lunes, 7 de julio de 2008

Aprender del moqueguazo

Aun cuando las máximas autoridades del Gobierno minimicen los hechos, y tampoco desde acá se trate de sobredimensionarlos, el moqueguazo que abrió la semana que ahora se extingue ha dado algunas importantes lecciones como para darle de plano la espalda.
Localidad donde se erige Cuajone, yacimiento minero de los de más arraigo en la historia del país pero también uno de los que en los últimos años -y producto precisamente de haberse explotado de antaño- ha decrecido en extracción, Moquegua ha sido blanco de las noticias y las críticas por unos excesos de los que ciertamente son culpables sus habitantes pero sólo en parte.
La protesta que supuso destrucción de vehículos y un muro de la Southern además del bochornoso incidente de la toma del malhadado general de la PNP y sus efectivos, parte de una lectura complicada de los comparativos que entre Cuajone y Toquepala reciben por regalías mineras (lo que desfavorece a Cuajone en relación de 7 a 1 a 2007). La confusión tiene origen en una ley y reglamento en desacuerdo de lo que es el Canon minero. Los más sensatos especialistas, como un experto que consulto, opinan que se debe de revisar cuál fue el espíritu de la ley que instauró esa política económica en el país.
Ambas minas en cesión de explotación por una misma compañía, la Southern, pero la primera en Moquegua y la otra en Tacna, a la hora de la división del canon los que menos reciben –los moqueguanos- se han encrespado hasta el límite del desborde a partir de una matemática cuestionable pero que parte de una necesidad objetiva: se necesita dinero para proyectos sociales en una comunidad que ve no se cubren frente a la opulencia de los mineros.
Los reclamos, como ha señalado un ex vice ministro del interior del tiempo de la ministra Pilar Masías, no parten de un grupo identificado de líderes sino de un colectivo al que se suman, para tomar puentes y bloquear carreteras, comunidades anexas a Moquegua. Jorge del Castillo, primer ministro, ha desautorizado a los dirigentes políticos de Moquegua porque estos han salvado responsabilidades frente a los desmanes. Si no son representativos, por qué pactar con ellos entonces.
La visión que Del Castillo muestra sobre la política moderna es pobre en este caso, antojadiza, desinformada de cómo ocurren las cosas en el Perú… en el Sur… desde el Andahuaylazo de Humala, desde la fuente ovejuna de Ilave… Le ha seguido al primer ministro, Antero Flores Aráoz, cortante, altivo, mirando de lejos una realidad que no entiende, menos aun cuando se deja la oposición por la comodidad de un puesto en el oficialismo.
Pero Moquegua existe. Se han hecho escuchar a gritos. Han tomado rehenes, bloqueado carreteras, atentado contra la propiedad. Un gobierno más enterado y dispuesto hubiera podido evitar todo el ruido y sus muchas nueces.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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