lunes, 7 de julio de 2008

Viva la reina Reyes

Las feministas deben andar de pláceme. Mario Leguizamón, jugadorazo uruguayo, se fue de boca contra una mujer. Unos días después, sancionado en one, tuvo que irse del club Universidad San Martín que lo albergaba. Su exabrupto verbal contra la árbitra Silvia Reyes, en el fragor de una contienda futbolística, le ha costado que la opinión pública le baje el pulgar a él y se lo eleve a la dama de pantalones cortos y personalidad grande.

Presionado o no, el jugador pidió disculpas,. La jueza no las aceptó (dijo “no” antes de que un periodista terminara de preguntar si las aceptaba). La comisión de árbitros pidió seis meses de sanción para el agresor (un insulto es una agresión, porsiaca). Los directivos del club evaluaron rapidito y dieron a Reyes, al colectivo feminista y al respetable público en general más de lo que se pidió.

El hecho ya marcó precedentes en una sociedad que, aunque menos que antaño, aun rezaga a la mujer en diferentes áreas. Ya es un hito histórico en el fútbol donde la mujer se cuela por espacios apenas entreabiertos (se vocea a Reyes para dirigir el clásico en purito gesto de desagravio). Ha despertado que desde la ministra de la mujer hasta el panadero hablen del caso y se solidaricen con ella. Y va a traer colas insospechadas, como el que Ana Paula, árbitra brasileña, polémica además por caletearse para Play boy, se ocupe de su colega peruana con singular empeño.

A diferencia de la violencia sexual y la violencia física contra la mujer en la que hay datos puntuales y cifras (los expertos creen que siempre en subregistro), la violencia verbal de un hombre hacia una mujer, por el solo hecho de su condición femenina, es menos susceptible de ser registrada.

Ana Calderón M., especialista en problemas de género y docente universitaria, estima que la violencia contra la mujer no se ha visibilizado aún en varios de sus aspectos más domésticos pese a su frecuencia, que se da además en espacios muy elementales como la escuela y la calle, donde es común oír insultos de un varón contra una mujer. “Pero las noticias ya están señalando casos de atropellos verbales a policías femeninas, a estudiantes mujeres de instituciones policiales o fuerzas armadas”, se contenta en parte.

El maltrato verbal a Reyes no es un caso aislado. Hay que felicitar su firme reacción (“La mujer que duda está perdida”, escribió Joseph Addison). Y celebrar la posibilidad de haber traído el tema a la esfera pública. Aunque, claro, mejor hubiera sido que los maltratos no ocurriesen, pero ya que ocurren, lo segundo mejor sería que se pueda tener registro, denuncia de ellos. Es que, como reconoce un documento de la cumbre de Beijing, “[...] la falta de estadísticas sobre la incidencia de violencia [a la mujer] hace difícil la elaboración de programas y el seguimiento de los cambios”.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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