lunes, 23 de junio de 2008

Querer a morir(se)

Por: Luis Alarcón Ll.*
¿Qué hace clic en nuestra mente para que optemos por autoeliminarnos? ¿En que punto fronterizo entre el raciocinio y el descontrol se toma la decisión de irse uno de este mundo por propias manos? Con estas preguntas apabullo a un compañero de trabajo, psicólogo para más luces, y que debe de tener por lo menos aproximaciones a buenas respuestas.
Me advierte que entro en terreno fangoso. “Las personas arman sus propios relatos de su vida; todo lo que crees que es tu vida es un intricado de conexiones y respuestas. Cuando ves que no existen esas salidas de ningún modo, puede que se arribe a una decisión suicida”, me responde Nicolás Valle, director de Psicología de la casa superior de estudios donde laboro.
Entre enero a marzo se han quitado la vida 117 peruanos, de acuerdo a un informe del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo. La depresión es la principal causa de estos suicidios, en un 75% de los casos. Motiva a la gente a suicidarse básicamente problemas sentimentales, en un 23.1%; dificultades conyugales, en un 16.2%; y conflictos familiares, en un 15.4%.
Tengo la suerte de trabajar con más psicólogos cerca de mí. Y una me dice que los intentos de suicidios están entre las cinco primeras causas de los problemas de salud mental que ha visibilizado la macroregión norte. Los otros cuatro son: violencia familiar, consumo de drogas y alcohol, depresión y ansiedad. No es raro postular que los cinco ítems se interrelacionen, me aclara.
Si el suicidio es condenado como un despropósito mayúsculo, en una sociedad cuyo valor per se es la vida, sí que ha sido enaltecido a lo largo de la historia con algunas experiencias relacionadas al patriotismo sobre todo (algunas sólo mito); y desde la literatura, con fines románticos: Romeo y Julieta, de Shakespeare, es el texto de amor fatal por antonomasia en esa línea.
De los recientes suicidas peruanos, 46 ha ingerido -en el fatal ejemplo shakesperiano- algún tóxico; los otros han buscado otras vías para irse de este mundo: 49 optaron por ahorcarse; 12 se dispararon a sí mismos; cinco se lanzaron del vacío y los cinco restantes usaron otros métodos no precisados. Los suicidas cada vez más son enamorados no correspondidos y son jóvenes. Vienen de familias en las que el amor quizás no fue ni bien explicado y ni bien ejemplificado, hijos, casi siempre, de matrimonios deshechos o disfuncionales.
Otra novedad: el 65% de los suicidas son varones; 35%, mujeres. “Sufrimos más; pero hacemos coraza ante situaciones extremas”, se enorgullece otra amiga, comunicadora y feminista. Discrepa el psicólogo “No es que nosotros suframos menos: las mujeres tienen una base psicobiológica distinta y mecanismos de expresión mejor a los hombres”. Trabajan todos cerca de mí.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sipán

luisalarconll@gmail.com

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