lunes, 23 de junio de 2008

GAMAS DEL VERDE

De todos los colores del espectro, no hay otro que no sea el verde el que más cuerpo tiene en el idioma.

El español ha sido generoso para acoger al verde. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, sus acepciones suman 18. Superado sólo por el blanco y el negro (con 22 y 20 respectivamente), ningún color, ni siquiera primario tiene tantas: considérese los 13 significados del amarillo, los escasos cuatro del rojo, los parcos tres del azul… El verde, como color, en cambio, vive más de una vida en el imaginario de los hablantes hispanos; reverdece, diríamos, para parafrasear con uno de sus derivativos, nada menos que un verbo.

El verde, procedente del latín virĭdis, es por supuesto en el español el color de la naturaleza. Con un pie en ella, el verde la alude en sus acepciones 11 veces: “Dicho de la leña: Recién cortada del árbol vivo”, “Que aún no está maduro” o “Pastos del campo para el ganado”, por citar. Pero también hay alusiones menos lógicas y aun y todo con mucha tradición: el verde aludirá al dólar (y no sólo en Cuba); también a los primeros años de la vida o la juventud; la inexperiencia y la poca preparación en las personas; y la falta de perfección en las cosas; junto a ciertos sustantivos relativos a gente connotará inclinaciones galantes impropias de determinados edad o estado (viejo verde y viuda verde; aunque más sonoridad tenga viuda alegre); en piezas literarias verde será indecencia y obscenidad.

Las adjetivaciones por extensión o no, la verdad no son propias del verde. Ya en el español o en otras lenguas los colores aluden no sólo color. Entonces hay domingos negros, y crónicas rojas; un amarillo será el que no acata la huelga, y con rosa se refiere a todo lo que puede vincularse a lo gay.

Pero el verde tiene en nuestro idioma quizás el peso que el azul (blue) en el inglés donde esa música nostálgica y lamentosa se convino en llamar blues, a propósito de una connotación con que los anglosajones dan a ese color: blue es sinónimo de tristeza. Y debe tener el peso que el rojo, para el quechua, lengua en la que en referencia a la sangre, la valentía y la pasión forma redundantemente pukasonjo (corazón rojo), pukallacta (pueblo aguerrido) y pukachuño (persona de nariz colorada).

Volviendo al verde, hay lenguas en las que incluso no sólo no tiene la personería de la que goza en el castellano, sino que incluso adolece de un vocablo. El tarahumara y el vietnamita emplean sus voces correspondientes al azul o al amarillo, dependiendo de hacia cual de los dos, de los que finalmente es compuesto, se acerque el tono del verde, cuarto color del espectro solar, color primario aditivo y complementario cromáticamente al rojo, para más luces.

Alphonso de la Luna

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