lunes, 7 de julio de 2008

En Medio de la Calidad de Medios

Alguien que esperaba más sensato, porque es profesional del periodismo, sugiere que desde su óptica un aberrante programa de la TV que se precia de ser periodístico y no solo de espectáculos, tiene en sus estándares, calidad.

Calidad es un término nacido de las ciencias de la administración y la producción y del marketing. Desde allí, Sandholm lo rescata como lo apto que un producto o servicio está para el consumo. Cantú señala que “Calidad abarca todas las cualidades con las que cuenta un producto o servicio para ser de utilidad a quien se sirve de él”. Y Aburto Jiménez opina que es la resulta de una comunicación establecida entre el administrador / productor su equipo directivo y sus clientes, “quienes deben definirla de acuerdo con los propósitos que su empresa persiga”. W. Edwars Deming sostiene, más osado, “la Calidad sólo puede definirse en función del sujeto [consumidor]”.

El concepto de calidad ha llegado a terrenos tan espinosos como el del Periodismo. Y hierven los disensos. Unos opinan que pretender, medir y dar calidad en periodismo es posible porque ya un producto, ya un servicio –y el periodismo tiene de ambos- se es factible, mediante un proceso, configurar totalidad de rasgos y características de, por ejemplo un diario o un noticiario, a fin de conllevar la aptitud de satisfacer necesidades preestablecidas. En la otra orilla, hay quienes como Gronemeyer, piensan que la empresa de arribar a una noción de calidad periodística puede resultar una insensatez: es un imposible metafísico porque no es posible “operacionalizar” la calidad en el periodismo, y en ese sentido, cualquier intento de hacerlo resulta al menos discutible.

La verdad, la verdad, es que la calidad periodística se está midiendo hace años en Latinoamérica, EE.UU. y otros puntos del orbe. Hay ahora instrumentos que tras años de ensayo y ajustes, están perfectamente validados para hacerlo. Uno de ellos es el VAP (siglas de valor agregado periodístico) diseñado por profesionales de la Universidad Católica de Chile; otro es el PCP (Percepción de la Calidad Periodística), desarrollado por dos docentes argentinas; y uno más reciente y complejo es el PEJ (del Proyecto de Excelencia en Periodismo) afiliado a la Universidad de Columbia, EE.UU.

Calidad en periodismo debe ser asumida, para sintonizar con el marketing y la administración, como los rasgos inherentes del producto/servicio y lo que el público espera o prefiere. Pensar en uno solo de estos sustentos es insensato. Y en eso se amparan quienes envuelven lo que sea y tratan de venderla como información: la gente pide esto, eso le damos. Lo sostienen incluso si dan lo opuesto a información. Imaginemos que los clientes quieran algún día –por algún desquicio- un detergente que ensucie. Ace u otra marca podrían diseñarlo a la medida de esos raros clientes, pero… ¿lo llamarían detergente?

No voy a censurar ni a la tele, ni a la radio, ni a los diarios basura. La libertad de expresión está por encima de cualquier teoría del marketing. Pero que no se nos diga que el gato es liebre.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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