien.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Tres Marías

Si alguna fecha propia se quisiera instituir para un homenaje pro respeto a la mujer, esa debería buscarse en el Perú entre la primera quincena de junio. En solo estos 15 días de este mes aciago de 2008, tres casos retratan con diferente matiz y distintas resultantes el espectro de discriminaciones que todavía –ahora y siempre- se ciernen sobre las mujeres.

Fiesta de Reyes: Al final celebró el castigo al uruguayo Mario Leguizamón, que se pasó en un exabrupto cuando le levantó la roja. Pero Silvia Reyes la vio negras, como árbitra de un campeonato superior. El luego separado del club de la Universidad San Martín, mentó el oficio más antiguo del mundo para 1) atribuírselo a la jueza o 2) como “ingenua” interjección. Igual, cuando debía estar más calmo, fuera de la cancha, le increpó calenturas a la dama en lo que consideró una injusticia de sanción. Ya nos hemos referido al tema (Viva la reina Reyes, la República 12/04/08). Pero cuesta trabajo que tres prestigiados comentaristas deportivos, dos varones y una mujer, amparen el maltrato, ante una poco hábil (para este caso específico) Rosa María Palacios, en el hecho de que la árbitra no domina los códigos verbales del deporte...

El Libro de Esther: Escribe su historia en el periodismo desde antes de los 18, y así como 18 años también que decidió aceptar ante los otros que en preferencias de alcobas lo suyo no son los hombres. Con la frente en alto y entregándose al oficio en crónicas, reportajes y opinión creativa, Vargas es un nombre que se ha podido ver en RTP, leer en La República y ahora en Perú 21. Tan buena que la llaman un día a que dicte en su alma mater, la San Martín. Pero la semana pasada destapó a los cuatro vientos un intento de discriminación laboral en razón de su opción sexual confesa. La universidad retrocedió en su intento pero ella no ha callado porque cree que ha subestimado una realidad que ahora ha sentido en carne propia.

Despertar de la reina: Johana Nakano recibió la corona del señorita Chiclayo el sábado; y el domingo el alcalde de la ciudad pedía su cabeza, perdón, su corona. Unos vídeos íntimos colgados en You Tube, una moral de muchas aristas, una legislación con vacíos, el morbo público nacional, y el aleteo de algunos gavilanes a su lado, entre otros ingredientes se han constituido en el cóctel perfecto que ha emborrachado su piel morena y ojos almendrados. Los concursos de belleza piden, al menos para la exhibición, cualidades que no cumpliría ni la virgen María. Tras el reinado, las misses suelen y no en pocos casos, protagonizar desnudos para Play boy (la última fue la venezolana Alicia Machado). Cualquier previo al certamen invalida su presente de reina como le ha pasado a Vanesa Williams en el Miss América de hace más de dos décadas. Nakano no puede contar un final feliz aún. Pero si la vida la ha golpeado tanto antes de los 20 y la ha castigado feo por el libre ejercicio de su sexualidad y la indiscreción de un facineroso, como dice la canción “después de cada noche nace el sol”. Lamento que sea tan poco premio consuelo.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Transparentes e invisibles

Hace ya muchos años, décadas la verdad, una maestra de primaria me enseñó la diferencia sutil y radical a la vez entre ser físicamente invisible y ser transparente. En lo uno, no te pueden ver, pero estás, me dijo. En lo otro, estás, te pueden ver, tanto que se puede ver a través tuyo, continuó. ¿Qué es mejor, ser transparente o invisible?, le pregunté. Eso lo sabrás con el tiempo, contestó.

No recuerdo el nombre de la maestra pero sí la lección y sobre todo haber aprendido que mejor es la transparencia. Pero no soy el único que debe saberlo y actuar en concordancia a ella. Para un estado democrático, es importante que sus funcionarios lo entiendan y asuman. Algo que pese a un cuerpo legal consistente (La Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública 27806 y su reglamento, ambos en vigencia desde 2003), ocurre apenas en el Perú.

Al 30 de octubre de este año, vencía el plazo para que las entidades públicas actualizaran sus portales webs con información administrativa y financiera referente al tercer trimestre de 2007. Menos del 40%, Sólo 16 de las 41 que monitorea el Consejo de la Prensa Peruana han cumplido con la norma. Además 10 no han actualizado información sobre la ejecución de su presupuesto, remuneraciones y gastos generales.

Hay detrás de cada norma un sostén filosófico-práctico, a veces más de allá que de acá, pero base siempre para que aquella se erija. Se le llama espíritu de ley. Tras la Ley de Transparencia existen una serie de razones que la fundamentan, por ejemplo la de la presunción que una instancia que se dejar ver al trasluz nada tiene que esconder; sólo eso es radicalmente trascendente en sociedades como la nuestra, con larga tradición de corrupción y sitial preferente en los rankings del mismo tema. Pero también está la lógica directamente proporcional centrada en un derecho individual (el de la información) según la cual un ciudadano informado ejerce mejor esa abstracción precisamente llamada ciudadanía: participa, reclama, controla, elige mejor a sus autoridades…

Ser transparente es mejor, claro que lo es. Mi maestra bien podría haber capacitado a quienes, en el sector público, aun prefieren la invisibilidad.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Temores de Carretera

El fax que me envían de la II DIRTEPOL- PNP Chiclayo sobre un comparativo de accidentes de tránsito fatales, léase que acabaron en muerte, sólo confirma lo que en realidad vivo a diario cada vez que tomo un tramo de avenida y una carretera mayor rumbo a mi empleo. Este parque automotor, digo el regional o más en específico el local, es terrible en imprudencias, basto en maniobras evasivas –hay que reconocer- pero, a la larga, con importantes saldos que lamentar. (en Lima, los comparativos muestran más bien disminuciones en accidentes fatales)
En el primer cuatrimestre del año, los 47 accidentes de tránsito con muerte incluida equivalen al 42% de todos los que ocurrieron el 2006. Ese año fueron 112, seis más que en 2005. Sorprende gratamente que cada vez sea menos la ebriedad la razón mayoritaria. De hecho sólo cinco se han dado por este motivo. Ahora, y hace ya algún tiempo, ser imprudente –conductor o peatón- se vuelve la causa más recurrente, 53 y 36% respectivamente.
La seguridad vial atraviesa una transversalidad que recién se aborda oficialmente. Involucra la conducta de conductor y caminante. Y pasa por una educación que en el colegio, es apenas impartida como teoría: Veo cada día en el Puente peatonal que une al colegio Magdalena Sofía y el Parque Infantil a cientos de niños jugándole chibiría a la muerte al cruzar la Salaverry en uno de sus puntos más caóticos precisamente a algunas horas más caóticas.
La Oficina General de Defensa Nacional del Ministerio de Salud es la oficina responsable de la coordinación y ejecución de una urgente Estrategia Sanitaria Nacional de Accidentes de Tránsito. De acuerdo a sus propios objetivos, su desafío es no sólo lograr la baja de muertes y lesiones post accidentes sino sobre todo, modificar las conductas de riesgo entre los de arriba y los de abajo (léase quienes conducen y quienes caminan). Se han establecido para ello cuatro roles: rol científico, rol educativo, rol informativo y rol asistencial.
Lograr que el peruano y el chiclayano cambien debiera ser una cruzada nacional para abordar la prevención y el buen accionar. No pierdo la fe pero la veo difícil, porque aun con el parque en caos resultamos, cuando somos prudentes, a bordo del vehículo o a pie, resultamos indulgentes con el que te pasa en curva, el que no usó direccionales para dar vuelta, el que paró al taxi en medio de la acera y esa larga lista de etcéteras que se sabrá usted de sobra.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sipán
luisalarconll@gmail.com

Sueños de Niña

Faltaba sólo un pedazo de tierra emergiendo de en medio y hubiera sido la isla de la fantasía. Le llamaron La Niña, no más nació como nueva para febrero de 1998 en medio de una aridez fatal a medio camino entre Sechura y Mórrope. Sus aguas se formaron de otras aguas desbordadas de cinco ríos y los aportes de dos lagunas. Hija de El Niño de hace 10 años, La Niña –excusen el juego de palabras- le perteneció como creación festiva a un régimen del que hoy quisiéramos olvidarnos y que la vendió como el hábitat maravilloso de la tilapia y la liza, el refugio acuoso para turistas trasnochados, el paraíso para dos…

Recuerdo que se organizaron caravanas para conocerla en su azul interminable. El aparato estatal movilizó a periodistas de Piura y Lambayeque (en cuyos predios emergió mágica) y también de Lima (de donde se digitan las noticias grandes de carácter nacional). Se instalaron cerca descansos rupestres, refugios al paso, fondas para que coma el viajante; se alquilaba botes y motos acuáticas para surcarla en paseo; se tomaba uno las fotos que quisiera con su paisaje de fondo.

Se vendió así maná en desierto peruano, el cebo de culebra más barato que haya comprado quien quiso. En tanto, los embates del fenómeno fluvial más dramático y repetitivo en la historia del Perú hacían de las suyas con las casas de barro que se desasían a su paso, al ritmo que el gobierno central –Fujimori a la cabeza- rubricaba la promesa del eterno esplendor de una Niña… que finalmente, se disolvió en las arenas que la cobijaron, entrado abril, más bien apenitas.

No fue poca cosa. Las aguas de la Niña llegaron a juntarse hasta unos 8,000 millones de metros cúbicos y tener una profundidad promedio de 3.5 metros. Pero igual se trató, en términos prácticos, de la fachada de un psicosocial. En la misma línea de las vírgenes que lloraban. Con el sol reflejando sobre el cristal de sus aguas, se pudo obnubilar la vista –no de todos, por cierto- del país que se levantaban en peso unos corruptos que además ordenaban matanzas a discreción.

Miguel Angel Mejía, comunicador egresado de la Católica, gráfico de La República en Chiclayo, nos ha recordado a esa Niña traviesa, mentirosa, en dos páginas de una crónica que publicó Domingo, hace seis días. Más de dos kilómetros cuadrados entonces; apenas una fracción ahora, pero llena de vida loca para peces que son la cuarta parte de lo que median en el 98. La laguna interrumpe el tránsito a Bayóvar pero son la oportunidad de su vida para pescadores artesanales que le sacan lo que pueden antes de que vuelva a su ciclo de secado rápido. Todavía sirve de fondo para las fotos pero no se tarde tanto en decidir si quiere verla o tendrá que esperar al menos otra larga década.


*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Silencio otorga

Sobre la base filosófica popular del viejo adagio “el silencio otorga”, desde hace poco más de una semana rige en el Perú la Ley 29060 o Ley del Silencio Administrativo Positivo. La verdad, es que la ley se asienta sobre la base de erigir con más fuerza una sociedad democrática, eficiente y de buenas maneras en un país donde las formalidades son, en general, poco aprehendidas; y los excesos y desplantes ,una práctica común, sobre todo en el sector público, sobre todo en provincias, si la percepción no me engaña.

De acuerdo a la “Ley del silencio”, como se le conoce ya abreviadamente, si una entidad pública no responde en 30 días una solicitud a una persona, ésta dará su trámite como aprobado automáticamente. Por lo menos en teoría, la Ley pone al ciudadano nuevamente en la cúspide del Estado, que es como debe entenderse la configuración de una sociedad moderna.

Para efectos de la Ley del silencio, valen los pedidos de registro, revalidación, autorización y demás; y se excluyen, naturalmente, trámites que atenten contra la salud, el medio ambiente y el interés público en general. Para acogerse a ella, o sea a la Ley, se debe llenar el Formato de Declaración Jurada del Silencio Positivo que ya se halla en la web de la Presidencia del Consejo de Ministros.

Por lo pronto, ante esta misma entidad, el PCM, las entidades públicas tienen desde la vigencia de la Ley 29060 dos semanas para acogerse a ella y modificar lo que tengan que hacer en sus TUPA. Es decir adaptar sus procesos, lo cual ya cuesta trabajo y voluntad porque según se sabe sólo el 40% de municipios la acogió en su seno. Pero ya 13 ministerios y 15 organismos públicos descentralizados se adaptan a lo ineludible.

Adecuar una Ley en sus mecanismos prácticos es algo que a un aparato estatal desgastado y con poca actitud puede traerle dolores de cabeza. Por ejemplo, para la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública 27806 y su reglamento, vigentes desde 2003, las entidades públicas acaso han preparado oficinas adecuadas y mecanismos eficientes para su dinámica, pese a que se sienta sobre bases auténticamente democráticas y ciudadanas, como ya escribí hace algún tiempo.

Con la Ley del silencio va a pasar distinto, presumo, porque la ciudadanía la va a valorar más y la va a usar en esa misma medida, por sus repercusiones directas, prácticas e individuales, a diferencia de aquélla. Las entidades públicas van a necesitar tenerlo todo bien dispuesto ahora que el ciudadano tiene un gran as y no bajo la manga.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Señoras del Destino

En la historia que me cuenta Rosa María Alfaro, cabeza de Calandria y líder de un pensamiento progresista de diversas aristas con una repercusión que del Perú salpicó a Latinoamérica y ahora se empondera de EE.UU. y Europa, hay sin duda un apego a lo suyo (es feminista hasta el tuétano) pero también más para una lectura que nos animamos a esbozar en una conversación informal reciente que tuvimos juntos.

Se trata de una mujer que Alfaro ha conocido en Lima. No me detalló las circunstancias. Pero es una emigrante de ida y vuelta a los EE.UU con más de 25 años en ese trance. Me sugiere que es lo bastante mayor para estar ajada de pieles pero también fuerte física y actitudinalmente. Trabaja de doméstica allá (en tareas específicas: si de babysitter, si de limpia cocinas…) pero acá funge de emergente empresaria: con el dinero verde, ahorrado por décadas, ha levantado un edificio que ha dividido lo más que le permite la ley –y seguramente la informalidad también-, lo ha rentado en sus divisiones y le ha cedido la administración a sus hijos que son muchos y todos varones.

Primera lectura: Doña NN debe ser uno de los tantos casos de mujeres que forman parte de una PEA acaso invisible pero contundente, que envían remesas del exterior a un país donde sus familiares las necesitan. Las mujeres, con un perfil de gastos menor al de los varones, manejan mejor los US$ 1,825 millones de dineros del exterior (cifras a 2006 que se proyecta en 11% más para este año) y seguramente hacen de sus envíos un ejercicio más sostenido.

Segunda lectura: La señora que nos ocupa retrata, de taquito nomás, un fenómeno muy latinoamericano (aunque también algo mediterráneo): el de la sobrematernidad, o sea el amparo dimensionado más allá de ciertos periodos naturales de protección de una madre (rara vez es el padre) para con sus hijos. Por este sentir y actuar los hijos en Latinoamérica dejan la casa de la madre muy tarde si comparamos con una cultura anglosajona y europea, apoyan económicamente poco y otras perlas.

Tercera –y más sabrosa- lectura: se trata de un caso de doble vida. No en un sentido negativo, si se trata de valorar. Todo lo contrario. Pero de una curiosidad que nos sorprende por unos instantes pero para lo que después encontramos un sentido. ¿Cómo una misma persona puede estar en la cola de un sistema económico en un lugar y a la cabeza de otro a miles de kilómetros?, se pregunta Rosa María Alfaro. Le sugiero que es posible en economías distintas y distantes, pero no la convenzo del todo. Se debe también a que nuestras sociedades incluso sobre sus leyes ahora son más permeables al movimiento a aceptar a sus nuevos ricos. Por ahí vas, parece decirme con su mirada. No lo sabemos a ciencia cierta, porque no son fáciles las respuestas, así en prima. Algo está ocurriendo, sin embargo, con estas mujeres de acero que se tomaron en serio las riendas de su destino.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Se necesita practicantes

Si las cifras que maneja el Consejo Nacional de la Juventud (Conaju), sobre la base que proyectó hace unos años INEI, son confiables, en el país debe haber a este 2008 poco más de ocho millones cien mil jóvenes, el 27.8% de la población. Si esas mismas proyecciones son certeras, una cuarta parte de los peruanos(as) a nivel citadino concluye estudios universitarios; por extensión, 25 de cada cien de connacionales pasamos por la llamada práctica preprofesional, en razón que es prerrequisito para trámites de egreso e incluso bachillerato.
Es sensata, en ese sentido, la preocupación del Presidente Alan García, sobre el tema, respecto al que alzó la voz hace unos días. No sólo por su impacto cuantitativo, sino por sus implicancias en la manutención de derechos a un grupo etáreo importante, defensa fundamentada en documentos universales, la Carta Magna (que ciertamente no especifica distinciones en cuanto a juventud) y políticas específicas al sector (como el Plan nacional de la Juventud 2006-2011).
La norma prometida por el mandatario se publicó a mitad de semana y ajusta, entre otros temas, lapsos en la jornada laboral, así como lo referente a las sanciones, entre sus más vistosas novedades para con el sector, los jóvenes practicantes. Y pronto se han encontrado las posiciones. A una radio capitalina, el abogado laboralista Ricardo Herrera advirtió que la norma debe hacerse acompañar de acciones específicas como las inspecciones laborales pero que considerar al practicante trabajador en planilla como sanción por el incumplimiento de la norma ya le resultaba excesiva.
El día a día que viven miles de practicantes, no sólo los de leyes o medicina (los citados por García Pérez) en sus centros laborales, y ante un Ministerio de Trabajo que apenas logra efectivizar control al azar, incluso ante normatividad precedente, pueden hacer contrapeso a la opinión del laboralista. Las empresas, y no pocas; incluso algunas entidades estatales, son ciertamente duras con los practicantes, y hábiles para torcer lo que pudo nacer derecho: se crean figuras como el voluntariado, se paga por honorarios por servicios no exactos, etc.
En su Historia de los Jóvenes, Levi y Schmitt -creo haberlos citado antes- detallan cómo entre otros espacios en los que ha tenido que moverse la juventud, el laboral ha sido uno de los más adustos. Para lograr ser maestros, en plena Edad Media, había una serie de fases que sortear y unos requisitos que cumplir como por ejemplo el pago de su “aprendizaje”, en el sentido inverso a cómo ahora se asumen las prácticas pre profesionales, amén de la tutoría que suponía el maestro con derechos, entre otros, de castigo físico al aprendiz. Y claro, es preocupante que parte del sistema, en algunos de sus puntos, no haya salido de ese oscurantismo ahora mismo, en pleno siglo XXI.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Saciedad de consumo

Que el Perú consume y que ese consumo crece de un modo vertiginoso en provincias es algo más que evidente (y de lo que ya nos hemos ocupado). Pero un estudio de la empresa investigadora de mercados CCR hecho público el lunes pasado pone cifras en blanco y negro como seguro antes nadie las había ordenado. He aquí algunas:

Las cadenas de supermercados suman 91 en Lima y 64 en provincias (aunque aquí suman también los minimarkets). Se proyecta que todos crezcan en un 20% para este año lo que se traduciría en ventas de 1,700 millones. Los expendios tradicionales cubren el 70% del consumidor nacional, pero los supermercados estiraran su 30% de cuota aceleradamente. En el interior, el récord de supermarkets lo tiene Piura con 10; Cuzco con y Trujillo, con nueve cada ciudad, seguidos por Chiclayo, con ocho. Más allá quedan Arequipa, Huancayo y Cajamarca, con cinco, cuatro y tres, respectivamente.
Las proyecciones de supermercados atiborran las perspectivas para 2008: Arequipa, abrirá tres, Huancayo abrirá dos; Chiclayo, uno y así no paramos de contar.

El promedio de expendios en el Perú profundo aún pertenece a grupos regionales (83%) pero los grandes, como Wong y Metro, compra a los locales, en la figura del pez grande devorando al pequeño. Ha pasado así con los ex Merpisa en Trujillo y los pronto ex Centro en Chiclayo. O sea, las ciudades del interior se cosmopolitizan desde sus supermercados –o se limeñizan- al menos.

Los precios varían hacia arriba en estos nuevos modos de compra que los supermercados imponen y que los “nuevos provincianos” asumimos con la naturalidad de la bolsa pintona, con logo y asita, repleta de enlatados, ropas, regalos. En el mes de diciembre de 2007, el índice de precios al consumidor a nivel nacional supo de un aumento de 0,60% respecto a noviembre. La inflación anual correspondiente al periodo enero - diciembre 2007 fue 4,94%, con una tasa de crecimiento promedio mensual para este período de 0,40%, rezan las cifras de INEI. Y el índice de precios al por mayor para todo el país, que muestra las variaciones de los precios de las transacciones entre empresas mayoristas y comerciantes minoristas, en el mes de enero subió en 0,28%, y en el período comprendido entre febrero 2007 y enero 2008, registra una variación anualizada de 5,89%.

Los supermercados dinamizan nuestra economía de una manera peculiar y con las cifras, arrastran -también y sobre todo- ritmos y estilos de vida. Aun es muy pronto aun para determinar si lo que proyectan los especialistas será lo que ya delinean como un nuevo consumidor, ese que se dice para sí como pregona el slogan de un gran almacén: “yo lo quiere todo”.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

República de las sospechas

Una frase genial como terrible y sintomática salió de un exabrupto del Presidente del Congreso, Luis González Posada, cuando para justificar la vuelta al sistema de los gastos operativos de los parlamentarios -poco transparente para el común de los peruanos- dijo: “Basta ya de de ser una república de sospechosos”. La sentencia debe de pasar a los anales filosófico-literarios y no estoy siendo ni mordaz ni irónico.

El concepto no es nuevo. José María (Chema) Salcedo ya adelantó algo de eso en “El Libro de las Sospechas”, en el que delimita bien criollamente cómo en el Perú todos somos sospechosos de algo hasta que demostremos lo contrario, aludiendo, aunque de manera inversa, al viejo axioma jurídico: todos somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario.

Vivimos en una República de las Sospechas desde hace tiempo (se me ocurre que el Felipillo de dos caras del Descubrimiento del Perú instauró la práctica de sospechar) pero son estas últimas décadas, estos últimos años, el marco temporal cuando la sospecha se ha instaurado sin remedio, seguro también fruto de la impersonalización de las relaciones humanas como en otros lugares, entre otros móviles.

Desconfiamos, no tenemos fe (ni nos la tienen), sospechamos. De diferentes y más o menos recientes sondeos de opinión citados en esta columna anteriormente leemos que en el país hay instancias y razones dignas de sospechas: el poder judicial, la policía, el congreso, los medios de comunicación… Incluso fuera del país, los peruanos somos sospechosos, de revoltosos, introducir drogas, y hasta timadores.

La sospecha invita a la traición, había escrito Voltaire. Al menos genera una atmósfera rancia en la que la vida ciudadana se atasca en miedos, recelos, distancias muchas de ellas estúpidas. “La sospecha debería inducir al examen, nunca a la decisión”, reflexiona con sensatez Fray Benito Jerónimo Feijoo. Demófilo redondea parejo lo que ocurre con ella en términos reales: “La sospecha es indicio de un alma baja; el que desconfía de todos es digno de que nadie se fíe de él”. Bien bravo, ah.

Algo hay que hacer y sólo me atrevo a un llamado general: una cruzada para tener un país más en fe, más confiado de nosotros mismos (como sucede no solo con Suiza sino con Costa Rica), y que empiece por ejercicios cabales de honestidad que es como de común se logra levantar suspicacias. En ese sentido, aplaudo el exabrupto de González Posada.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Pisco antes, Pisco después

A un mes exacto de la catástrofe sísmica del sur chico del Perú, hay algunas lecciones que nos deja el terremoto en un país que, frente a él, se erigió en muchos casos como un reino surrealista, en el que la situación de por sí caótica, generó respuestas sobredimensionadas (como las de la ayuda humanitaria), lentas y desinformadas (la del propio presidente García, una hora después del movimiento telúrico) y hasta grotescas y aprovechadas (como las de varios artistas, no sólo la Bozo, que con un escenario fatal de fondo, armaron su show de intereses particulares aunque también dieron lo suyo).

El sismo costó la vida a 514 personas oficialmente y dejó 1,090 heridos. El Instituto Nacional de Defensa Civil, a través del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), cerró sus reportes de cifras el 23 de agosto. Ese último documento anunciaba que el total de viviendas destruidas era de 39,741 para igual que el número de familias damnificadas.

Reconstruir la infraestructura pública dañada por el sismo, ascenderá, según lo anunció el mismo Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) a US$ 220.68 millones. Una partida gruesa se ha dispuesto también para la reconstrucción de las viviendas de las familias damnificadas, en montos de ayuda que por vivienda caída serán de 6,000 soles a cada cual… Todavía se afina como se repartirán las promesas.

En medio de un bullir de reconstrucción, Pisco, Chincha, Cañete y otros puntos del sur chico acudieron a la inusitada alza de precios de materiales de construcción. Papeles en mano, los pobladores alertaron que el cemento, había subido hasta tres veces su precio pre sismo. Paradójicamente, no hubo una compañía que no saliera a desmentir que sus precios eran los mismos ¿Quién diablos operaba entonces el alza? Vaya Ud. a saber.

Las reacciones post sismo deben inscribirse en el Guinness de los Récords. El propio Presidente García agradeció hace unas semanas la inmensa ayuda humanitaria generada dentro y fuera del país (27 millones de dólares para entonces sólo del exterior, y otros 20 millones de dólares más comprometidos). Sin embargo los clamores por un orden certero en la repartición de la ayuda fue un cliché que se escuchó hasta mucho después de catástrofe; voces que se han ido apagando conforme el sismo bajaba en su escala noticiosa.

De Ripley fue el Pisco 7.9, macabro nombre para una bebida emblemática con la que el gobierno quiso agradecer la ayuda externa. El ministro Rafael Rey tuvo que beberse un par de días después del desacierto, el trago amargo de su inubicado ingenio. Sin embargo, y a costa del fatal recuerdo del sismo, el 7.9 ya había hecho noticia y el mundo relacionado Sismo en Perú-Provincia de Pisco-Bebida Pisco para pagarnos una deuda que nos tenía la comunidad internacional respecto a nuestro licor bandera. Todo lo que ha tenido que pasar, saquen su cuenta.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Perú blanco (y rojo)

Ninguna novedad ha constituido que el propio Presidente Alan García haya salido el lunes pasado airado con las cifras que mueve la ONU respecto a como el Perú ha incrementado su rol productivo de cocaína de una manera como no ocurre en otro país de la región en los últimos cinco años. Hace rato que el país parece ser –por más motivos que su disposición geopolítica- el llamado a convertirse en el centro de un narcotráfico, si es que obviamente no se emprende toda una política de estado al respecto.

Hay bastante información suelta como para armar una tesis al respecto. Las mafias del narcotráfico se asientan en ciudades en las que antes operaban solo de soslayo; por citar, Trujillo, en donde fue desbaratada toda esa banda con fachada de gran empresa familiar (en el rubro conservero) y que sacaba cocaína en enlatados vía marítima a Europa.

Devida señala que para el 2006 las mafias blancas movieron en la economía nacional 490 millones de verdes. Y en lo que va de 2007, ya se bordea los 584 millones de dólares, de los cuales 379 millones provienen del narcotráfico. Y sólo se habla de lo que procesa en nuestro Poder Judicial, o sea un subregistro.

La visibilización de este nuevo Perú blanco se ha dado con una serie de conflictos en el valle de los ríos Apurimac y Ene, la zona conocida como Vrae, y más recientemente con la matanza de Acobamba en la que se evidencia que al menos, el narcotráfico se vale de subversivos “desempleados” tras la caída de sus sangrientos movimientos, como me hace notar, no sin bastante lógica, un amigo, abogado y analista.

Pero los datos de este Perú que aumenta su protagonismo en el mapa del narcotráfico no son nuevos. El Reporte Mundial de Drogas 2006 de la Oficina sobre Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, ya pintaba a un Perú en ese tránsito: Perú es uno de los tres grandes productores de coca (los otros son Colombia y Bolivia); el precio de la cocaína es aun el penúltimo más bajo en el mundo sólo tras Colombia (referencias iguales para la marihuana) y otros números más que nos dejan bien parados, como que el propio consumo interno de cocaína ha crecido casi el doble respecto a la década pasada.

Que un país tenga un narcotráfico en plena ebullición y con tantos activos en su vida económica es ciertamente peligroso. No sea que su movimiento se empondere de un modo como lo ha hecho, por poner un ejemplo cercano, como en Colombia. No sea que se atraviese dando una falsa lectura de lo real de su economía y desarrollo.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Paro verde (inmaduro)

Con al menos ocho puntos controlados –o bloqueados- en las carreteras de todo el país, el del lunes y martes de la semana que terminamos, ha sido sin duda el paro más sentido de los últimos años que ha afectado el Perú, por lo menos para el gobierno García Pérez. Si por un lado, el entorpecimiento del transporte fue el peor de sus síntomas (y con ello una larga cola de afectaciones), lo que merece sanción indudablemente; por otro, es obvio que el sector agrario reclama miradas y acciones enérgicas que, seguro por la fiebre de la inserción del país en los mercados internacionales, no se están dando del todo o a lo mucho sin el consenso del gremio.

En poco menos de 48 horas el sector agrario se ha hecho sentir, aunque quizás no escuchar del todo... por el gobierno. Los dirigentes y sus huestes entre los que los reportes hablan de infiltrados, fuerzas políticas de oposición y matones contratados han levantado la medida por siete días pero ya en el par que se han tomado se ha dejado un saldo de cinco muertos, treinta y tantos heridos, doscientos y pico detenidos y un país en movimiento terrestre que después del martes se levantaba en una pesadilla… de miércoles.

El paro agrario, ilegal por su modos (en su artículo 283 el código penal establece penas entre cuatro a ocho años a quien impida, estorbe o entorpezca el normal funcionamiento del transporte), ha dejado en su segundo y último días unos balances que asustan su anunciada réplica para unos días: de las 4,086 toneladas métricas de abastecimiento diario en verduras y legumbres que recibe Lima de las provincias se cayó a 2,863, o sea un 30%, y de las 2,100 de frutas a 1,200, en un bajón del 42.9%, de acuerdo a un informe de la Dirección General de Información Agraria.

Pero la perturbación del paro se ha visto más allá de las cifras que se reducen a carestías evidentes. Lo peor ha sido el rostro de ciudadanos que nada tienen que ver con los líos entre el sector afectado y los políticos en turno a quienes dirigen sus protestas: Una señora de sesenta años perdió su cita en neoplásicas luego de meses de separada yendo del sur a Lima; un estudiante de Huánuco no pudo alcanzar su entrevista para una embajada por el tema de una beca; varios docentes de comunicaciones de Trujillo y Chiclayo no llegaron a la primera jornada de un ciclo de cursos que ofrece a sus socios APFACOM (la Asociación Peruana de Facultades de Comunicación), y así una larga lista de afectados, en lo que se señala como “daño colateral”.

Que el agro busque que el gobierno los tenga en cuenta no sólo le compete al sector, es cierto. El gobierno debe aproximarse, claro, sin esperar llamados. Pero que los dirigentes verdes rechacen la ley de creación de del sistema nacional de gestión integrada al agro, reclamen una mejor ley de aguas, exijan herramientas que les permita competir mejor ante el TLC con los EE.UU., etc debe hacerse sin que el resto del Perú deje de moverse libremente.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Orgullo de peruanos

Dos sondeos, cada cual de una universidad limeña, revelaron esta semana que el orgullo de los peruanos “por lo peruano” anda viento en popa. Tanto el estudio entre 300 hombres y mujeres de 18 a 60 años del centro de investigación de mercados de la Universidad San Ignacio de Loyola, como el Sondeo Anual sobre Valores realizado por la empresa encuestadora de la Universidad de Lima, que incluye en su rango de edades 10 años más, muestran datos nada despreciables sobre lo que los nacionales sentimos por el país.

En tanto éste último revela que el orgullo nos aflora en nueve de cada 10 encuestados y que entre las fortalezas de los peruanos están la generosidad, la solidaridad, el trabajo, la dignidad, incluso la religión y la defensa de nuestros derechos; aquél descubre que no nos falta motivos símbolos para flamear nuestro orgullo nacional, y en orden aparecen Macchu Picchu (53%), la comida, como no (25.7%) y las costumbres (23.7%) seguidas de las fiestas de guardar, las danzas típicas, y la amplia y variopinta geografía.

Que hoy los peruanos, a partir de esta muestra de limeños, tomadas para ambos sondeos, sintamos orgullo por lo nuestro no es irrelevante. Menos en un país en el que sólo hace dos años, de acuerdo a un estudio encargado ex profeso por La República, la mitad de los peruanos quería irse del Perú porque entre otras razones el país les daba lástima.

Pero con la reinserción económica, y un panorama de desarrollo prudentemente sostenible, la mirada hacia nosotros mismos conoce nuevos capítulos porque es precisamente en terrenos en los que no nos habíamos concentrado antes donde se despliega un auge antopoeconómico sin precedentes. Citemos sólo la gastronomía peruana que en sólo los últimos siete años supone ya un boom de restaurantes con tendencia a lo gourmet, la proliferación de institutos y escuelas universitarias formadoras de chefs y una vocación que hoy es validada por jóvenes y adultos como nunca antes.

Hemos cuajado en orgullo. Cuando en 1987 el descubrimiento de las tumbas del Señor de Sipán maravilló al mundo, se cimentó un fenómeno que unos años después me lo hizo ver la desaparecida antropóloga Susana Meneses. Se trataba de que la comunidad nacional –y también la mundial- echaría una mirada más alta a la raza mochica, a sus rasgos, sus costumbres, sus apellidos que recordaban lo que infelizmente llegó a ser una lengua muerta, precisamente por falta de orgullo. Un diplomático en Lima, en cierta reunión, hace ya fecha, me pidió le dijera mi segundo apellido. “Llontop”, respondí. “¡Ah, vaya! Moche. Que orgulloso debe sentirse de llevarlo”, se sorprendió. Asentí, mientras bebía un cóctel de algarrobina.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Niños sin oportunidades

Vuelva a leer el título y grábese la frase: Niños sin oportunidades. De aquí en adelante será emponderada de a pocos pero con contundencia. La cruzada la liderará nada menos que las Naciones Unidas desde su centro de Informaciones. La idea es que todos aquellos organismos y personas que trabajan por la cultura de paz y desarrollo (desde ONGs a investigadores y comunicadores) acuñen el término y termine por desplazar al insulso y lacerante “niños pobres”.

La nueva nomenclatura se ha gestado desde la propuesta de un abogado y académico con inmensa preocupación en los Derechos Humanos, Alcibíades Sime, quien es además vicerrector de la casa de estudios donde laboro. Fue recogida a su vez de palabras de una mujer anónima que sustentó el cambio seguramente desde su carga semántica, como cuando a los “países subdesarrollados” se convino en llamarlos “países en vías de desarrollo”.


No importa ahora la autoría, decir “niños sin oportunidades” es todo lo contrario a un mero eufemismo. Significa verbalizar una voluntad de mejoras a los más de 56 millones de niños latinoamericanos y caribeños, al menos, de entre cero a 19 años (cifras a 2002 de la CESPAL) que viven en las garras de la pobreza extrema.

La pobreza golpea fuerte a los niños, más que a cualquier otro grupo etáreo. Los agarra fríos en sus debilidades y resistencia a un mundo que se ensaña con ellos y que puede sumirlos en un hoyo profundo del que podrían nunca salir. Como deben ayudar a su manutención (y a la de su familia), millones de infantes queman la etapa de la niñez por trabajar tempranamente: más de 245 millones de niños trabajaban a 2002, el 73% en condiciones infrahumanas. Y a veces el trabajo se tuerce macabramente, un millón de niños y niñas son explotados sexualmente sólo en Latinoamérica y el Caribe.

Las cifras no son mejores en Europa del Este ni en África y en algunos puntos de Asia donde miles de niños nacen en condiciones que los marcará de por vida, enfermedades que heredaron de sus padres infectos y que les doblará el peso de la cruz que deben cargar sobre sus frágiles espaldas.

De cara a la Navidad, el término novísimo, de estreno, suena rebién. Y las connotaciones que trae de implícito también. Vuelva usted a decírselo para sí lentamente “Niños sin oportunidades”. Extienda la buena nueva a sus familiares y amigos antes que la ONU. Déle una chance a esos millones de niños y niñas que esperan más que el cambio de una de las palabras de la frase con la que hasta ahora se les ha llamado.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Mirar más al Sur

Aunque éste que acaba en unos días, no ha sido en líneas generales para el país un año malo (todo lo contrario), el inicio de la bonanza económica peruana es desequilibrada si las cosas se ven desde el Sur. En tanto los índices de crecimiento son superiores en los dos últimos años para Piura, La Libertad, Cajamarca y Lambayeque que el promedio nacional, en el Sur se siguen concentrándose las cifras más relevantes de pobreza y pobreza extrema; cuando en las cuatro capitales norteñas el ingreso familiar se ha incrementado entre el 18,29% y el 10.20%, las canastas sureñas siguen en sus anteriores promedios; mientras que el boom de los supermercados (y ahora los bancos/financieras de dos de ellos) atosiga la oferta en el norte, ese mismo crecimiento es bien modesto en el Sur…

La bonanza focalizada en el norte del Perú ha sido producto de varios factores y quizás el de menos peso relacionado con alguna política gubernamental. Pero ya está. Sin embargo, para el Sur se necesita la mano de Gobiernos central, regionales y locales, para equilibrar una balanza que por ahora ladea del otro lado. Más si se tiene en cuenta el sismo que azotó el sur chico el 15 de agosto (y cuyos estragos no han sido superados). Más si se tiene en cuenta el friaje que este 2007 se ensañó con las zonas más pobres de los andes sureños. Para atender al Sur –y no sólo ante lo fortuito sino para establecer condiciones de verdadera riqueza- el Gobierno de Alan García necesita más creatividad y eficiencia.

Las reacciones de un Sur venido a menos (y con bastante tradición en reaccionar violentamente) no deben de esperarse. Pero están asomándose ya, desde el pueblo (Los alumnos de una promoción de colegio en Huancavelica quiso llamarla Antauro Humala hace unos días) o desde aprovechados azuzadores (el narcoterrorismo y el terrorismo han asesinado en el Sur a ocho de los 11 policías muertos por ataques subversivos sólo en la gestión del ministro Luis Alva Castro).

Es obvio que liderados y en consenso con un pertinaz gobierno central, regiones y municipios deben de generar las condiciones para que la paridad del boom económico se distribuya por igual (entiéndase también Amazonia y otros puntos). De hecho el Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. le da una valiosa oportunidad a García y compañía. La labor de políticas de un gobierno es precisa en estos casos; no sólo reaccionar ante embates naturales o ataques de mano humana. No sólo felicitarse porque por razones planeadas, o no, la bonanza llegó para una parte del territorio.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Mamita, la policía

Hay instancias cuya imagen no mejora entre los ciudadanos. Una recurrente es la de la Policía. Una encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica del Perú aplicada a 476 personas de 31 distritos de Lima metropolitana (incluidos Lurigancho, Chaclacayo, Cieneguilla y los balnearios del sur y norte) arroja lo que es un vox populi irreversible: para la percepción ciudadana la policía no anda con buen pie.

De acuerdo al sondeo, los peruanos de a pie consideran malo el desempeño de la PNP en cuanto a prevención de la delincuencia (59%), persecución de delitos (50%), prevención de desordenes (47%). Creen que la PNP es ineficaz en la atención de las demandas de los ciudadanos en un 55% y muy mala en un 14% y ni hablar de lo que se piensa sobre la honradez de la PNP que catalogan como mala en un 54% y muy mala en un 23%. El colmo es esto: los peruanos no creemos en la PNP respete la Ley, hasta en un 58% sería un mal respeto por ellas y un 10% un muy mal respeto.
No se trata de una novedad. Según el barómetro global de Transparencia Internacional sobre percepción de corrupción por sectores, en el Perú, los propios peruanos ubicamos a la Policía entre los cinco estamentos más corruptos, en un triste ranking que antecede el Parlamento y el Poder Judicial, entre otras instancias nada menos que tutelares.
Ser una instancia tutelar y no gozar de respaldo ciudadano es sintomático. En conjunto habla una sociedad poco cimentada todavía y que aun cuando conoce síntomas de crecimiento económico evidentes (que en efecto pasa en el país en estos momentos) no se traducen en lo que se quisiera como verdadera atmósfera de desarrollo.

Le pido una explicación a un analista de fenómenos sociológicos. Me dice que la policía adolece aun esporádicamente de experiencias con los ciudadanos en las que estos últimos resultan perjudicados: por ejemplo la coima si el conductor cometió una infracción; por ejemplo, la desatención (a veces con sorna) a la mujer que quiere denunciar a su pareja porque la golpeó o la amenazó. Eso va sumando y forma un imaginario que -lamentablemente- se construye como un todo. “Todos podemos contar una experiencia así, quizás”.

Sí. Claro. Yo tengo una, le digo. Me atendió bien la policía para un caso de extorsión. Pero tuve que desembolsar un dinero que se supone iría en un sobre delante de billetes falsos para atrapar a los facinerosos. Se armó un operativo, y aunque no se atrapó a nadie, puedo decir que el caso cerró con éxito. Bueno, casi. Cuando quise recuperar mi dinero, entre Villegas y Reyes, solo he recibido largas y compromisos cada vez con menos cortesía de que pasó con lo que puse en sus manos. Lamentable, una buena historia se enloda en un billete de dos ceros.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Lengua de desentendidos

No voy a echar leña al fuego del diferendo que hoy enfrenta a Perú y Chile sobre la postura de hacer revisar, en La Haya, un convenio de límites de mares. Sería más de lo mismo en argumentos de base nacionalista –y hasta entendiblemente chauvinistas- y no aportaría nada a un debate del que en atención a la libertad de expresión, prefiero mantenerme al margen. Pero me parece una excusa interesante para ver como el lenguaje (un mismo idioma, casi una misma habla, y mismo códigos de escritura) pueden conducir a tanto desentendimiento.

El filósofo estadounidense Dan Dennett, con una clara línea focalizada en lo antropológico y la antropología del lenguaje, ha aportado sobre los poderes del lenguaje como dinamizador del entendimiento del mundo. Es suya la tesis de que el lenguaje (y sus niveles y formas, como la escritura, por ejemplo) cambia tanto al ser que lo maneja que sostiene que si un león aprendiera a hablar podría comunicarse mejor –con nosotros al menos- pero nos diría muy poco del universo de los leones por que ya no sería tan león como los otros. Intuyo del pensamiento Dennett que un código lingüistico nuevo puede alejarnos de un colectivo al que pertenecimos (el león no es más león); pero el lenguaje puede más: servir también como desconector social.

Lisle Sobrino, doctor en psicoterapia, estuvo hace un par de semanas para presentar una maestría en psicología clínica y de la salud. Expuso sobre “La Psicoterapia Breve – No convencional”, la mejor alternativa para la solución de problemas, y se detuvo en el rol de la comunicación. “El ser humano, como animal simbólico, es esencialmente comunicativo. Como dice Heiddeger, es lenguaje, vive en el lenguaje y crea el mundo a través de él. No han sido sólo los filósofos existenciales, quienes han destacado su rol en la creación de un co-mundo en el cual se desarrolla la existencia humana, sino también los sistémicos, los psicólogos sociales e incluso los biólogos. La vida, en efecto, incluso en sus estadios más elementales, se reproduce en un contexto de intercambio o comunicación a través de la transmisión de información”, analiza.

Se ha tenido y tiene al lenguaje como el máximo nivel de la comunicación. Por eso nos sorprende cuando no funciona y procura más bien desencuentros. En dos textos sobre lengua que leo a la vez, escritos sobre expertos en el tema, hallo un marcado desencanto por el lenguaje. Tanto Juan C. Moreno Cabrera en “Las Lenguas y sus escrituras” como Steven Fisher en su “Breve historia del lenguaje” sostienen que es momento de dar al lenguaje (y sus niveles y formas) un lugar más modesto en lo que el ser humano considera como conquistas totales hacia su civilización. Basta mirar mucho hacia atrás, 60,000 años aproximadamente, para coincidir que con lengua (miles, miles, súmense todas la lenguas muertas), y con escritura (sólo reste unos miles de las lenguas ágrafas), 6,000 años hace en los cálculos más razonables, para darnos cuenta que en efecto, entre invasiones, guerras, tratas y otros, lengua, lenguaje y escritura han dado poco para el entendimiento común.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

¿La universidad? Ja, ja

Con un docente mayor que yo, y que ha vivido varias épocas del devenir de lo que ha significado la universidad como motor social, vemos como unos jóvenes se esmeran en aparecer como trasgresores. Lo miro de soslayo, sonríe socarronamente; “no hacen nada –es tajante-, los universitarios que he visto yo sí que lo hacían”. Para él los universitarios de hoy poco están cambiando la sociedad como lo hacían los universitarios de antes.

Escobar define: "Desde sus inicios, la universidad fue foco de agitación en la sociedad, es el laboratorio donde se dieron los cambios que después sacudirían naciones enteras, es forja de donde saltaron las chipas iniciales de grandes incendios". La Universidad está llamada, entonces, al cambio señalaría Tello Vegas.

¿Quién es responsable del cambio en una universidad?¿Quién es responsable del cambio que para la sociedad busca la universidad? La respuesta puede tener dos opciones: a) el cuerpo docente, b) el alumnado. Claro que una opción integracionista sugería, a y b (docentes y alumnado).

Ese es un ideal. No siempre es sencillo confluir las miradas, perspectivas, planes de unos y otros; o de unos para con los otros (docentes para con alumnos, sobre todo) como para pedir que los cambios los produzcan juntos. Y es porque es el supuesto que la universidad la diseñan los docentes para ese cuerpo de alumnado. Entonces hay, en niveles que se tratan de neutralizar, desencuentros, fruto entre del choque generacional, el camino recorrido por los unos frente a la iniciación de los otros, el influjo de corrientes, etc. y otras presiones…

Pero el cambio se da. El río fluye. Aunque los educandos claman cada vez más por atención y participar en los diseños de lo que se les propone, participar del cambio (algo que el marketing aprovecha mejor que la educación, por ejemplo). Y es porque esta generación de universitarios es cada vez menos contestataria en términos de facto (no como las movidas de los 60), pero más rebeldes en causas que el sistema formal no les permite expresar, pero ellos burlan, por ejemplo, desde las claves del Chat o las posibilidades de meterse a explorar los alcances de softwares que sus maestros no podemos.

Los universitarios quisieran cambiar, por citar, su propia educación. De acuerdo a IMASEN los jóvenes peruanos de entre 20 a 24, pensaban en un 32.1% que su educación era mala. Un mayoritario 97.4% creía que urgía un cambio en la educación en el país. Un 27.1% hubiera capacitado a los docentes y un 11,9 cambiado la metodología de enseñanza.

Los alumnos universitarios claman se les escuche. Torraine propone echar una mirada hacia una academia nueva; la llama “escuela de la demanda”, orientada hacia el alumno, en oposición a una escuela que sólo oferta. Esto es algo que en la universidad debe de tomarse como premisa para moverla, hacerla cambiar y con ella a la propia sociedad.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

La era del perro Matías

Un perro fastidia, supuestamente hasta el hartazgo, a un parroquiano. No es un parroquiano cualquiera, la verdad. Es un señor congresista de la República. El congresista porta un arma (no tiene aún licencia para portar armas). Se encrespa, se altera. Saca su revólver y arremete su furia contra el can. Contrario a lo que se podía suponer de fácil, la dueña del animal, no acepta perro muerto. Denuncia. Llama a la radio. Estalla su rabia (más que canina). El congresista huye, se esconde, niega, miente. Un día después reconoce la falta.
Lo que podría ser un episodio aislado, anecdótico en el país puede ser el comienzo de una nueva era. Quizás, en efecto, estoy exagerando. Pero tengo ilusión de que así sea. Desde el mismo Parlamento hasta de las sociedades defensoras de animales, ahora que se quiere castigar al congresista, su nombre no pasará a la historia pero espero que sí el del perro Matías. Se puede, aunque seguro pocos valorarán este deseo, abrir un nuevo capítulo en el respeto de unos hacia otros… bestias incluidas.
Se trata del derecho menudo. Chiquito pero poderoso. Un país, contrario a lo que muchos creen, alcanza el desarrollo no cuando bajan sus índices de pobreza (bien ahí los cinco puntos que se acaba de reducir entre 2007 a 2007, de acuerdo a INEI). Tampoco cuando se ubica en tablas mundiales de competitividad (aplausos porque el Perú ocupa ahora el lugar 35 de las 55 naciones del ranking mundial de competitividad 2008 o y porque su desempeño económico va por el puesto 14). Un país alcanza el parnaso del desarrollo cuando se respeta el derecho, los grandes derechos de las grandes mayorías, pero también el derecho de los que menos son en número, de esas minorías de las que todavía no vemos o incluso nos burlamos en el Perú.
Siento ser el aguafiesta de economistas de sonrisa dibujada a lo ancho de sus mejillas. El dinero está bien (aunque falta incluso el chorreo). Pero eso no nos hará desarrollados. No el dinero solito. Los países donde el urbanismo crea un ambiente saludable para el habitante, allí hay desarrollo. Aquellos en los que una fiesta en cualquier institución (por más colegio de abogados que sea) se manda a callar si le molesta el ruido a uno, solo a un, vecino, allí hay desarrollo. Esos países donde el ciudadano tiene derecho a la respuesta de sus autoridades vía documento, donde se le llama para que opine y decida sobre obras y presupuestos, allí hay desarrollo…
¿Lejos todavía? Parece. Yo tengo la esperanza en que esos hechos menores en apariencia, como el del trágico final del perro Matías, vayan generando esa atmósfera que nos separa tan penosa como semánticamente, países desarrollados vs. Países en vía de desarrollo.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

La edad de la inocencia

Así como en el Perú se debate el tema de la despenalización de la violación a menores si la relación es consentida, cruzando el atlántico, en Francia, la opinión pública y los políticos cruzan argumentos para definir si bajan o no en su legislación la edad mínima para imputar delitos. Aunque en esferas, y no sólo en continentes y realidades distintos, en ambos casos se trata de problemas que parten de lo mismo ¿En que momento de la vida de un hombre y mujer se puede ser totalmente responsable de sus actos?

La respuesta no es, de ningún modo, sencilla. La biología marca edades más o menos en consenso. La psicología… se reserva ese derecho. Aunque relacionadas a ciertas edades cronológicas, La psicología, sólo señala etapas que se van quemando hacia la adultez. Quedan en el camino, niñez, pubertad, adolescencia y juventud (llamada eufemísticamente adultez temprana). Si hay algo claro, es que desde púberes, se contará con la capacidad biológica para, por ejemplo, practicar el sexo (claro, el sexo, o mejor la sexualidad, es un todo complejo mucho más allá de lo biológico).

Otro asunto es la responsabilidad tanto ante el sexo como ante otras accionares; entre ellas la comisión de faltas y delitos. Los que se oponen a la despenalización de delitos sexuales previo consentimiento del menor, en el Perú, como a la penalización de delitos a ciudadanos con sólo 16 años, en Francia, esgrimen argumentos tradicionales aunque no menos lógicos. La inmadurez psicológica es la más fuerte.

En la otra orilla, quienes propugnan “pisar el suelo de la realidad” y procurar responsabilidades al menos compartidas, parten entre otras premisas que ahora los jóvenes maduran mucho más temprano: En el país, la edad de la iniciación sexual ha bajado en dos años y más, en la última década; también la del consumo de drogas; y aunque el terreno pueda resultar distante, cada vez más púberes toman el auto de sus padres, lo manejan bien, aunque el sistema no les permita circular en calzadas y carreteras. Más de un suspicaz corregirá: una cosa es meterse a hacer algo, otra, ser consecuente con ello.La palabra clave vuelve a ser responsabilidad.

En el mundo, la edad promedio para asumir ciudadanía es de 18 años. Antes fueron los 21. Entre otros factores, lo que impulso esa medida fue una realidad contrastante: muchos jóvenes de 18, 19 ó 20 ya trabajaban y no gozaban de los mismos derechos laborales sólo por esperar sus 21. Esa era lo que podría llamarse una “imposición real positiva”. Para las ley que se discute en Francia se parte de lo que podría ser una “imposición real negativa”, los jóvenes cometen delitos, a veces terroristas, y se amparan en su edad para burlar a la ley… o alguien los utiliza para ello. El debate de la sexualidad consentida en Perú es ¿una imposición real? Un grupo de feministas y el colectivo de sexólogos en general dicen que sí. ¿Tienen todas las herramientas éticas y morales para decidirlo solos? Se aceptan todo tipo de opiniones…


*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

La ciudad de la Furia

Con el sentido pesar de quienes empujaron su gestación, sólo hace unos días el nacimiento de una urgente carrera de urbanismo quedó en stand by. Se culpa al mercado. Pocos clientes – alumnos para sostenerla. Aun cuando se trabajó para crear conciencia de su necesidad, las respuestas del respetable no fueron rápidas. Habrá que esperar. Sin embargo, una escuela profesional de urbanismo, no deja, por ello, de ser necesaria para el país y sus ciudades. Algo que debe de asumirse no sólo desde determinada casa de estudios superiores que se arriesgó a creer en ella, sino a todo nivel.

Basta ver las ciudades de la costa norte, más que otras (aunque también Lima, capital) para entender que el urbanismo no trata de caprichos, snobismos, o modas. Baste quizás mirar Chiclayo –solo Chiclayo- unos días y unas semanas atrás para entender que no puede más una ciudad que se presta de un boom en su desarrollo, sucumbir a una que otra lluvia de mediana cuantía.

Si la ciudad de la amistad retrata en promedio lo mal que soportan las calles ya no un fenómeno del niño, ni de la niña, sino sólo esporádicas lluvias que senami no acaba de explicar; otras ciudades menores en tamaño (Catacaos, Ferreñafe, Santa, Simbal) pueden resultar más ejemplificadoras. Pero también sus pares urbanas como Piura, Trujillo o Chimbote, capitales de regiones, donde las cosas son sólo un poco mejor.

Douwe Wieberdink, encargado de armar la estructura académica de la fenecida carrera que reseño líneas arriba, es un urbanista holandés que me insiste en que Europa ya vivió ése y otros problemas hace más de 100 años y que sólo se superaron con el concurso de la ciencia urbanística. O sea, calles anegadas, basura, contaminación, enfermedades, embotellamientos, etc, etc, etc.

Los europeos decidieron hace un buen tiempo resolver las pestes de sus ciudades como deberíamos hacerlo nosotros hoy con las nuestras; es cierto en campañas que impliquen concienciación ciudadana, pero también conducción concreta de parte de autoridades públicas (presidentes regionales y alcaldes entre otros), así como sociedad civil organizada (aquí viene el rol de las universidades, por ejemplo) e incluso la actividad privada, porque una ciudad funcional es garantía de poder transportarse para consumir –sólo esta ilustración chiquita- y así sostener la economía.

Los urbanistas, profesionales, que el Perú se da el insensato lujo de no tener como propios, no sólo se encargan de planificar ciudades o megaciudades, como las dos extensiones de Dubai en Oriente. También se encargan de mejorar las que ya existen, ver estrategias para superar conflictos: están Nueva York y Loja, extremos es cierto pero ambas con un excelente manejo de residuos sólidos. Y en este punto, proyectar a las ciudades hacia el futuro, en base de cálculos de gentes, movimientos, necesidades. Que alguien se atreva a decir si de verdad no nos es urgente.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

La Caída del Adobe

Anda de malas el adobe. Esta vez, con el sismo del sur del Perú, se ha insistido en ha sido el adobe el que porcentualmente ha matado a los más de 500 muertos. No es la primera vez. Se atribuye que del terrible terremoto de Huaraz del 70, a los 30 mil muertos los sepultó el adobe; sólo hace dos años en Irán otro sismo mayúsculo lapidó las vidas de igual número de habitantes en iguales circunstancias.

Marcial Blondet, es ingeniero constructor y doctor en investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Él cree en lo que llama la vivienda antisísmica de adobe, o mejor la “construcción sismorresistente”. Para el investigador se puede construir mal incluso con materiales de albañilería (se niega a usar la alocución “material noble”) y de hecho lo prueba el que una de los 35, 568 edificios derruidos por el terremoto reciente – cifras al miércoles 22 según INDECI- fueron de cemento y concreto más del 65%.

No se culpe así por así tan fácil al adobe. César Méndez, especialista del Colegio de Arquitectos del Perú y director nacional de un programa que tiene que ver con el tema, sostiene que el problema está en la “autoconstrucción”, es decir, la informalidad tan nuestra que los peruanos tenemos para hacerlo todo, traducida en la construcción de edificios: sólo llamamos al albañil… y listo.

En el Perú, la mitad de las casas levantadas en pie son de adobe. Es algo que apenas podemos ver en la ceguera de las luces de la ciudad. Acaso si lo atisbamos en pueblos jóvenes y asentamientos humanos. Pero el adobe se yergue poco altivo, porque su nobleza la toma del mismo suelo del que está hecho, en caseríos de costa, pueblos de sierra y adentro en la selva.

No es su historia sencilla. El adobe puede tener una vida relativamente corta y sucumbe no sólo a sismos, sino también a aluviones y otros fenómenos acuosos (cítese nomás lo que descubrió Chris Donan sobre cómo los moches –excelsos adoberos- fueron desaparecidos por las aguas de un Niño).

Los planes de reconstrucción, anunciados por el Presidente de la República, y el titular de Vivienda y Construcción no consideran al adobe. Este material, difícil de defender en estas circunstancias, pasa los peores momentos de su milenaria historia. Pero, ¿es que se va a poder reconstruir sólo con cemento y hormigón? ¿Le va a alcanzar al estado, sensatamente?

Incluso si la respuesta es afirmativa, un buen número de peruanos van a seguir insistiendo en el material con el que sus antepasados edificaron sus moradas. Hay razones económicas, pero también las de orden cultural, cosa a la que, otra vez, la ceguera dificulta una lectura más fina. ¿No sería más bien un buen momento para procurar instrucción en “ennoblecer” al adobe, hacerlo más fuerte y resistente? Por ahí hay un camino, que nadie, menos las autoridades ahora con las heridas abiertas del sismo, siquiera han considerado.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

La Bozzo y el bozal

Laura Bozzo, autoproclamada abogada de los pobres, vociferante conductora de letrinas televisivas siempre mereció un freno. Y no de mano. Sino de boca. Hoy, con todos los testimonios de ex panelistas y trabajadores de sus irremediables programas de TV en contra suya, parecería que está más cerca esa ilusión de borrarla de la oferta televisiva, aspiración de moralistas e impulsores de una pantalla chica más blanca. ¡Incrédulos! Éste no es más que otro de los espejismos en los que la conductora habita, y en los que hace habitar a otros.

Intimidades, el tímido espacio en el que nació hace una década, pronto la descubrió en sus aspiraciones mayores, con buen feeling para hurgar sordideces en el C y D. Entonces, se preñó solita de infamia para traer al respetable el peor monstruo que haya conocido la TV peruana y parte de la latinoamericana, a ver si alguien saca pecho por ella. Madre nacional del reality show, vocera sin disfraz del régimen fujimontesinista, feminista confundida, dama y señora de la ayuda barata, gerente general de un lavandería videográfica de trapitos sucios al aire, nunca fue la Bozzo ninguna joyita.

Pero el último destape periodístico en que se devela eso que ya era un secreto a voces, sino que ahora con más pruebas (gente que se llama Cecilia Zorrilla, Melina Ormeño, Alexander González, Juan Gallardo o Juana Gamarra), con más chinguirito, ponen en evidencia que lo que vende en Telemundo o ATV no es sino una fábrica de pesadillas, un universo surrealista de nombres reales e historias falsas. Pobres hasta el cuello que fueron por sus 150 soles a ganarse alguito actuando mejor que Blume o Kamalich, a hipotecar su dignidad con un drama exquisitamente fregado, y con la promesa de que nada de lo que se grabe acá se trasmita en Perú… y luego eso de la globalización, pues, que la TV también se ve en la Internet, que allí no hay fronteras. Y el marido de fulana sin entender de qué diablos se queja su mujer de abandono si con él vive, o la esposa de otro, sorprendida porque ella en sus noches de cama no le sabe una impotencia fulminante que él reconoce histriónico…

Todo eso, sin embargo, no es suficiente para que la otrora detenida con libertad restringida, pero en las instalaciones de un bunker que le permitía salir en forma de ondas herzianas, purgue pena y pague condena. De acuerdo a los analistas, apenas prosperaría la denuncia que el Ministerio Público le ha abierto sobre la exposición que le produjo a una menor de siete años sin la protección de su identidad, que es como mandan el Código del Niño y el Adolescente. Por lo otro, está la ley; pero la Bozzo, vivaza, sabe sus trampas: es lo suyo un programa de entretenimiento por más que ella lo rejure como de ayuda social.

¿Habrá crimen sin castigo? Puede que no. Soñemos juntos cómo amonestar a la señora. Nadie pone su programa. Ningún anunciador le avala con publicidad. Todos los pobres rechazan vender actuaciones. A ver quién comienza…

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Júzguese también al otro

En alusión a que sólo sería verdaderamente justo que así como al ex mandatario de origen japonés se le juzga por la matanza de Barrios Altos, La Cantuta y Sótanos de SIE, algunos exacerbados fujimoristas claman que Alan García Pérez debería ser juzgado también por el genocidio del Frontón ocurrido durante su primer gobierno.

Al margen de que si se le pueda juzgar o no a García (aparentemente sí, con lo que pueden ser unas pruebas que acaban de ser noticia el último miércoles) pero sólo cuando deje de ser mandatario, la idea de justicia para la emotiva defensa fujimorista se reduce a equidad, apenas uno de sus valores.

Definir justicia no es sencillo, incluso para los jurisconsultos y pensadores. Pero hay una definición que es básica: “justicia significa qué se debe hacer según derecho o razón”. No destazamos el análisis –no somos expertos- mas reparamos en sus conexiones a esos dos campos, derecho y razón: la justicia opera en base al derecho (traducida a un cuerpo legal) y se esgrime desde bases argumentales, racionales. O más bien debiera.

Porque no siempre está la razón respaldando un argumento. Los argumentos pueden torcerse. Los griegos hace más de dos mil años les llamaron falacias. A simple vista parecen razones milimétricamente articuladas en sus partes, pero esconden mecanismos alambicados, tramposos que llevan a inferencias equívocas, conclusiones mañosas. Reclamar por la administración de justicia hacia otros para que la que administra a alguien proceda, es una falacia.

Lo es de un modo práctico. Imagínese al carterista atrapado con las manos en la masa que argumenta que mientras a otro u otros carteristas no se les atrape (y procese) tampoco se le debiera procesar a él. Si seguimos los datos mundiales respecto a robos y otras fechorías y reparamos en que en algún lugar del planeta más de un crimen se comete antes de que caduque un solo segundo, impartir justicia sería un ejercicio imposible, no podría ser administrada nunca a nadie.

Eric Fromm y Wayne W. Dyer, entre otros, han estudiado la naturaleza, espectro y tipos de justicia. Nadie dice que la que nos administramos los propios seres humanos para ordenar la vida en común sea la más perfecta, pero pretender eludirla por lo que es a todas luces una falacia, es –no importa sino se reparó en ella- un desatino mayúsculo, toda vez que conduciría a una sociedad caótica opuesta precisamente al estado de derecho en el que aspiramos a desenvolvernos los hombres y mujeres modernos y libres.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Gavilán o Paloma

Sólo menos de una hora después del segundo de los devastadores terremotos de la noche de “miércoles” del pasado miércoles 15, RPP daba noticia de una infausta secuela de demoledora inhumanidad. Los transportistas informales que normalmente cargan pasajeros en las fronteras del sur de Lima, subían sus pasajes en cinco y hasta 10 soles, aprovechándose malsanamente de cientos de urgidos por viajar a ver a sus familiares en Chincha e Ica. En la mañana del jueves, un desatinado dirigente de choferes no articulaba razón para su despropósito y Vargas, el fornido e implacable director de la radio, le hizo ver que ya la historia se encargaría de condenarlos por atreverse a lucrar en precisos momentos de dolor ajeno.

Los desastres, las catástrofes naturales o provocadas, y los casos extremos de cómo la pobreza, y las enfermedades sacan a flote nuestros más altos valores, entre ellos la solidaridad, como también lo peor de nosotros, y baste el ingrato pasaje relatado. Ocupémonos de lo positivo; a la solidaridad Cabanellas Torres la considera, en una de sus cinco definiciones, como la “Identificación con una causa o con alguien, ya por compartir sus aspiraciones, ya por lamentar como propia la adversidad ajena o colectiva”. Buscarais, a su turno, observa que en ella confluye lo racional, lo afectuoso… y la acción, producto de las primeras.

La solidaridad es producto social. De Lucas sostiene que la tarea de reconstruir su concepto y sus principios es una de las claves de legitimidad guiada por la idea de que la humanidad está condenada a vivir, hoy por hoy, una época solidaria si no quiere conocer la barbarie.

La solidaridad es la empatía en positivo. El Diccionario de la RAE tiene a la empatía como la “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”, es decir, uno puesto en el lugar del otro. Sólo cuando se puede ser empático (calzar en zapatos del otro o la otra), se sabe entender la dimensión de su dolor para ser solidarios, es decir para actuar en su favor.

El desastre que han provocado los dos terremotos del sur del Perú, y cuyo saldo crece de 400 a más en tanto termino estas líneas, ha despertado la solidaridad también. De quienes al norte no hemos sentido sino apenas una leve sacudida, y de la alerta comunidad internacional que se han puesto una mano al pecho y otra en el bolsillo derecho (España y Francia, muy, muy rápido) para ayudar a paliar lo que las víctimas de Chincha, Cañete, Ica y alrededores han sufrido de manera lamentosa.

Entre portarnos como viles aprovechados o ser empáticos y solidarios (gavilanes o palomas), existe un punto medio, cuya inanición la inclina a un antivalor más bien: es la apatía. El apático, con su dejadez e indolencia, es impasible en sus ánimos, no es chicha ni limonada. Parafraseando con la falsa literalidad de un rock argentino ochentero, un apático habría dicho tras el desastre del miércoles “despiértame cuando pase el temblor”.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Fue en mayo del 68

Francia tiene en su haber dos de las revoluciones más importantes de la historia en materia de consecución de derechos humanos y que paradójicamente no pueden, siglos y décadas después, respectivamente, ser leídas como en el momento de su ocurrencia. Una es la celebérrima Revolución Francesa; la otra, el Mayo del 68.

Este mes se conmemoran cuatro décadas de la segunda de estas revueltas. Exactamente, no se originó ni en mayo ni en Francia. Pero fue durante ese mes y en ese país, aunque con más fuerza en las ciudades de Nanterres y París, donde tomó el cuerpo que le acomodaría su sitio en la historia.

El mayo del 68 se preparó en parte en los EE.UU. con las protestas anti guerra de Vietnam, anti el apartheid racial a los afroamericanos y pro derechos de la mujer. Alemania recibió ese clima y lo internalizó a la búsqueda de un punto medio en un mundo que se pretendía estrictamente bipolar. Pero a Francia, el malestar llegó en un momento crítico en el que los contextos de un hartazgo mayor pudieron traducirse primero en la toma de la universidad de Nanterres por parte de los estudiantes, a finales de marzo de ese año festivo, y luego en una escalada a la que se sumaron La Sorbona de París, los sindicatos y todo un movimiento laboral y social de nueve millones de obreros en huelga, que hizo al gobierno de Charles de Gaulle no sólo transar con ellos, sino adelantar elecciones legislativas antes de que el mayo aciago terminase.

Hay algunos románticos que creen, saben, que la Universidad como institución no ha vuelto a ser la misma que en Mayo del 68. Los movimientos universitarios en Argentina y Perú de los setentas han sido apenas un remedo sin mayores quiebres. Las guerrillas del terror cocinadas a la sombra ya en la Universidad de Huamanga como en la de San Marcos fueron equívocas en sus métodos y recibieron la espalda de un pueblo desconcertado.

Pero todo ello no invalida la necesidad de tener una universidad activa, comprometida con lo social, la acción y la protesta. Es claro, necesario, que las dinámicas deben armonizar con los tiempos, lo que lamentablemente la más de las veces se traslada a una inacción sostenida o al poco impacto del trabajo de las escuelas o las facultades que la forman.

Cenamos con Javier Casas, del Instituto de Prensa y Sociedad, con quien trabajamos varios proyectos para “hacer sonar” la Universidad. Es un idealista y aunque no hemos hablado del mayo del 68 parece perdido en ese pasado que ni él pudo vivir en carne propia, por distancias en tiempo sobre todo (es muy joven aunque de hijo de madre gala). Sin embargo, reclama que la Universidad como institución debiera tomar partido, abrir la boca, comprarse pleitos. A nivel de estudiantes, a nivel de docentes, a nivel institucional. Hay todo un mes, mes de mayo, para repensar mayos no similares sino mejores al del 68.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

Esta nueva música nuestra

No voy a repetir el cliché: “con la muerte de Jhonny Orozco, y sus músicos de Néctar, y Sara Haydé Barreto, Muñequita Sally, el Perú ha perdido dos de sus más representativos íconos de la nueva música chicha peruana”. No por que esté harto de leerlo en los diarios y escucharlo en TV y radio. Sino porque sinceramente pienso que está pasando exactamente lo contrario: en sólo dos semanas, con Néctar y la dolly folklorista en mejor vida, ese género musical, tan difícil de definir, ha conocido el auge que nunca antes tuvo.
“Ya estaban. Pero la mitad del Perú no los veía, no los escuchaba” me corrige un amigo. Ahora su hijo de ocho años tararea El Arbolito. El niño, aplicado alumno de uno de los más pitucosos colegios de Chiclayo, toma un peine y lo rasga sobre un vaso coctelero de metal que en su diseño tiene venas en relieve. Le saca algunos acordes y se acompaña de unos pasos que ha visto en una de las tantas repeticiones que pasan en los programas de folklore muy, muy, de mañana.
Orozco, Barreto pertenecen a la nueva generación de músicos e interpretes que redefinen la música de raíces andinas en términos prácticos. Entiéndase que como Dina Páucar, Sonia Morales, el Chato Grados, Agencia Meza y tantos más la amoldan según la imagen y semejanza de las experiencias de los provincianos que la sudan ya en sus ciudades de origen o en Lima, donde la urbe de ocho millones de habitantes los pudo asfixiar pero que ellos saben sortear y que mejor al son de esta música que los retrata.
Yo poco sabía la verdad de estos dos ídolos que ahora la muerte se llevó con el artilugio de dos fatales accidentes de tránsito. Y me he hecho traer algo de su música. Escucho “El baile de la Cumbia”, “El Arbolito” y Pecadora” de Néctar; y “La Otra”, “La Títular” y El Pisado” de Muñequita Sallly. Son acordes sencillos con insuflos andinos pero también cumbiancheros; conviven bien el acordeón y el teclado eléctrico como si la música quisiera resolver desde su terreno las estúpidas diferencias sociales que a Dios gracias no han podido arrinconar ni a ellos mismos ni a sus escuchas.
Las letras son también básicas, elementales, despojadas de pretensiones poéticas mayores. Son historias contadas casi como las conversarían dos trabajadores de una fábrica en el medio de su descanso o dos comadres esperando turno en alguna posta del seguro social. Quien me ha proporcionado los CDs, un estudiante de la Universidad de Lima, que hace su tesis sobre el tema y sus conectores sociales, se emociona y me insiste en que escuche también a Sonia Morales. Hecha a correr “tomaré para olvidarte”, “El Celular” y “Chico Mentiroso”.
Los nuevos folkloristas son más que música, le doy mi opinión al tesista. Articulan tejido social donde fallan ONGs, universidades y Estado, y gestan una nueva economía con creatividad. Por ejemplo ante la piratería, poniendo sus propias quemadoras artesanales pero registradas; sacan cerveza con su imagen (como la Meza), o muñecas ataviadas con sus vistosos trajes de hilado y pedrería (como Morales y Muñequita Sally). Vaya sí la están haciendo.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sipán
luisalarconll@gmail.com