lunes, 7 de julio de 2008

A mí qué la Democracia

Que la democracia, este sistema de gobierno “por y para el pueblo” está en crisis es algo que ha sido percibido, estudiado y puesto en alerta ya hace algún tiempo. Por ejemplo, Carlos Strasser en “Democracia y desigualdad” ha advertido que es rarísimo que hoy por hoy puedan convivir tan bien esas dos variables de su estudio toda, vez que la democracia no es un régimen de gobierno más, sino, comparativamente, la mejor de las estructuras políticas que puede tomar el estado, o al menos es el cuento que hemos venido creyendo sobre ella.

Pero el “cuento” de la democracia parece no tener tanto ingenuo seguidor de un tiempo a esta parte. Entre el 6 y 8 de julio pasado, la Universidad Católica realizó un sondeo que cubrió 13 regiones del país en base a 1,200 connacionales. Se trataba de medir la satisfacción respecto de la democracia. Los resultados son alarmantes: En tanto los satisfechos son el 33% y los muy satisfechos son sólo 2%; la insatisfacción llega a un 52% y la mucha insatisfacción a un 11% de los peruanos.

En esta misma muestra, los respondientes marcaban un casi la mitad cree al Perú como poco democrático, y un 17% como nada democrático. Que no se crea aun en la democracia es preocupante en un país con una incipiente historia democrática. No tener confianza, ni siquiera satisfacción con ella, puede dejar la puerta entreabierta a regímenes totalitarios, como que ya nos ha ocurrido.

La crítica popular a la democracia está enmarcada en su eficacia respecto del sentido que cobra en las vidas de los propios habitantes, su razón de ser ciertamente. Porque hay que entender a la democracia desde dos aspectos, 1) su valoración y 2) su practicidad. De aquel lado, la democracia vale en tanto se vincula a la persecución de derechos mayores, como las libertades básicas, y la construcción de verdadera ciudadanía. Pero del lado de la practicidad, que es donde debe evidenciarse lo primero, están todos los resultados que los estados funcionando bajo su aura -el aura de la democracia- han prometido, pero raramente conseguido del todo.

En efecto, todo apunta a que no vivimos aun en democracia sino sólo talvez en lo que Lora Reyes llama “contexto democrático”, suerte de limbo, hacia la consecución de la democracia. Un contexto distinguido por la existencia de conflictos que surgen en la medida que hayan “niveles descentralizados o unidades en estos niveles” (Por ejemplo, el Perú con su varias naciones, culturas y etnias, cada cual con su lengua, donde los conflictos se incrementan) y por supuesto mecanismos positivos como la participación ciudadana ya que a todas luces el mismo “ser” y “hacer” de la democracia aun sigue en franco proceso de desarrollo, quizás –para nosotros- aun ni siquiera en su pubertad.

*Director de Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Señor de Sipán

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