miércoles, 28 de enero de 2009

En el país de Chantada

Nadie lo había dicho mejor que Honoré de Balzac, el famoso escritor francés: “La burocracia es un mecanismo gigante operado por pigmeos”. Se refería, claro, al aparato burocrático sobredimensionado, absurdo, ese que entrampa las cosas, en vez de empujar el carro, esa burocracia que friega y atropella y que uno se encuentra a mares en las dependencias públicas (aunque no en todas) e incluso en las entidades privadas (en varias).
El Perú es un país con una importante tradición burocrática. Diseñado para las tramitaciones de oficio según el modelo español de la colonia, los procesos administrativos encontraron acá como en varios países latinoamericanos, un arraigo que favoreció la poca movilización del aparato productivo y amparó desde letanías hasta corrupción gubernamental.
Perú es el país del papel sello sexto que se debía comprar en el Banco de la Nación pero que se revendía en sus inmediaciones, necesarísimo para cualquier trámite hasta que hace casi dos décadas. Desde el humor, el país también vio nacer al doctor Chantada, personaje que encarnó ese actorazo que alguna vez fue don Alex Valle, un burócrata que todo lo envolvía para hacerle la vida a cuadritos a cualquier hijo de vecino, incauto solicitante ante el sector público. Se bromeaba con una dura realidad que había sido descrita por el español Pío Baroja: “La burocracia en los países latinos parece que se ha establecido para vejar al público”.
Perú, desde las voluntades más altas -y/o el doble discurso- también se opone a la burocracia excesiva. Somos cuna de una interesantes Ley de Procedimientos Administrativos General (Ley No 27444) y la Ley del Silencio Administrativo Positivo (Ley No 29060), ésta más nueva que aquella, pero armonizando una misma dirección: favorecer al administrado.
He sufrido en carne propia los excesos de la burocracia descarnada, de la imposición de tramitación duplicada los últimos cuatro meses a raíz de un grado de maestría que me urgía conseguir. La entidad de mis maltratos no es ni siquiera pública como para justificar la “tradición” de sus procesos. Es una entidad educativa de prestigio y privada.
Pero son abusivos para solicitar documentación que se suponen ya tienen porque alguna vez uno mismo fue su postulante para su Post Grado, contraviniendo el espíritu de la Ley que se si bien es pública debe insuflar lo privado y que en su artículo 40 establece una serie de documentación prohibida de solicitar.
Vuelven a pedir partida de nacimiento, por ejemplo, y yo hace tiempo les alcancé una; pero también copia del DNI; entonces intento que reflexionen porque al presentar DNI pruebo que al menos he nacido hace 18 años. Nada, la burocracia establecida, instituida, se erige sobre mecanismos sin asidero.

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