lunes, 7 de julio de 2008

¿La universidad? Ja, ja

Con un docente mayor que yo, y que ha vivido varias épocas del devenir de lo que ha significado la universidad como motor social, vemos como unos jóvenes se esmeran en aparecer como trasgresores. Lo miro de soslayo, sonríe socarronamente; “no hacen nada –es tajante-, los universitarios que he visto yo sí que lo hacían”. Para él los universitarios de hoy poco están cambiando la sociedad como lo hacían los universitarios de antes.

Escobar define: "Desde sus inicios, la universidad fue foco de agitación en la sociedad, es el laboratorio donde se dieron los cambios que después sacudirían naciones enteras, es forja de donde saltaron las chipas iniciales de grandes incendios". La Universidad está llamada, entonces, al cambio señalaría Tello Vegas.

¿Quién es responsable del cambio en una universidad?¿Quién es responsable del cambio que para la sociedad busca la universidad? La respuesta puede tener dos opciones: a) el cuerpo docente, b) el alumnado. Claro que una opción integracionista sugería, a y b (docentes y alumnado).

Ese es un ideal. No siempre es sencillo confluir las miradas, perspectivas, planes de unos y otros; o de unos para con los otros (docentes para con alumnos, sobre todo) como para pedir que los cambios los produzcan juntos. Y es porque es el supuesto que la universidad la diseñan los docentes para ese cuerpo de alumnado. Entonces hay, en niveles que se tratan de neutralizar, desencuentros, fruto entre del choque generacional, el camino recorrido por los unos frente a la iniciación de los otros, el influjo de corrientes, etc. y otras presiones…

Pero el cambio se da. El río fluye. Aunque los educandos claman cada vez más por atención y participar en los diseños de lo que se les propone, participar del cambio (algo que el marketing aprovecha mejor que la educación, por ejemplo). Y es porque esta generación de universitarios es cada vez menos contestataria en términos de facto (no como las movidas de los 60), pero más rebeldes en causas que el sistema formal no les permite expresar, pero ellos burlan, por ejemplo, desde las claves del Chat o las posibilidades de meterse a explorar los alcances de softwares que sus maestros no podemos.

Los universitarios quisieran cambiar, por citar, su propia educación. De acuerdo a IMASEN los jóvenes peruanos de entre 20 a 24, pensaban en un 32.1% que su educación era mala. Un mayoritario 97.4% creía que urgía un cambio en la educación en el país. Un 27.1% hubiera capacitado a los docentes y un 11,9 cambiado la metodología de enseñanza.

Los alumnos universitarios claman se les escuche. Torraine propone echar una mirada hacia una academia nueva; la llama “escuela de la demanda”, orientada hacia el alumno, en oposición a una escuela que sólo oferta. Esto es algo que en la universidad debe de tomarse como premisa para moverla, hacerla cambiar y con ella a la propia sociedad.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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