lunes, 7 de julio de 2008

Fue en mayo del 68

Francia tiene en su haber dos de las revoluciones más importantes de la historia en materia de consecución de derechos humanos y que paradójicamente no pueden, siglos y décadas después, respectivamente, ser leídas como en el momento de su ocurrencia. Una es la celebérrima Revolución Francesa; la otra, el Mayo del 68.

Este mes se conmemoran cuatro décadas de la segunda de estas revueltas. Exactamente, no se originó ni en mayo ni en Francia. Pero fue durante ese mes y en ese país, aunque con más fuerza en las ciudades de Nanterres y París, donde tomó el cuerpo que le acomodaría su sitio en la historia.

El mayo del 68 se preparó en parte en los EE.UU. con las protestas anti guerra de Vietnam, anti el apartheid racial a los afroamericanos y pro derechos de la mujer. Alemania recibió ese clima y lo internalizó a la búsqueda de un punto medio en un mundo que se pretendía estrictamente bipolar. Pero a Francia, el malestar llegó en un momento crítico en el que los contextos de un hartazgo mayor pudieron traducirse primero en la toma de la universidad de Nanterres por parte de los estudiantes, a finales de marzo de ese año festivo, y luego en una escalada a la que se sumaron La Sorbona de París, los sindicatos y todo un movimiento laboral y social de nueve millones de obreros en huelga, que hizo al gobierno de Charles de Gaulle no sólo transar con ellos, sino adelantar elecciones legislativas antes de que el mayo aciago terminase.

Hay algunos románticos que creen, saben, que la Universidad como institución no ha vuelto a ser la misma que en Mayo del 68. Los movimientos universitarios en Argentina y Perú de los setentas han sido apenas un remedo sin mayores quiebres. Las guerrillas del terror cocinadas a la sombra ya en la Universidad de Huamanga como en la de San Marcos fueron equívocas en sus métodos y recibieron la espalda de un pueblo desconcertado.

Pero todo ello no invalida la necesidad de tener una universidad activa, comprometida con lo social, la acción y la protesta. Es claro, necesario, que las dinámicas deben armonizar con los tiempos, lo que lamentablemente la más de las veces se traslada a una inacción sostenida o al poco impacto del trabajo de las escuelas o las facultades que la forman.

Cenamos con Javier Casas, del Instituto de Prensa y Sociedad, con quien trabajamos varios proyectos para “hacer sonar” la Universidad. Es un idealista y aunque no hemos hablado del mayo del 68 parece perdido en ese pasado que ni él pudo vivir en carne propia, por distancias en tiempo sobre todo (es muy joven aunque de hijo de madre gala). Sin embargo, reclama que la Universidad como institución debiera tomar partido, abrir la boca, comprarse pleitos. A nivel de estudiantes, a nivel de docentes, a nivel institucional. Hay todo un mes, mes de mayo, para repensar mayos no similares sino mejores al del 68.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

No hay comentarios: