lunes, 7 de julio de 2008

Una TV apta para menores

Viendo a María Fernanda (cuatro años, niña casi hiperactiva, sobrina mía) no me es imposible creer que en realidad haya una buena TV para niños. Una hora al día, de tarde y sólo luego de las tareas, se sienta frente al televisor grande de su sala para ver, en el Discovery Kids, Lazytown, Blackyardigans, Barney o algún otro programa que combina -en dosis sensatas- diversión y valores, cultura y buenos modales, reflexión crítica y carcajadas inocentes.

Del proyecto de tesis de unos alumnos, a quienes asesoro, y que estudian los efectos de la TV en el rendimiento académico en escolares, resalto unos datos que no me sorprenden: La Sociedad Canadiense de Pediatría concluyó en 1999: “Así como existen buenos programas, la cantidad de violencia en la TV se esta incrementando. El niño promedio verá 12.000 actos violentos en la TV anualmente (incluyendo asesinatos y violaciones). Más de mil estudios confirman que la exposición a esta dosis de violencia televisiva incrementa las conductas agresivas, especialmente en varones”.

Los españoles Altamirano, Barbancho y Santos refirieron hace tres años, tras un sesudo análisis descriptivo y transversal sobre hábitos televisivos de los escolares de Plascencia, que estos le dedicaban más tiempo a la TV que a cualquier otra actividad no escolar. En el Perú, un estudio realizado por el Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV) en 2006 se lamenta que nuestros niños aparezcan entre los principales consumidores de TV abierta con un promedio de dos horas 20 minutos diarios de visionado, el 29.3% sin ninguna compañía. También resaltaba que el 71% de programas contenía violencia; el 48%, situaciones y/o referencias sexuales; y más de dos de cada 10 se floreaba en lenguajes impropios para su edad.

Las generaciones mayores crecimos con Félix el Gato tratando se sortear vicisitudes de donde salía airoso, la Gata loca recibiendo ladrillazos de un ratón elusivo a sus amores, con Don Gato pasándola piola con su pandilla casi gansteril, con Silvestre acosando a un Piolín de menú, con Tom persiguiendo a Jerry, con Popeye rompiéndole la mandíbula a Brutus…

Bastante violencia de manera juguetona. Pero violencia al fin y al cabo para una generación que hoy se lamenta de ella. Si se pasa la página, la TV que ven los niños hoy debe ser otra. Como la que pasa el canal que ve María Fernanda y otros que entienden asumir roles menos desentendidos. O sea, no como en lo que persiste en promedio la TV de señal abierta.

Se puede. Y se debe. No son gritos desesperados ni cantos al vacío. Justamente, el CONCORTV reunirá en Lima, en tres semanas, posturas y experiencias en un evento abierto sobre la TV y Radio que los niños peruanos, de acuerdo a marcos internacionales y a una flamante nueva legislación establece con legitimidad. Habrá que ver y oír. Habrá que sintonizar bien.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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