lunes, 23 de junio de 2008

HEROES EN EL ECRAN

La pantalla grande no sólo fabrica iconos, sino que nos mete bien en el juego de creernos sus heroicidades de mentira

En ningún otro lugar viven mejor los héroes que en el cine. Viven o se insuflan de nueva vida héroes del papel, ya del cómic como Superman o de la literatura como James Bond; pero también nacen en su propia luminiscencia y desde allí se erigen en su heroicidad de ficción: Mister Spoke del Viaje a las estrellas, Indiana Jones y Terminator, por ejemplo. A veces constantes, a veces fugaces, los héroes de la pantalla grande nacen, viven, se pueden reproducir y acaso morir, mismas estrellas.

Un héroe de cine, y sus versiones femeninas también, triunfarán al final del filme cuando el pop corn se haya terminado. Sobre todo en el cine gringo y sin excusas en el almidonado cine hindú. Entre que aparece y triunfa será objeto de un martirio de villanos haciéndosela difícil. Se me ocurre Malena (dirección y guión de Tornatore). Aunque italiana y bien elaborada, el filme guarda la estructura clásica del cine de héroes y villanos: comienzo-sufrimiento-éxito.

Nos creemos el cuento del héroe y la heroína. En eso consiste en sí todo el raro pacto del cine: sabemos que es ficción pero incluso a sabiendas hacemos a un lado esa contundencia para creernos sus historias y filtrarnos de sus emociones… y en sus héroes. Todos ¿no? Hay algunas tribus en Asia y África que como los ciudadanos de esa Maravilla también de fantasía que creara García Marquez, Macondo, no aceptan que un actor muerto en una película, luego apareciera vivito y coleando en otra.

La mayoría de los héroes son como algunos cuadros, no se les debe mirar de cerca. La cita es de Francois de Rochefoucauld y bien pudo haberse inspirado en quienes les ponen pellejo a los héroes y heroínas del cine: Jhonny Weismuller era un fiasco de locura sino interpretaba a Tarzan (sufrió mucho cuando las lianas pasaron a otros musculosos); Margot Kidder terminó en una desgracia de mujer luego de haber sido nada menos que la “chica del héroe” en la saga del Superman que interpretó Reeves entre los 80 y 90; hoy Lindsay Lohan es todo (entiéndase alcohólica y más perlas) menos las dulzuras teen que interpreta para el respetable juvenil.

Rara vez el héroe hace metacine. O sea es conciente de su heroicidad. Menos de un modo irónico. Pero hay. Arnold Schwarzenegger fue en “El Último gran héroe”, un don nadie fuera de la pantalla cuando un conjuro de muchachito travieso lo puso en el mundo real. Sufrió el fortachón pisando suelo de a de veras. El cine funciona mejor si estás dentro; no si estás fuera.

Alphonso de la Luna

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