lunes, 7 de julio de 2008

Señoras del Destino

En la historia que me cuenta Rosa María Alfaro, cabeza de Calandria y líder de un pensamiento progresista de diversas aristas con una repercusión que del Perú salpicó a Latinoamérica y ahora se empondera de EE.UU. y Europa, hay sin duda un apego a lo suyo (es feminista hasta el tuétano) pero también más para una lectura que nos animamos a esbozar en una conversación informal reciente que tuvimos juntos.

Se trata de una mujer que Alfaro ha conocido en Lima. No me detalló las circunstancias. Pero es una emigrante de ida y vuelta a los EE.UU con más de 25 años en ese trance. Me sugiere que es lo bastante mayor para estar ajada de pieles pero también fuerte física y actitudinalmente. Trabaja de doméstica allá (en tareas específicas: si de babysitter, si de limpia cocinas…) pero acá funge de emergente empresaria: con el dinero verde, ahorrado por décadas, ha levantado un edificio que ha dividido lo más que le permite la ley –y seguramente la informalidad también-, lo ha rentado en sus divisiones y le ha cedido la administración a sus hijos que son muchos y todos varones.

Primera lectura: Doña NN debe ser uno de los tantos casos de mujeres que forman parte de una PEA acaso invisible pero contundente, que envían remesas del exterior a un país donde sus familiares las necesitan. Las mujeres, con un perfil de gastos menor al de los varones, manejan mejor los US$ 1,825 millones de dineros del exterior (cifras a 2006 que se proyecta en 11% más para este año) y seguramente hacen de sus envíos un ejercicio más sostenido.

Segunda lectura: La señora que nos ocupa retrata, de taquito nomás, un fenómeno muy latinoamericano (aunque también algo mediterráneo): el de la sobrematernidad, o sea el amparo dimensionado más allá de ciertos periodos naturales de protección de una madre (rara vez es el padre) para con sus hijos. Por este sentir y actuar los hijos en Latinoamérica dejan la casa de la madre muy tarde si comparamos con una cultura anglosajona y europea, apoyan económicamente poco y otras perlas.

Tercera –y más sabrosa- lectura: se trata de un caso de doble vida. No en un sentido negativo, si se trata de valorar. Todo lo contrario. Pero de una curiosidad que nos sorprende por unos instantes pero para lo que después encontramos un sentido. ¿Cómo una misma persona puede estar en la cola de un sistema económico en un lugar y a la cabeza de otro a miles de kilómetros?, se pregunta Rosa María Alfaro. Le sugiero que es posible en economías distintas y distantes, pero no la convenzo del todo. Se debe también a que nuestras sociedades incluso sobre sus leyes ahora son más permeables al movimiento a aceptar a sus nuevos ricos. Por ahí vas, parece decirme con su mirada. No lo sabemos a ciencia cierta, porque no son fáciles las respuestas, así en prima. Algo está ocurriendo, sin embargo, con estas mujeres de acero que se tomaron en serio las riendas de su destino.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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