lunes, 7 de julio de 2008

Tres Marías

Si alguna fecha propia se quisiera instituir para un homenaje pro respeto a la mujer, esa debería buscarse en el Perú entre la primera quincena de junio. En solo estos 15 días de este mes aciago de 2008, tres casos retratan con diferente matiz y distintas resultantes el espectro de discriminaciones que todavía –ahora y siempre- se ciernen sobre las mujeres.

Fiesta de Reyes: Al final celebró el castigo al uruguayo Mario Leguizamón, que se pasó en un exabrupto cuando le levantó la roja. Pero Silvia Reyes la vio negras, como árbitra de un campeonato superior. El luego separado del club de la Universidad San Martín, mentó el oficio más antiguo del mundo para 1) atribuírselo a la jueza o 2) como “ingenua” interjección. Igual, cuando debía estar más calmo, fuera de la cancha, le increpó calenturas a la dama en lo que consideró una injusticia de sanción. Ya nos hemos referido al tema (Viva la reina Reyes, la República 12/04/08). Pero cuesta trabajo que tres prestigiados comentaristas deportivos, dos varones y una mujer, amparen el maltrato, ante una poco hábil (para este caso específico) Rosa María Palacios, en el hecho de que la árbitra no domina los códigos verbales del deporte...

El Libro de Esther: Escribe su historia en el periodismo desde antes de los 18, y así como 18 años también que decidió aceptar ante los otros que en preferencias de alcobas lo suyo no son los hombres. Con la frente en alto y entregándose al oficio en crónicas, reportajes y opinión creativa, Vargas es un nombre que se ha podido ver en RTP, leer en La República y ahora en Perú 21. Tan buena que la llaman un día a que dicte en su alma mater, la San Martín. Pero la semana pasada destapó a los cuatro vientos un intento de discriminación laboral en razón de su opción sexual confesa. La universidad retrocedió en su intento pero ella no ha callado porque cree que ha subestimado una realidad que ahora ha sentido en carne propia.

Despertar de la reina: Johana Nakano recibió la corona del señorita Chiclayo el sábado; y el domingo el alcalde de la ciudad pedía su cabeza, perdón, su corona. Unos vídeos íntimos colgados en You Tube, una moral de muchas aristas, una legislación con vacíos, el morbo público nacional, y el aleteo de algunos gavilanes a su lado, entre otros ingredientes se han constituido en el cóctel perfecto que ha emborrachado su piel morena y ojos almendrados. Los concursos de belleza piden, al menos para la exhibición, cualidades que no cumpliría ni la virgen María. Tras el reinado, las misses suelen y no en pocos casos, protagonizar desnudos para Play boy (la última fue la venezolana Alicia Machado). Cualquier previo al certamen invalida su presente de reina como le ha pasado a Vanesa Williams en el Miss América de hace más de dos décadas. Nakano no puede contar un final feliz aún. Pero si la vida la ha golpeado tanto antes de los 20 y la ha castigado feo por el libre ejercicio de su sexualidad y la indiscreción de un facineroso, como dice la canción “después de cada noche nace el sol”. Lamento que sea tan poco premio consuelo.
*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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