lunes, 7 de julio de 2008

El buen David y comparsa

La frase se le atribuye a Hans Dietrich Genscher: “La prensa es la artillería de la libertad”. Pero a la hora de visualizar la alegoría a veces veo que dispara en demasiadas direcciones y hiere a mansalva. Que lo diga sino, David del Águila, juvenil cantante de cumbias que no vienen al caso, pero cuyo retazo de vida privada capturada en un celular con cámara de vídeo, fue el escándalo de los últimos de diez días, cuando en realidad y como él mismo grita aunque nadie quiera escucharlo “a quién m… le importe”
El joven ha sido víctima dos veces. Del chantaje de un gigoló improvisado, y lo que es peor , de una prensa que sabe hacer leña de árboles caídos, un periodismo farandulero que tiene más caras grotescas que las de Magali, y que no cesa en su esfuerzo y desfuerzo de sacar su parte de la desgracia ajena.
¿Qué hace que la agenda periodística de un país se incline hacia una determinada clase de hechos y no otra? ¿Qué o quién decide que esos hechos sean procedentes de la farándula y no por ejemplo de los quehaceres culturales del país? “Lo que le gusta a la gente” es una respuesta rápida, válida, pero sólo parcialmente. Los medios se abandonan a vivir en relación directa de lo que la gente quiere aunque sea lo que sea… Lo paso; no lo trago.
Entonces se arma la novela. La prensa de espectáculos peruana (aunque también la española, la mexicana y otras, lo que no debe tomarse como excusa) es hábil en urdir intrigas, trome en guionizar enredos. Hace poquito estaba la Gise, la Tula, Carmona y Magaly (La reina, la cenicienta, el príncipe y la bruja, respectivamente); antes Brad Pizza, Paula y Daysy (dos mujeres, un pizzero); hoy es el turno del cantante, un amante furtivo, la novia en Flor, y la suegra Susy (bautice usted la historia).
A todos se los retrata, se narran desde periodísticos dudosos sus episodios con una contundencia que el periodista parece no sólo haber estado en el lugar de los hechos (y los lechos) sino haber parido el/ella mismo(a) a los actores del drama. Oscar Wilde celebraría irónico: “Hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad”.
Algunos desubicados (¿?) como los del PEJ (siglas en inglés del Proyecto para la excelencia en Periodismo) y los del VAP (Valor Agregado Periodístico), dos instituciones que, correspondientemente, en EE.UU. y en Chile, velan por la calidad periodística, se descocan midiendo la calidad de los productos de los medios y la prensa y discutiendo por qué el periodismo es de plano tan díscolo.
No hay respuesta. Si la hay no es sencilla. Aun siendo sencilla, nadie querría aceptarla. Albert Camus escribió sobre medios pero en su acepción de sinónimo de vehículo: “Hay medios que no se pueden excusar”. Es delicioso como en un juego de palabras, pareciera referirse a medios de comunicación.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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