lunes, 23 de junio de 2008

SIMPLEMENTE SEXO

Ejercicio básico, no exclusivo de la especie, el sexo es para los humanos placer y tabú.

Las últimas noticias sobre acoso sexual han indignado a tirios y troyanos y eso está bien. Pero que el juez tal haya afanado sin roche a su asistente o que seis de cada 10 trabajadoras nacionales sean blanco de piropos, acercamientos, roces, tocamientos más evidentes y agresoras metidas de mano no debería en realidad sorprender a nadie: los humanos pensamos y vivimos en el sexo.

La cita de Descartes pudo ser escrita así: “Pienso (en sexo), luego existo”. Aunque más de uno corregirá no sin falta de argumentos que el sexo no se piensa, se viene a la cabeza para alborotarlo todo y ya. Cierto también.

Freud fue el primero en evidenciar que la libido nos atraviesa todo, a todos y de toda la vida. El deseo sexual es culpable –en su entender– de lo que somos, lo que seremos y lo que no podremos ser nunca por su culpa. En el universo freudiano, los humanos solo giramos en torno al sexo. Yo lo apoyo.

No lo apoyó, en cambio Erick Fromm. En “El arte de amar”, delinea lo que llama la separatividad, una figura basada en un mito griego por la cual los humanos estamos incompletos sin la otra mitad (a quien amar). No buscamos sexo, sino completarnos, completar el alma. El sexo, la sexualidad, es sólo un camino hacia esa complementariedad. También apoyo a Fromm.

En la tesis frommiana los humanos amamos por sobre sexuamos. Pero las evidencias prácticas apuntan en su contra: cada día se tiene más sexo, sin necesidad de amor; lo prueban los miles de embarazos no deseados, las ventas masivas de preservativos y otros anticonceptivos, y una industria que, sólo en la plataforma del www es más del 80% de sus contenidos y ofertas.

El sexo revolotea en torno nuestro siempre. Lo tenemos presente incluso para tenerlo distante, como en los modales. Pensamos en él cuando no debemos, por eso ciertos monjes debían flagelarse para ahuyentar su lacerante fantasma. Nos logramos en él; pero también podemos resultar un fracaso. Lo hacemos como se previó, y hemos inventado el contranatura. Une parejas y ,su ausencia, puede separarlas. El sexo viene y va, y nos provoca…

Después de la violencia, el sexo es quizás nuestra más conflictiva herencia de parte animal. Aunque entre ella y este haya también asociaciones evidentes (menciónese solamente el mismo coito y sus cuotas de agresión y las guerras en las que las incursiones de otras épocas y esta incluían violaciones.

Ok. Basta. Basta de sexo. Terminaré –no sin ironía– como Lawrence Durrell: “No más sobre sexo, es demasiado aburrido.”

Alphonso de la Luna

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