lunes, 23 de junio de 2008

MAMITA, LA TECNOLOGIA

Un homínido menor descubrió que un palo cualquiera podía ser la extensión de su mano y con él procurarse más funciones. Nació el homofaber. Desde allí no hemos parado en búsqueda de más y más tecnología.

El concepto de la máquina múltiple no fue inventado en serio. Fue un exabrupto prodigioso de García Márquez para sus Cien años de soledad. O sea ya hace más de 30 años. El invento podía, de acuerdo a sus palabras, lo mismo pegar botones que bajar la fiebre. Una maravilla vendida sólo de mentira en algún lugar de la ciénaga colombiana. Hoy TV Compras y Telemercado se disfuerzan en copiar la ficción. Pero parece que ya las hay, o la mentira continúa: en Google, sólo en español aparecen 3,090 alusiones a “máquinas múltiples”

La historia para marcarse se ha apoyado en el descubrimiento de las tecnologías. Aunque los humanistas insistan lo contrario. El español Pizarroso lo delinea bonito. Las tecnologías, en virtud a su complejidad y a su impacto, han marcado las edades del hombre (y la mujer) y la vida en colectivo. Entonces se les llama tecnologías insipientes, tecnologías menores, TICs…

No sólo a nivel de didáctica de la historia, respecto de la tecnología las opiniones se polarizan. La tecnología en sí, y desde siempre, ha abierto dos brechas, fundado dos bandos, erigidos en relación a su afecto por ella o a la reticencia que le procuran. Es raro, al menos, suponer que voces como tecnofilia y tecnofobia tengan apenas poco más de una década de uso entre expertos en tecnologías y conducta, y aún ningún reconocimiento de academias de la lengua.

Los seres humanos hemos mirado a la tecnología para fijar nuestros sueños. Desde el Ícaro y las alas para poder surcar los cielos, a Herbert George Wells y su máquina del tiempo que sigue buscándose para ir hacia atrás o adelante en las carreteras de doble vía que son pasado y futuro.

Pero los seres humanos también hemos tomado con recelo el tema. Nadie tanto como Isaac Assimov. Alzado en mancha contra la humanidad que lo domina o cansada de los cuidados que no quiere dar más a los humanos, con su Yo Robot (1950) y su Multivac (que acompañó a varios relatos entre 1955 a 1975) respectivamente, el ficcionista retrata temores para los que Thomas Huxley había dado sabio consejo: el hombre tiene que controlar la ciencia y chequear el avance de la tecnología.

Nada de qué preocuparse en realidad. Acotamos lo que escribió Burrhus Frederic SKINNER: “El verdadero problema no es si las máquinas piensan, sino si los hombres lo hacen”

Alphonso de la Luna

No hay comentarios: