lunes, 7 de julio de 2008

La Bozzo y el bozal

Laura Bozzo, autoproclamada abogada de los pobres, vociferante conductora de letrinas televisivas siempre mereció un freno. Y no de mano. Sino de boca. Hoy, con todos los testimonios de ex panelistas y trabajadores de sus irremediables programas de TV en contra suya, parecería que está más cerca esa ilusión de borrarla de la oferta televisiva, aspiración de moralistas e impulsores de una pantalla chica más blanca. ¡Incrédulos! Éste no es más que otro de los espejismos en los que la conductora habita, y en los que hace habitar a otros.

Intimidades, el tímido espacio en el que nació hace una década, pronto la descubrió en sus aspiraciones mayores, con buen feeling para hurgar sordideces en el C y D. Entonces, se preñó solita de infamia para traer al respetable el peor monstruo que haya conocido la TV peruana y parte de la latinoamericana, a ver si alguien saca pecho por ella. Madre nacional del reality show, vocera sin disfraz del régimen fujimontesinista, feminista confundida, dama y señora de la ayuda barata, gerente general de un lavandería videográfica de trapitos sucios al aire, nunca fue la Bozzo ninguna joyita.

Pero el último destape periodístico en que se devela eso que ya era un secreto a voces, sino que ahora con más pruebas (gente que se llama Cecilia Zorrilla, Melina Ormeño, Alexander González, Juan Gallardo o Juana Gamarra), con más chinguirito, ponen en evidencia que lo que vende en Telemundo o ATV no es sino una fábrica de pesadillas, un universo surrealista de nombres reales e historias falsas. Pobres hasta el cuello que fueron por sus 150 soles a ganarse alguito actuando mejor que Blume o Kamalich, a hipotecar su dignidad con un drama exquisitamente fregado, y con la promesa de que nada de lo que se grabe acá se trasmita en Perú… y luego eso de la globalización, pues, que la TV también se ve en la Internet, que allí no hay fronteras. Y el marido de fulana sin entender de qué diablos se queja su mujer de abandono si con él vive, o la esposa de otro, sorprendida porque ella en sus noches de cama no le sabe una impotencia fulminante que él reconoce histriónico…

Todo eso, sin embargo, no es suficiente para que la otrora detenida con libertad restringida, pero en las instalaciones de un bunker que le permitía salir en forma de ondas herzianas, purgue pena y pague condena. De acuerdo a los analistas, apenas prosperaría la denuncia que el Ministerio Público le ha abierto sobre la exposición que le produjo a una menor de siete años sin la protección de su identidad, que es como mandan el Código del Niño y el Adolescente. Por lo otro, está la ley; pero la Bozzo, vivaza, sabe sus trampas: es lo suyo un programa de entretenimiento por más que ella lo rejure como de ayuda social.

¿Habrá crimen sin castigo? Puede que no. Soñemos juntos cómo amonestar a la señora. Nadie pone su programa. Ningún anunciador le avala con publicidad. Todos los pobres rechazan vender actuaciones. A ver quién comienza…

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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